miércoles, 9 de mayo de 2007

Resúmen de Gestar lo comunitario

(Este apunte es una versión resumida del documento final, durante el desarrollo del bloque 3 se continuará con el texto ampliado.)

1 - La comunidad como ámbito de intervención profesional.
Existe la creencia de que cuando se lee o se escucha a alguien emplear en su discurso el término "comunidad" lo hace para designar lo mismo que uno, sin profundizar acerca de que si ese término puede designar una idea diferente a la que uno tiene sobre el objeto al que se hace referencia. Este hecho no es singular, sino muy extendido en las ciencias sociales y humanas donde coexisten diversos paradigmas de aprehensión de lo social. Así, no es difícil darse cuenta de que dos personas pueden estar hablando, por ejemplo de "democracia", y tener diferentes concepciones sobre la misma, ya que una puede partir de una concepción liberal y la otra de una concepción marxista. Entonces, aunque empleen el mismo término, no se están refiriendo al mismo objeto.
En el caso de la comunidad resulta indispensable reconocer el paradigma que soporta el uso del término, pues el ejercicio del trabajo comunitario puede sustentarse en una visión asistencialista del mismo dentro de un paradigma positivista o puede asumirse desde la perspectiva del autodesarrollo comunitario dentro de un paradigma cualitativo y emancipador.
Por otra parte, también es necesario captar el nivel de profundidad conque se emplea el término, pues podemos encontrar alusiones al mismo en el lenguaje cotidiano de la gente y en la jerga de los medios de difusión masiva o podemos encontrar su uso de modo riguroso por profesionales que lo emplean con todos los requisitos que impone el lenguaje científico. Por tanto, se debe establecer la distinción entre noción y concepto, es decir, si tras el uso del término comunidad subyace en quien lo emplea una noción o un concepto del mismo.
1.1 Uso del término "comunidad".
Según Santillana (Enciclopedia Interactiva) "noción" viene del latín natío y significa "conocimiento básico o elemental sobre alguna materia", mientras que "concepto" viene del latín conceptus y significa "representación mental de las características comunes de un grupo de objetos. Es abstracto y universal, por lo que se distingue de la imagen, concreta y particular".
Para la gnoseología el concepto constituye la forma fundamental del aspecto racional del conocimiento. Lo considera como la unidad de pensamiento, los átomos del proceso del pensar o los ladrillos con que se construye un pensamiento que refleja la realidad. Por tanto, es un elemento del proceso cognoscitivo que trasciende el marco de la ciencia, es decir, su uso no es privativo de la misma, sin embargo, en el plano científico la manipulación de los conceptos requiere un especial rigor.
El conocimiento científico es enteramente conceptual y se expresa materialmente a través de un sistema de signos del lenguaje, que permiten trasmitir ideas surgidas del reflejo de la realidad. En el concepto se refleja al objeto en sus rasgos esenciales y generales, haciendo abstracción de los rasgos accidentales y generalizando las propiedades esenciales a todo el conjunto de objetos que estas caracterizan.
Al revisar la literatura sobre trabajo social comunitario nos encontramos a autores como Ezequiel Ander Egg1[1] señalar que "el término 'comunidad', como otros conceptos claves de las ciencias sociales, pone de manifiesto la persistencia de la confusión terminológica en este dominio del saber", estima como una de sus causas "el uso común que ya les ha asignado una significación" y coincide con A. Perpiña en que "si la sabiduría vulgar tiene ya el nombre y alguna idea de las realidades sociales, resultará peligroso construir términos académicos distintos para expresar lo mismo" (p 10). A continuación expone los principales elementos a considerar cuando se alude a una comunidad estableciendo "la siguiente noción", según sus palabras:
"La comunidad es una unidad social cuyos miembros participan de algún rasgo, interés, elemento o función común, con conciencia de pertenencia, situados en una determinada área geográfica en la cual la pluralidad de personas interacciona más intensamente entre sí que en otro contexto."
Estima que "esta noción es amplísima" pues "sólo así puede ser aplicable igualmente a unidades tan distintas en características y extensión, como una unidad religiosa que vive aislada en un convento, un barrio, un municipio, la provincia, la nación o la comunidad internacional, es decir, a todos los niveles en que es aplicado de ordinario el término de comunidad".
Se observa el carácter operacional de esta definición pues basta el compartir "algún rasgo, interés, elemento o función común" para que, en presencia de las otras variables claves que incluye el autor, ya la considere una comunidad. Su objetivo: que sea aplicable a unidades muy diversas.
Otro autor, Rudolf Rezsohazy 2[2], señala que "la palabra 'comunidad' está de moda" indicando que "un concepto de uso tan múltiple corre el riesgo de ser inutilizable. Por tanto, si queremos adoptarlo y emplearlo científicamente, tendremos que definirlo con rigor" (p 49). A continuación expone las tres características que considera principales. Ellas son:
La comunidad se circunscribe en el espacio, en un territorio. Constituye un conjunto de personasque viven en un terreno geográfico determinado. La extensión puede variar. En la mayor parte de loscasos, coincide con una región o una concentración y comprende varias colectividades locales(aldeas, barrios).
El conjunto de personas que viven en este territorio mantienen una relación múltiple y tienenentre ellas numerosos intereses comunes. (...) Las relaciones pueden ser tanto de vecindad como detrabajo o de ocio. Los intereses comunes pueden referirse a la calidad de los servicios públicos, a lasoportunidades de empleo o a la victoria del equipo de fútbol. (...) El tejido social que establece lacomunidad no excluye en absoluto las discrepancias y los conflictos entre los miembros. Si hayintereses comunes, hay también otros que son divergentes.
Los miembros están unidos a su comunidad. Se identifican con ella. Además, las personas delexterior les reconocen como pertenecientes a esta comunidad, (pp. 49-50)
Rezsohazy plantea la necesidad de distinguir a la comunidad de una asociación "no sólo por su enraizamiento territorial, sino también por la multiplicidad y la globalidad de las relaciones que allí se mantienen (p 50). Otra distinción que establece es entre comunidades tradicionales y comunidades modernas. En la primera "los lazos personales y las relaciones de vecindad y de conocimiento forman su tejido básico", mientras en la segunda "los lazos personales se debilitan" pues "las relaciones se hacen funcionales" (pp. 51-52).
En esta conceptualización de Rezsohazy no apreciamos la existencia de una interrelación entre las características que se exponen, pues el todo se considera un conjunto indiferenciado de personas a pesar de que entre ellas puedan existir intereses comunes o relaciones conflictivas. Convivir en un territorio, interrelacionarse y reconocerse como pertenecientes no son características aisladas, sino estrechamente interrelacionadas.
En otros textos dedicados al trabajo social 3[3] fuera del contexto cubano no hemos encontrado un intento de definición conceptual en torno a la comunidad. En Cuba se destaca la definición que ofrece el Proyecto de programa de trabajo comunitario integrado 4[4] en el que se señala que "la comunidad se conforma objetivamente y a partir de ello puede ser definida como el espacio físico ambiental, geográficamente delimitado, donde tiene lugar un sistema de interacciones socio-políticas y económicas que producen un conjunto de relaciones interpersonales sobre la base de necesidades. Este sistema resulta portador de tradiciones, historia e identidad propias que se expresan en identificación de intereses y sentido de pertenencia que diferencian al grupo que integra dicho espacio ambiental de los restantes." (p 5)
Más adelante se afirma que "toda comunidad constituye un asentamiento poblacional" y se refiere a la misma como "escenario de la vida social", (p 5)
Para los autores de este proyecto "el elemento central de la vida comunitaria es la actividad económica, sobre todo en su proyección más vinculada a la vida cotidiana", aunque reconoce que junto a esta actividad "están las necesidades sociales, tales como la educación, la salud pública, la cultura, el deporte, la recreación y otras" indicando su integración y que todas exigen un esfuerzo de cooperación. Sin embargo, la cooperación que se vislumbra como necesaria es la existente "entre las diversas escalas y nivel", es decir, de un entorno que incluye en el orden institucional a la nación y a las instancias intermedias de dirección del país. Por tanto, la comunidad queda como receptora de esa cooperación y no como su protagonista.
Otro elemento a considerar es el hecho de que en la definición que se ofrece se estima como objetiva la conformación de la comunidad, es decir, como algo dado más allá de la voluntad de la gente que en ella se encuentra.
Entre las publicaciones de autores cubanos se encuentra La comunidad y su estudio de Héctor Arias 5[5]. Para este autor en la definición del término se conjugan elementos "estructurales" y "funcionales" tales como: el hecho de ser un grupo social lo bastante amplio como para contener la totalidad de las principales instituciones y la totalidad de los estatus e intereses que componen una sociedad; el hecho de constituir un grupo de personas que habitan en una zona determinada, regida por una dirección política, económica y social que hacen vida común a través de sus relaciones; el hecho de constituir un grupo social de cualquier tamaño cuyos miembros residen en una localidad específica, comparten un gobierno y tienen una herencia cultural e histórica común. De ahí que, a la hora de definir y estudiar la comunidad, el autor plantee la necesidad de tener en cuenta cuatro elementos esenciales: el geográfico o territorial; el social; el sociológico; y el de dirección. A su juicio una comunidad es un organismo social que ocupa determinado espacio geográfico, que está influenciado por la sociedad de la que forma parte, y a la vez funciona como un sistema más o menos organizado integrado por otros sistemas como la familia, los grupos, las instituciones y organizaciones, los que en su interacción definen el carácter subjetivo, psicológico de la comunidad, y a su vez influyen en el carácter objetivo, material, en dependencia de su nivel de organización y su actuación respecto a las condiciones materiales donde transcurre su vida y actividad.
Los elementos estructurales que aporta este autor para definir y estudiar la comunidad resultan esenciales y permiten captar la complejidad del asunto. No así el enfoque funcional cuando este se extiende al componente de dirección pues con mucha frecuencia las divisiones político-administrativas no se establecen siguiendo criterios comunitarios, sino de otra naturaleza, lo cual lleva a que en ocasiones las instancias que se crean abarquen asentamientos humanos diversos o fraccionen los que existen.
En el ámbito de los estudios jurídicos 6[6] la comunidad se asume de un modo particular. En ellos el "municipio" en su conjunto es lo que se toma como instancia comunitaria teniendo en cuenta que este constituye "la unidad mínima como agrupamiento humano, estructura territorial y entidad político administrativa con trascendencia para el mundo jurídico público"7[7] ya que a este criterio se acoge la mayoría de las legislaciones en el Derecho Comparado.8[8] Lógicamente, unidades de análisis de una dimensión inferior, que pudieran ser consideradas comunidades según los criterios que se vienen exponiendo quedan fuera, sin embargo, ello ocurre por necesidades propias de la disciplina jurídica. El Grupo de Estudios para el Desarrollo de Comunidades (GEDCOM) de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas viene desarrollando en el último decenio importantes investigaciones en el ámbito comunitario dentro de Programas Nacionales Científico-Técnicos (PNCT) y Programas Territoriales (PTCT), cuyos resultados han sido valorados favorablemente por la comisiones de expertos del CITMA y servido a sus autores para la defensa de tesis doctorales y de maestría.
Entre estos resultados se encuentra uno de Celia M. Riera 9[9] en el cual se formula un balance epistemológico de diversas investigaciones y estudios comunitarios realizados en Cuba y en otros países que le permiten a la autora establecer que: "el término COMUNIDAD es empleado como noción y no como concepto definido, lo cual es -agrega la autora- condición necesaria para iniciar cualquier explicación sobre este fenómeno social transformado en objeto de estudio". En la mayoría de los estudios revisados, la autora pudo constatar que el término se emplea operacionalmente, como relataría de indicadores de variables no esenciales. De ahí que pueda afirmar: "Así, la teoría, supuesta sustentadora de la investigación, adquiere el rango de conjetura, de prejuicio". Y concluye: "Esto provoca que la actividad científica en torno a la comunidad, se sumerja en el orden de lo establecido y aceptado socialmente y la realidad se asuma como una respuesta que no suscita preguntas, no se interpreta, no se recrea, en resumen, no se trabaja con lo social. De esta manera, está instalada la noción de comunidad, la cual, en los estudios sometidos a examen, no es cuestionada, ni siquiera en su sentido etimológico, se ha asumido como algo evidente, no ha provocado preocupación en el gremio".
"...el empleo de comunidad como noción en la indagación científica trae consigo la consiguiente descontextualización en el estudio de aquellos procesos, relaciones consustanciales a la comunidad como realidad concreta y contradictoria. Se obvia por consiguiente el estadio de desarrollo que pueda tener dicho grupo humano en estudio y se pautan metas transformativas sin tener en cuenta la dirección objetiva del automovimiento de dicho grupo social. Esto trae consigo, proyectos y programas de intervención de carácter homogenizador y organigramáticos. Estos factores son subyacentes a la espontaneidad en las acciones de transformación, al vicioso círculo ensayo-error, a la tautológica 'experiencia' por la 'experiencia misma' que encontramos en una parte considerable de los trabajos revisados".
La idea de comunidad (viene del latín communitas) es consustancial al marxismo. Carlos Marx y Federico Engels en la Ideología Alemana 10[10] refieren que "la transformación de los poderes (relaciones) personales en materiales por obra de la división del trabajo no puede revocarse quitándose de la cabeza la idea general acerca de ella, sino haciendo que los individuos sometan de nuevo a su mando estos poderes materiales y supriman la división del trabajo. Y esto no es posible hacerlo sin la comunidad. Solamente dentro de la comunidad (con otros) tiene todo individuo los medios necesarios para desarrollar sus dotes en todos los sentidos; solamente dentro de la comunidad es posible por tanto, la libertad personal. En los sustitutivos de la comunidad que hasta ahora han existido, en el Estado, etc., la libertad personal solo existía para los individuos desarrollados dentro de relaciones de clase dominante y sólo tratándose de los individuos de esa clase. La aparente comunidad en que se han asociado hasta ahora los individuos ha cobrado una existencia propia e independiente frente a ellos, y, por tratarse de la asociación de una clase en contra de otra, no solo era, al mismo tiempo, una comunidad puramente ilusoria para la clase dominada, sino también una traba. Dentro de la comunidad real y verdadera los individuos adquieren al mismo tiempo su libertad de asociarse y por medio de la asociación" (p 82).
Como se aprecia en la concepción materialista de la historia el término comunidad y sus derivaciones no son simples nociones, sino conceptos que expresan esencialmente la necesidad de la superación crítica del capitalismo; a este movimiento se le denomina "comunismo"11[11]. Por tanto no es casual la insistencia de Lenin en torno a este concepto en el período en que enfrentaba la realización práctica de una revolución como la de Octubre.
Partiendo de ello la determinación de la comunidad como objeto de estudio implica superar su noción común, empírica, y dejar de considerarla como la suma de sus miembros, lo cual significa una reducción individualizadora de los procesos de la comunidad real, a las características de sus miembros, obtenidos en "diagnósticos clínicos", en constataciones sin mayores pretensiones científicas.
Conceptualizar se deriva, en esencia, de la necesidad de construir el objeto de estudio de las investigaciones comunitarias superando los prejuicios metafísicos que las reducen a constataciones del hecho, a fotografías de lo percibido en la inmediatez (individual o social), a generalizaciones parciales, que abstractamente se instalan en lo universal y ocultan la esencia misma del proceso en estudio.
1 -2 La comunidad como singularidad. Su definición.
Definir la comunidad como concepto, significa para la teoría, develar su esencia tras la red de evidencias empíricas y derivarle, además, de la realidad concreta e histórica, permitiendo a su vez, en el orden científico, lograr una taxonomía de las comunidades realmente existentes y que, en el orden de la práctica social, la acción de transformación sea viable por ser ajustada a la realidad a modificar. ¿Qué es una definición conceptual?. Definición es la operación lógica mediante la cual determinarnos un concepto. Es decir, establecemos su singularidad y sus nexos esenciales, ya que la idea que se tiene de un objeto constituye un concepto siempre que, gracias a ella, podamos distinguir al objeto de todos los restantes. O sea, el concepto permite distinguir lo que hay en el objeto de semejante respecto a los objetos que le son distintos y lo que hay de diferente, en relación con los objetos que se le asemejan.
Tomemos como ejemplo el concepto de clase social dado por Lenin al expresar: "son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción, por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, y, por consiguiente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen"12[12]. Se observa que Lenin al fijar para las clases sociales su característica de ser grandes grupos de hombres, hace connotar su similitud con agrupaciones humanas que le son distintas, ejemplo, las generaciones, las etnias, etc. Sin embargo, señala lo que diferencia a las clases sociales de estas otras agrupaciones cuando establece las variables claves que expone a continuación de la partícula "que" subrayada por nosotros, es decir, el lugar que se ocupa en el sistema de producción, las relaciones respecto a los medios de producción, el papel en la organización social del trabajo y el modo y proporción en que perciben la riqueza que poseen.
Como se observa en la lógica de una definición conceptual existen dos momentos: el primero, es tomar el objeto a definir y adscribirlo a un conjunto que le sirve de referente; el segundo, establecer dentro de ese conjunto que es lo que lo distingue de sus semejantes, en este caso se trata de la determinación de las variables claves que permitan establecer con precisión la singularidad del objeto.
¿A qué conjunto adscribir la comunidad en su definición conceptual?. Si observamos en las páginas anteriores Ezequiel Ander Egg toma como punto de partida para definir comunidad considerar a esta "una unidad social", Rudolf Rezsohazy estima que es "un conjunto de personas", el Proyecto de Programa de Trabajo Comunitario Integrado afirma que "es espacio físico ambiental, geográficamente delimitado", mientras para Héctor Arias es "un organismo social". Para el GEDCOM el punto de partida en una definición de comunidad es considerarla un grupo social. Los grupos sociales constituyen agrupaciones humanas que emergen de los procesos de diferenciación social que transcurren en el ámbito de las relaciones sociales y que tienen como resultante la estructura social específica existente en la sociedad. Tal estructura designa el conjunto de vínculos ordenadores e intercondicionadores del sistema social, ya que en ella se fijan las formas de división social del trabajo, la organización demográfica de los hombres y las interrelaciones entre las clases y grupos sociales.
Al existir diferentes tipos de relaciones sociales, la clasificación de estas sirve como criterio delimitador de las diversas estructuras que componen la estructura social 13[13]. Una de ellas es la estructura socioclasista, la cual refleja todo el cuadro de diferenciación entre las clases sociales, capas y grupos sociales, incluyendo su estructura interna.
Los rasgos diferenciadores internos más importantes son la posición respecto a los medios de producción (relaciones de propiedad), la división social del trabajo (cuyos efectos diferenciadores son la división entre el trabajo físico y el intelectual, entre el campo y la ciudad, entre la industria y la agricultura, entre la esfera productiva y la no productiva y entre el trabajo calificado y el no calificado) y el demográfico (diferenciación según el sexo, la edad y el territorio en que habita).
Por tanto, los componentes fundamentales de esta estructura son: el clasista, el profesional (estructura de grupos surgida como efecto de la división social del trabajo), el demográfico (división atendiendo al sexo, a la edad o a la zona de residencia) y los tipos de agrupaciones que dicho subsistema genera.
Las comunidades constituyen un tipo de agrupación atendiendo al componente demográfico de tal estructura, pues sus miembros comparten un espacio que se reconoce en las más diversas definiciones que existen sobre la misma.
Al respecto, autores como Z. Bauman y J. Szczepanski coinciden en sus respectivas clasificaciones de grupos sociales, al considerar a la "comunidad local" y a las "comunidades que se forman sobre una base territorial, a la población, al pueblo, ciudad" 14[14]
Sin embargo, existen otros argumentos que fundamentan tomar al grupo social como elemento de partida para una definición de comunidad. Tales argumentos se relacionan con la naturaleza grupal de los procesos comunitarios pues en su interior están presentes procesos de construcción de identidades, de determinación de posiciones y asunción de roles, es decir, procesos cuya dinámica escapan al contenido de otros términos que en ocasiones son empleados para definirla como el de conjunto, escenario, etc.
En las relaciones comunitarias se concretan actitudes y estereotipos respecto al propio grupo (comunidad) y frente a otros grupos, el cual a su vez es continente de actitudes y conductas del devenir individual de sus miembros, los problemas de vivienda, los cambios de estructuras legales, etc. Aquí también afloran desde la cotidianidad los problemas relacionados con la familia, el grupo de amigos, la escuela, el sistema educacional, de salud, vecindario, hasta aquellos de orden nacional e internacional.
Sin embargo, se observa que tales relaciones van más allá de las que pueden darse de manera directa en el grupo socio-psicológico, pues la naturaleza de los procesos comunitarios lleva implícita las mediaciones institucionales en el vínculo interpersonal de sus miembros. De ahí la necesidad de considerarla un grupo social y no un grupo socio-psicológico.
Por otra parte, partir de la asunción de la comunidad como grupo social permite apreciarla como una entidad mediadora15[15] de procesos sociales e individuales, que se constituye en espacio socializador de la personalidad inscripto en una formación económico social concreta. En sus procesos se observa una acción que descansa fundamentalmente, en la traslación específica de las relaciones típicas, generales, de la sociedad al conjunto de hombres concretos que la constituyen.16[16]
Ello tiene su enclave conceptual en las obras de los clásicos de marxismo-leninismo 17[17] en las que, sin ser explícitas y rotularías, las referencias al rol del grupo social apuntan a la influencia de la sociedad sobre el individuo y el hecho individual a través de los grupos.
La categoría de grupo entra entonces en el análisis socio filosófico de la realidad, en función de traducir el efecto mediador de lo grupal en el punto de encuentro de lo social y lo individual. La comunidad constituye una forma concreta de esa traducción que debemos interpretar en sus complejas interconexiones.
Analizar la comunidad significa estudiar y conocer la comunidad real, la determinación de su existencia y estadio de desarrollo, en sus gradaciones de maduración y en su diversidad. Una comunidad es mucho más que un lugar que sirve de asentamiento y permite, desde lo estructural, considerarla un grupo social. Aceptar un enfoque de tal reduccionismo significaría para la ciencia asumir sin cuestionamiento el discurso instalado en la conciencia cotidiana de que todo asentamiento es comunidad y por tanto los problemas comunitarios son desviaciones de la supuesta normalidad del orden existente y deben ser enfrentados como refuncionalización social 18[18]. La ciencia supone un abordaje más riguroso de la realidad y, desde nuestra cosmovisión, un compromiso social con la emancipación del hombre.
Por ello, para formular una definición de comunidad no basta con tornar al grupo social como referente para la adscripción conceptual del término, pues su singularidad debe quedar expresada en el orden metodológico en variables cualitativas claves,19[}9] derivadas de procesos reales de gestación de esa entidad, y ser explicitadas en la lógica de su determinación conceptual. Considerar estas variables claves permitiría la evaluación, desde un análisis de lo esencial, de la comunidad que como ideal, se aspira a construir como realidad.
Así, desde la perspectiva en que reflejamos lo comunitario, la participación y la cooperación constituyen variables esenciales. Aquí la participación es entendida como la implicación sentida de los actores comunitarios en la identificación de contradicciones; mientras la cooperación se asume como forma de la actividad coordinada de dichos actores con arreglo a un plan. Una y otra suponen actividad conjunta y una actitud dialéctica frente a la realidad, pues las contradicciones sociales, en lugar de asumirse desde esquemas valorativos como fenómenos negativos, pasan a reconocerse en su realidad ontológica como fuente de desarrollo de la propia comunidad. Entonces, para propiciar tal posibilidad es necesario movilizar el factor subjetivo, desplegar una reflexión crítica sobre la propia realidad y jerarquizar el papel de lo conciente en el devenir comunitario.
Como se observa la gestación de una comunidad constituye un proceso de integración científica y comunitaria, cuyos ejes fundamentales son la participación y la cooperación. Tal integración tiene por base la comunicación abierta, franca, auténtica y sin límites, y su concreción se refleja, como entidad mediadora, en el proyecto que elabora la propia comunidad, cuyo núcleo central tiene como elementos fundamentales la toma, realización y control de decisiones. En los tres momentos están presentes la participación y la cooperación acompañadas de la reflexión-valoración de los sujetos. Lograr la unidad valorativa y de significación de sentido es lo que convierte el proyecto comunitario en un valor en sí y posibilita su avance en el ideal del autodesarrollo.
Una forma diferente de concebir a la comunidad, como grupo social, es aquella que pondera y absolutiza los procesos y representaciones psíquicas de los miembros, donde la realidad social es sólo el conjunto de los procesos del pensamiento, de la emoción, de la voluntad, etc., entretejidos en un mecanismo complejo, desprovisto de su base real -en esta línea se inscriben fundamentalmente los estudios de naturaleza culturológica y los psicologistas.
Reconocer -desde las posiciones de la comprensión materialista de la historia- que la comunidad, como cualquier otro grupo social, posee existencia objetiva es insoslayable como principio metodológico. Los miembros del grupo y sus características psíquicas son elementos que se establecen en el marco de relaciones socio-económicas objetivas, y de los sistemas culturales, de cuya influencia recíproca se deriva la realidad de las relaciones sociales. Por tanto, el sentido de comunidad, de identificación y autoidentificación, de pertenencia, es secundario, derivado, respecto a su condicionamiento objetivo.
A pesar de lo perjudicial que tengan estas posturas para la investigación de la comunidad, por su secuela de empirismo y abstraccionismo, más preocupantes -por sus implicaciones político-prácticas-son aquellas que consideran la comunidad como realidad existente en las representaciones de los hombres, las que derivan su esencia de la creencia de los hombres en su existencia y se comportan de acuerdo con ello. Tomando lo deseado por lo real se parte entonces de una comunidad ficticia. La comunidad se inscribe en los marcos de una formación social, de un modo de producción, de un sistema de relaciones político-jurídicas y espirituales, como esencialidad concreta de la sociedad; por tanto, la idea que sobre este grupo social se tenga como basamento conceptual teórico metodológico, pasa necesariamente por el proyecto social, que como ideal de sociedad, está perfilado, y por la transformación real de la sociedad concreta en el contexto actual.
La superación crítica de la realidad que como negación dialéctica implicaría no sólo la liquidación de las tendencias contrarias a la realización del ideal, sino la afirmación de lo progresivamente nuevo, conlleva la recreación y concreción de los sujetos ideológicos, actores fundamentales de la transformación. La formación y modelación de un hombre y una mujer (de relaciones, de vínculos, de elección de proyecto vital) acordes con el lugar que deben y deberán ocupar en la superación crítica de la realidad se decide allí donde lo social y lo individual se interpenetran, donde lo universal concreto se realiza y existe como hecho, como relación, como cotidianidad.
Por ello, desde la perspectiva que venimos exponiendo, la comunidad es un grupo social que comparte espacio donde la participación y cooperación de sus miembros posibilitan la elección consciente de proyectos de transformación dirigidos a la solución gradual y progresiva de las contradicciones potenciadoras de su autodesarrollo..
Conceptualizar la comunidad, esotéricamente (al interior de la comunidad científica), debe contribuir a sanear de utopismo la acción investigativa, sus resultados teóricos y empíricos, la instrumentalización de acciones transformadoras; mientras, obviar lo anterior, exotéricamente, puede traer consigo un "juego ideológico consistente en ocultar que se trata tan sólo de la representación -una serie entre otras posibles- de una suerte de complejo noúmeno. La utopía se ignora como interpretación y se confunde con la realidad, colocándose a sí misma en el lugar de ésta. En el tendido de tal velo acude al apoyo de la ciencia social."21'211
En Cuba, la comunidad supuesta, amén de otros grupos sociales, es cualitativamente diferente a otras del orbe por haber sido producto -por vía de la creación o la modificación- de la revolución social socialista, que implicó nuevas formas de organización económica y socio-política. Ella no es una forma derivada como alternativa paralela al poder estatuido, como ocurre en otras partes, a pesar de sus imperfecciones reales; por ella transita la ideología y, por consiguiente, es lugar de reproducción tanto de valores como de modos de vida, proyectos, etc., coincidentes o no con el ideal, es el lugar donde se puede distorsionar, empobrecer o enriquecer el proyecto común.
Entre la realidad deseada y la realidad existente se interpone un tiempo que es de conflicto, indefinido en su extensión; lograr reducir desde la ciencia social marxista este intervalo significa contribuir a corregir, a estimular, a ajustar la acción modificadora a la realidad concreta e históricamente determinada. "Conocer es resolver". Esto permite un tipo de propuestas hechas a partir de la realidad objetiva y sus contradicciones que propician un paso superador respecto a investigaciones hechas desde ideales teóricos alejados de la realidad y, consiguientemente, la elaboración de propuestas de acción, que por su adecuación a la realidad social no creen culpabilidad e impotencia. Es necesario observar, comparar e interpretar mirando el tránsito entre lo que fue y lo que puede ser, con la predisposición para poder intervenir e influir, en el sentido de que mañana se produzca en la historia sus posibilidades más generosas y siempre luchar por lo posible.
1.3 El principio del autodesarrollo comunitario.
El trabajo comunitario guarda una lógica coherente respecto a la concepción que se tenga sobre el ámbito de su realización, es decir, la comunidad. Si se asume que normalmente cualquier escenario es una comunidad, en el orden práctico el trabajo comunitario se orientará a tratar aquellos procesos y fenómenos que signifiquen una desviación de esa supuesta normalidad; será el trabajo para refuncionalizar aquellas desviaciones de un orden social que se da por bueno. Si por el contrario, se tiene una concepción de comunidad en la que esta se asume como un proceso de autodesarrollo a través de la elección consciente de proyectos y de la participación y cooperación de la gente, se buscará con el trabajo comunitario gestar un proceso de tal naturaleza.
En el primer caso el trabajo comunitario queda reducido a casos particulares, aquellos que se juzgan necesitados de la acción del profesional por su situación peculiar; en el segundo caso se estima que cualquier asentamiento humano puede ser objeto del trabajo comunitario porque en todos están presentes las expresiones en que toman forma sus contradicciones existenciales.
La actitud frente a la necesidad humana en el primer caso es de socorro por estimarse desde lo profesional que el otro es incapaz de valerse por sí mismo; en el segundo caso la actitud es de confianza en la capacidad humana de superación de conflictos y contradicciones, es decir, de crecer por sí mismo, aportando el profesional las herramientas de su saber para que el otro construya su destino.
Como se observa la intervención comunitaria que se realiza desde lo profesional puede procurar una transformación del estado de cosas existente en la asumida comunidad o ser una puesta en escena de un proceso de refuncionalización a favor del sistema de dominación imperante en la sociedad.
Desde nuestra perspectiva, cuando se habla de acción transformadora de la comunidad, se hace referencia a un proceso de modificación real, de cambio cualitativo progresivo y no al conjunto de acciones cuyo objetivo es que "todo cambie" para que todo siga igual, es decir, transformaciones aparenciales que no afectan radicalmente el estado presente del grupo social y producen una dinámica superficial que no modifica la esencia misma del objeto de la presumida transformación.
Si con la intervención profesional se persigue una transformación en la dirección y el sentido de la superación crítica del estado de cosas existente en el grupo social que aún no ha devenido en comunidad, es decir, la gestación de lo comunitario, entonces ¿desde qué visión teórico-metodológica debe situarse el profesional del trabajo comunitario?, ¿qué vector teórico-metodológico permite orientar la acción transformadora desde lo profesional y posibilitar a la "comunidad" ser protagonista de dicha transformación?
Si bien el combinarse para compartir y actuar en grupos de diversa naturaleza, como elementos de la estructura social histórica-concreta, es una acción espontánea derivada del condicionamiento social de la vida humana y el consiguiente entramado de relaciones para que su producción y reproducción establecen los hombres al margen de su voluntad; dichos procesos devienen en sus contrarios, cuando los grados y forma y participación y cooperación posibilitan la organización y estructuración de sus miembros en la realización de una tarea en común, para el logro de fines resultantes de la preocupación y el conocimiento de la realidad en que están insertas e interactúan.
Esta posibilidad real de conversión de lo espontáneo en hecho consciente se ha visto obstaculizada por multitud de atravesamientos ideo-institucionales, por deficiencias e insuficiencias, debilidades en la acción real de participar y cooperar comunitariamente. La gestación de lo comunitario, desde este análisis, permanece en estado de latencia, como potencialidad de desarrollo no realizado, contradicción esencial en el devenir de lo comunitario.
Dicha contradicción interna, desde nuestra concepción, se despliega cuando la disposición al cambio de la realidad "comunitaria" se concreta en un proyecto comunitario a través del cual se enfrenta a las variadas formas concretas de manifestación de dicha contradicción en la vida cotidiana y cuyas disímiles soluciones son expresión de actos creativos, de crecimiento, de autodesarrollo desde el poder ser.
Según E. V. Ilienkov 22[22] "...cualquier sistema concreto que se desarrolla incluye en sí la contradicción como principio de su autodesarrollo y como forma en la cual se funde al desarrollo", idea que, como expresión sintética de la concepción dialéctica materialista del desarrollo, nos permite comprender que el desarrollo de lo comunitario, como parte del desarrollo social, necesita ser entendido en su especificidad, para desde lo conceptual teórico y desde lo metodológico práctico poder contribuir profesionalmente a la transformación real comunitaria.
Dicha transformación se expresa en una concepción de salud, entendida como la mayor o menor capacidad de identificación y superación de contradicciones. Así, cuando se habla de un crecimiento en salud se hace referencia al proceso de permanentes adquisiciones y desprendimientos, que expresan contradicciones, que el ser humano elabora y enfrenta con capacidad crítica y posición activa.
Por consiguiente el autodesarrollo comunitario conceptualmente se asume como el proceso de gestación de lo comunitario expresado en un crecimiento en salud donde la participación y la cooperación son cada vez más candentes.
Tal constructo epistémico deriva en principio de análisis, evaluación e intervención comunitaria desde la concepción del GEDCOM y se concreta en la asunción de:
o La conciencia crítica como premisa de la disposición al cambio y una nueva actitud ante la realidad.
o La modificación de la realidad comunitaria como acto creativo teniendo en cuenta las circunstancias y las potencialidades internas de los sujetos individuales y colectivos.
o La autogestión y la sostenibilidad concibiéndolas de modo integral, a largo plazo y mediante el aprovechamiento y potenciación de los recursos disponibles tanto materiales como espirituales.
o El avance inmediato como realización de la potencialidad latente y premisa del futuro.
o La multicondicionalidad de los procesos sociales comunitarios.
Se hace necesario entonces develar, hacer conciente el potencial de desarrollo no realizado de lo comunitario y ajustar la acción transformadora a las zonas de desarrollo próximo del grupo social asumido como comunidad.
Sintetizando, toda intencionalidad en pos del desarrollo comunitario exige: 1° el conocimiento de la reales potencialidades del grupo para la participación y la cooperación; 2° la identificación de las fuerzas que desde el entramado social las obstaculizan. Esta exigencia se convierte en punto de partida y atraviesa todo el proceso de intervención social comunitaria.
Tal proceso tiene además como requerimiento el ser proyectado conscientemente por quienes tienen que ser sus protagonistas. Ello supone para la intervención comunitaria la consideración de la dialéctica de lo espontáneo y lo consciente, y la elaboración de proyectos de autodesarrollo.
En la concepción materialista de la historia queda revelado el proceso anterior real a la entrada de la sociedad a la verdadera historia humana como unidad dialéctica de lo espontáneo y lo consciente, de necesidad y libertad, de objetivos deseados y resultados indeseados, de intenciones en función de causas y consecuencias imprevistas. Es necesario tener presente esta dialéctica al analizar los procesos reales de la comunidad.
De hecho el esclarecimiento de estas cadenas de interacciones es inconcebible, sino se toma en cuenta con minuciosidad la acción concreta de grupos sociales, que traducen en acción consciente el interés general de las clases, casi sin excepción inconsciente, y lo realizan en el curso concreto de la historia. La comunidad, como grupo social, no escapa a esta consideración general.
Las opciones de desarrollo para cualquier comunidad pueden ser diversas, más hacer depender la transformación al concebirse que las comunidades de por sí pueden reunirse espontáneamente y analizar su situación con el fin de proceder a acciones colectivas eficaces del "imperativo moral" que generan las condiciones precarias y difíciles de vida de colectivos humanos conduce a posiciones de un "idealismo democrático" que no toma en cuenta las posibilidades de estas para trascender lo vivencial inmediato y encontrar detrás de lo aparencial y fenoménico lo esencial, las causas sobre las que hay que actuar para subvertir la realidad como acción mancomunada.
El desarrollo espontáneo siempre ha existido a través de las contradicciones internas, sin embargo, la posibilidad de efectuar una elección consciente mediante la elaboración de un proyecto de desarrollo comunitario coloca a los sujetos -entiéndase los profesionales y los miembros de la comunidad- en mejores condiciones para alcanzar esos fines, por ello el desarrollo comunitario lo asumimos como autodesarrollo, en tanto que dicha asunción consciente no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente y el ser de los hombres es su proceso real de vida.
Como se observa lo esencial del trabajo comunitario no se reduce a la solución de los problemas expresados en demandas comunitarias o captados en diagnósticos por el profesional. Tampoco en el desempeño de un protagonismo comunitario por el profesional. Si en la comunidad reside lo decisivo para desarrollo, el trabajo comunitario consiste en facilitar los procesos donde se gesta lo comunitario.
2 Condicionamientos de los procesos comunitarios.
Cuando concebimos a la comunidad como un grupo social hacemos referencia al hecho de que existe una variable temporal en su devenir histórico que no se puede soslayar en su estudio y mucho menos cuando se intenta desarrollar sobre el mismo una acción desde lo profesional. Se trata de la necesidad de captar los resultados producidos por la incidencia de una compleja red de condicionamientos internos y externos, cuya conjunción sistémica hacen del grupo lo que es en el momento inicial del trabajo comunitario. Ese presente, que para el profesional viene a ser el punto de partida, contiene una diversidad de contradicciones, conflictos, malestares, demandas y actitudes en la gente que pueden constituir la fuente para el autodesarrollo de la entidad comunitaria.
La conversión de esta posibilidad en realidad pasa necesariamente por una toma de conciencia mediante un proceso de reflexión crítica sobre la realidad material y espiritual de ese presente que es fruto de un pasado y guarda en sí potencialidades de desarrollo no realizadas a conquistar en el futuro.
La complejidad de los fenómenos sociales impiden utilizar un enfoque causal simple a la hora de explicar una realidad que pretendemos someter a examen. Por eso preferimos enfocar el asunto no como determinación, sino como condicionamientos de esa realidad para mostrar las influencias que han estado presentes en el estado de cosas a transformar.
2.1 Fundamento económico social de la comunidad.
Uno de los problemas más serios que ha venido confrontando el trabajo comunitario ha sido el tratamiento estandarizado de los asentamientos humanos sometidos a "proyectos y programas de intervención de carácter homogenizador y organigramáticos", como bien expresa Celia M. Riera en su tesis La problemática epistemológica de las investigaciones sobre comunidad 23[23]. Es decir que, sin importar las diferencias entre un escenario y otro, se despliegan procesos de intervención en forma de recetas curativas para cualquiera sea el problema existente. De ahí la terquedad conque reaccionan tales escenarios cuando una y otra vez regresan al punto de partida inmediatamente que la acción interventiva culmina.
Por desgracia no es un regreso real al punto de partida, como si nada hubiera pasado, pues quedan las secuelas de promesas no cumplidas y el descrédito de la acción interventiva, incluyendo a los actores encargados de dicho rol. Por tanto, las nuevas acciones a desarrollar en el futuro tendrán el obstáculo adicional expresado en "por aquí ya pasaron". Decir que regresan al punto de partida solo puede aceptarse en el sentido de que los problemas no fueron resueltos.
¿Y cómo resolver problemas reales y concretos sin el estudio profundo de la génesis que han tenido?, ¿Cómo aprovechar en forma de oportunidad el potencial de desarrollo contenido en las contradicciones expresadas en forma de problemas comunitarios?. La respuesta a estas preguntas requiere asumir un enfoque dialéctico materialista de la realidad que conduzca a la certeza de que sólo se puede aprehender la génesis de la problemática comunitaria a través del examen del fundamento económico social que han tenido tales problemas. Lo mismo puede afirmarse respecto a la mirada que se tenga respecto a las contradicciones que subyacen en el fondo de las instancias mediadoras de las cuales estos problemas vienen a ser la punta del iceberg: las contradicciones se asumen como una desgracia o como fuente de desarrollo.
La génesis de los fenómenos sociales de cualquier comunidad humana se encuentra en el modo de producción de dicha comunidad. Es decir, en la conjunción sistémica de sus fuerzas productivas y de las relaciones de producción que en correspondencia con estas fuerzas se establecen entre los hombres.
La categoría "fuerzas productivas" nos permite designar el estado de dominio alcanzado por el hombre sobre la naturaleza, tanto por el desarrollo de los instrumentos que utiliza para su apropiación como por el desarrollo del propio hombre. Mientras, la categoría "relaciones de producción" nos aporta el estado de las relaciones que se establecen entre los hombres durante el proceso productivo, relaciones que abarcan las propiamente productivas, pero también las de distribución, cambio y consumo. La lógica vincular de ambas categorías podemos apreciarlas con facilidad si comparamos, por ejemplo, el estado primitivo de las relaciones humanas existente en las condiciones precarias de dominio sobre la naturaleza de la comunidad primitiva, con el avance de estas relaciones en el paso de un modo de producción a otro teniendo como fundamento el avance productivo de la sociedad reflejado en el perfeccionamiento de los instrumentos que el hombre emplea y en el desarrollo de este propio hombre.
Al respecto no es ocioso recordar con Marx que: "Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización."24[24]
Tales condiciones aparecen entonces como resultante del devenir anterior de la comunidad y como premisa de lo puede plantearse como cuestión madura para su transformación hacia el desarrollo. Es evidente que si prescindimos de su examen cualquier intervención en trabajo social comunitario devendrá en una praxis marcada por el voluntarismo, es decir, en el intento de imponer a una realidad ideales de transformación no gestados en esa propia realidad, sino en la mente de quienes llevan consigo "soluciones mágicas".
La diferencia paradigmática más profunda entre la concepción comunista de Marx y la de sus predecesores no estaba en el ideal de transformación social, sino en que aquellos pretendían imponerle a la realidad dicho ideal, mientras Marx investigaba como en esa realidad se gestaban las condiciones para su realización práctica. De ahí que, junto a Engels, expresara en La Ideología Alemana: "Para nosotros el comunismo no es un ideal al que deba sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento de anulación y superación del estado de cosas existente. Las condiciones para este movimiento se encuentran en la premisa actualmente existente"25[25]. Desde entonces el marxismo se ha distinguido por ser un paradigma emancipatorio de la lucha por lo posible, del poder ser en lugar del deber ser de todo el utopismo anterior.
Sin embargo, el fundamento económico-social de la comunidad no podría ser entendido sin considerar la interrelación dialéctica entre las relaciones de producción y el resto de las relaciones sociales que se establecen entre los hombres. Tal interrelación viene expresada en la categoría "formación social" que asume a la sociedad como un sistema social íntegro, donde el conjunto de "las relaciones de producción forma -según Marx- la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social", y agrega: "El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general".26[26]
El examen del modo de producción nos aporta el fundamento económico material de las relaciones sociales imperantes en la comunidad o sea, el contenido de las formas institucionales y espirituales de dichas relaciones. Por tanto, no solo permite conocer el potencial de desarrollo presente en su entidad, sino además el origen de sus expresiones fenoménicas.
La contradicción que se erige en fuente desarrollo del modo de producción es la que se establece entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, es decir, entre el potencial de apropiación de la naturaleza alcanzado por los hombres y las relaciones que estos establecen entre sí. En tales relaciones se refleja aquel potencial y opera como entorno social para su desarrollo. ¿Hasta donde en las relaciones sociales productivas de la comunidad ha quedado reflejado el avance instrumental y humano de las fuerzas productivas presentes en ella?, ¿Hasta donde las relaciones que existen propician u obstaculizan la apropiación productiva humana del entorno?. La respuesta a estas y a otras preguntas de igual naturaleza se presenta como requerimiento cognoscitivo para acceder al fundamento económico social de la comunidad.
Aquí solo resta mencionar que tales relaciones sociales no son abstractas, sino las realmente existentes entre actores sociales diversos, de ahí que un elemento esencial del examen del fundamento económico social lo constituye el análisis socio-estructural de la pluralidad de actores presentes en la comunidad. La existencia, tamaño y nivel de desarrollo de los segmentos sociales que tipifican al modo de producción, junto a otros que lo niegan, o representan alternativas diferentes en su devenir, aportan un cuadro del fondo poblacional, cuya acción es insoslayable en cualquier proyecto de intervención en trabajo social comunitario.
Aunque la diferencia socio-clasista es la más profunda de todas las diferencias sociales, no resulta ser la única existente entre los individuos que componen dicha población. Existen otras diferencias como las generacionales, las de género, de raza, etc. que constituyen para cada individuo infinidad de atravesamientos estructurales que condicionan su comportamiento y que no pueden ser excluidos de esquemas interpretativos de la acción humana.
Incorporar al individuo en toda su complejidad al examen del fundamento económico social de la comunidad permite romper con el modo positivista de entender la sociedad. Si uno se queda en las relaciones sociales, si no se es capaz de pasar del momento estructural del análisis al de su síntesis humana, se pierde el hombre, se fragmenta, se vuelve un dato dentro de una serie estadística, pero nunca el ser que habita la comunidad, cuya necesidad, en el espacio de encuentro con el sistema institucional que debe satisfacerla, es objeto del trabajo social.
2.2 Marco institucional de la participación y la cooperación comunitarias.
La comunidad presente en nuestra concepción posee entre sus variables cualitativas claves la participación y cooperación de sus miembros al compartir un espacio común. Sin embargo, la relación física de vecindad es suficiente para generar per se la participación y cooperación comunitarias. Ambas sólo pueden aparecer, subsistir y estabilizarse en los marcos del sistema institucional que sirve a los miembros de la comunidad como medio para su actividad conjunta.
Las instituciones constituyen modelos de relaciones sociales que ejercen una acción reguladora sobre el comportamiento humano; tales relaciones se distinguen de aquellas que son ocasionales, efímeras e inestables. La existencia de las instituciones le permite al hombre contar con una pluralidad de pautas de rol interdependientes que puede oponer a las acciones naturales que emprende. Ejemplo, el acto sexual es un fenómeno natural; el matrimonio, una institución.
La diversidad de roles involucrados en cualquier institución da estabilidad, seguridad e integración a la sociedad pues permite definir toda una red de expectativas recíprocas de comportamiento indispensables para el funcionamiento de la sociedad. Por el contrario en la base de los procesos desintegradores se puede observar un debilitamiento de la acción institucional.
Dicha influencia se vincula directamente con la capacidad de contención que posea la institución para el despliegue en su seno de la relación social específica que requiere el tipo de actividad conjunta a realizar por su membresía. Cuando el modelo relacional establecido en el espacio institucional entorpece la actividad para la cual la institución debe servir como instrumento social, su acción se debilita. Ello transcurre en un proceso donde al principio comienzan a aflorar disfunciones en la dinámica institucional que terminan por generalizarse produciendo un extrañamiento en sus integrantes en cuanto a su condición de miembro hasta que se produce la ruptura del vínculo institucional.
El debilitamiento o ruptura del vínculo institucional no significa que el individuo deje de necesitar el uso de tal instrumento social, por ello, la búsqueda de nuevas vinculaciones institucionales viene a resultar la vía de escape a la que más se acude.
Las instituciones como medio de actividad humana reflejan el estado de las relaciones sociales existentes en el momento en que surgen. Sin embargo, estas relaciones se modifican con el tiempo y resulta indispensable, cada cierto tiempo una readecuación de las instituciones acorde al nuevo estado que adquieran las relaciones sociales. Por ello la institucionalización permanente constituye toda una ley sociológica desde una mirada funcional de la sociedad.
En el plano de las relaciones políticas ello se expresa en la necesidad de que las instituciones que sirven como instrumento social para el despliegue de la actividad política tengan la capacidad de generar una voluntad política acorde con el estado de las necesidades, intereses, requerimientos y capacidades cognitivo-valorativas y conductuales de su membresía. Cuando ello no ocurre surge una contradicción esencial para el sistema político pues su estructura, funciones y atributos dejan de servir instrumentalmente a la realización de la dominación clasista imperante en la sociedad y se producen fracturas que pueden conducir a la aparición de instituciones fuera del sistema que significan un cuestionamiento rotundo al estado de cosas existente y pueden subvertir el orden establecido.
Para los institutos socializadores como la escuela, la familia y otros, el requerimiento de contención de relaciones sociales específicas se expresa en la capacidad de tales institutos de servir como medio adecuado para la actividad reproductiva del hombre, entendida no solo en los marcos de la contradicción sucesión-renovación generacional, sino en todos los aspectos en que son reproducidas las relaciones sociales en el transcurso de la vida cotidiana del hombre. La acción de estos institutos permite apreciar aquellas relaciones que poseen una reproducción ampliada marcando una tendencia en el devenir social, frente a aquellas, cuya reproducción decreciente muestran la tendencia hacia su desaparición como práctica social.
Para la investigación comunitaria el estudio de los procesos de participación y cooperación a nivel comunitario no puede obviar el examen del entorno institucional en que tales procesos de despliegan, pues en el modelo relacional que impone en su acción reguladora sobre el comportamiento humano están presentes los modos, tipos y formas participativas y cooperativas que promueve y admite, junto a las que rechaza y penaliza mediante los diversos mecanismos que emplea para el establecimiento de pautas.
Miguel Limia en el informe final de investigación sobre Las contradicciones esenciales del desarrollo de la sociedad cubana contemporánea271271 señala a inicios de los noventa, entre otras, la presente en el sistema político cubano entre la situación de los medios de la actividad política (entiéndase estructura y funciones del sistema político con sus diferentes atributos) y el estado de las necesidades, requerimientos y capacidades cognitivo-valorativas y conductuales e intereses sociales del pueblo cubano, considerando las elevadas expectativas y exigencias de una población con elevados niveles de instrucción y cultura política sobre las diversas instituciones que le sirven como medio para la actividad política y el requerimiento de que estas instituciones estén a la altura de los desafíos que ello implica.
A pesar de las transformaciones producidas en el conjunto de las instituciones del sistema político cubano durante el decenio de los noventa aún hoy sigue siendo necesario el perfeccionamiento continuo de estas instituciones, pues como ninguna otra en el hemisferio occidental deben ser capaces de propiciar el desarrollo de un sistema democrático superior al que pueden aspirar otros pueblos sometidos a la dominación imperialista.
El reflejo de sus logros y limitaciones en los diversos escenarios en que se despliega el trabajo social comunitario en Cuba constituye un condicionamiento para el logro de los resultados que se puede proponer. Lo mismo puede afirmarse respecto al estado del resto del sistema institucional cubano.
2.3 La elección consciente de proyectos en el universo espiritual comunitario.
La elección consciente de proyectos constituye en el plano de las relaciones espirituales de la comunidad una variable clave incorporada con plena legitimidad a su definición conceptual. Ello nos lleva a considerar el estado del entorno espiritual de la comunidad como un eje esencial entre los condicionamientos del trabajo comunitario.
¿Cuáles son los valores que sirven de referente a las personas para elegir y construir proyectos de autodesarrollo comunitario?, ¿qué modelos le aportan la contención que sirve de base a sus ideales de realización personal y social?, ¿predominan en su actividad los valores ideológicos establecidos o una orientación de naturaleza espontánea propia de la psicología social comunitaria?.
En el universo espiritual comunitario está presente una contradicción esencial a toda la sociedad, cuyo transcurso se produce entre los niveles de la conciencia social. Como se conoce tales niveles son la ideología y la psicología social. Ambos expresan una diferencia cualitativa y de inmediatez en el reflejo del ser social, pues a nivel de ideología este reflejo es más profundo e integrador por intervenir en el mismo la producción científica e intelectual acumulada en el orden cultural por la sociedad, mientras a nivel de psicología social el reflejo se produce de modo espontáneo. Ello genera un desfasaje en los resultados del proceso de reflejo de la realidad social entre ambos niveles pues la intervención de las mediaciones culturales en el reflejo ideológico lo retrasa frente a la espontaneidad conque el mismo transcurre en la psicología social.
Tales diferencias devienen en contradicción cuando se correlaciona la orientación que realmente le imprime a la actividad humana la experiencia psíquica producida por la vida cotidiana y aquella que le prescribe la ideología explícitamente formulada y sancionada en la sociedad. Tal contradicción es fuente de profundos malestares personales y sociales presentes en los procesos comunitarios porque sobre las actitudes y comportamientos de la gente se ejerce una doble regulación, una proveniente de la ideología portadora de valores enraizados en el devenir histórico de la sociedad, y otra proveniente de la psicología social con criterios formados por aprendizajes adquiridos al desarrollar estrategias de supervivencia cotidiana.
En situaciones de crisis tal contradicción se profundiza, pues la rapidez y profundidad de los cambios que se producen en las relaciones sociales aumenta el desfasaje entre ambos niveles de la conciencia social surgiendo una imagen de que el discurso ideológico se ha hecho obsoleto, pero sin que su lugar pueda ser ocupado por el reflejo espontáneo producido a nivel psicológico dada su inmediatez. En Cuba el comportamiento espontáneo de esta contradicción a lo largo del período especial ha manifestado rasgos socialmente negativos de significación, pues se ha venido produciendo cierta separación, determinada ruptura en la orientación social de la psicología social de los trabajadores y la ideología socialista, sus normas, valores y puntos de vista.
El estado de la conciencia moral, política y religiosa del país pone de manifiesto determinadas fuentes significativas de enajenación, de separación entre el individuo y las fuerzas sociales objetivas, que siendo resultado de su actividad se manifiestan como sujetos con vida propia y existente por encima de él. El problema no radica en que existan determinadas formas de enajenación, por cuanto la construcción socialista supone el despliegue de un proceso de desenajenación, sino en el insuficiente ritmo de este proceso y la aparición de factores que lo interfieren.
Esta contradicción está en la base de determinadas tendencia consumista, de pasividad, de apatía política y laboral, de falta de combatividad e iniciativa, de irresponsabilidad y, a veces, de conductas antisociales. Tales tendencias operan en sentido contrario a la movilización y protagonismo que supone la participación y cooperación comunitaria. Sin embargo, deben ser entendidas pues el asunto no se resuelve con charlas adoctrinadoras desde valores desconocedores de la complejidad que en estos años ha adquirido para muchos la solución de los problemas vitales de su supervivencia cotidiana.
El modo en que ello puede afectar la elección consciente de proyectos de autodesarrollo comunitario es decisivo, pues para muchos, la inmediatez de sus estrategias vitales los compulsa a la búsqueda de soluciones individuales contrarias a la solución colectiva que supone un proyecto de autodesarrollo comunitario.
Se trata entonces, de ajustar la expectativa del trabajo comunitario no solo a la realidad en su fundamento económico-social y en su entorno institucional, sino también al impacto que esa realidad genera en la vida espiritual comunitaria, los diversos modos de adaptación social que se construyen como estrategias vitales para enfrentar la cotidianidad y los conflictos que las personas padecen cuando los sistemas reguladores de su comportamiento actúan desde lugares no solo diversos, sino además contradictorios.
2.4 El entorno exterior de la comunidad.
La fuente del autodesarrollo comunitario radica en sus contradicciones internas, de ahí la necesidad de hurgar y potenciar lo endógeno en el trabajo comunitario. Sin embargo, una visión dialéctica de la realidad debe incorporar el análisis del entorno exterior de la comunidad, pues en él radican factores que pueden favorecer o entorpecer la acción gestora de lo comunitario, incluyendo la viabilidad de cualquier proyecto desde el punto de vista de sus condiciones exteriores.
La influencia del entorno exterior reside en el carácter objetivo de la interdependencia de las relaciones socio-económicas, político-jurídicas y espirituales de la sociedad humana contemporánea a partir de los procesos de globalización cada vez más pronunciados que se producen en el mundo. Si en siglos anteriores podía existir determinado aislamiento de algunas sociedades respecto al entorno, en la actualidad ello es imposible, por lo cual la interrelación entre procesos internos y externos
genera una tendencia a la apertura.
Hoy no existe ningún espacio geográfico que escape de la influencia de tales procesos. Por ello, cualquier asentamiento humano puede aprovechar para su beneficio lo que haya de favorable en ese entorno y, a la vez, tiene que lidiar con los efectos que en su interior producen las crisis y conflictos de sistemas sociales muy superiores a su propia entidad. El surgimiento de sociedades cada vez más abiertas a la influencia externa constituye un fenómeno que no puede tomarse con indiferencia, sino en sus consecuencias para la viabilidad de cualquier proyecto, mucho más cuando se hace una elección consciente del mismo como ocurre en el ámbito comunitario.
Una pequeña comunidad tiene como entorno inmediato la región donde está enclavada, pero también con diferente grado de mediatez el país, el área geográfica y el mundo en su conjunto:
En su región existen características tecnológicas, sociales y culturales que le aportan determinada potencialidad para su desarrollo en forma de oportunidades, pero también determinados obstáculos y limitaciones.
En su país existe un sistema de dominación que por su contenido (según los intereses que favorece) y por su forma (según los niveles de democratización, de centralización institucional, de autonomía local, etc) puede favorecer o no el despliegue de procesos participativos de naturaleza comunitaria y de elección consciente de proyectos.
En su área geográfica puede expresarse con mayor o menor fuerza la geopolítica de las principales potencias que dominan el mundo contemporáneo, incluyendo asuntos tan vitales para cualquier pueblo como el de la guerra o la paz.
En el mundo contemporáneo predomina una concepción liberal en los sujetos que rigen los procesos económicos, políticos y culturales de alcance global, mientras existe un enorme desequilibrio de fuerzas que ubica a una superpotencia a la cabeza del concierto de naciones. Tales condiciones obstaculizan significativamente el despliegue de procesos de transformación de naturaleza comunitaria.
Como se observa, el entorno exterior de cualquier comunidad puede tener una influencia tan decisiva sobre los procesos comunitarios que obliga a destinar un esfuerzo nada despreciable para propiciar en él la aparición y desarrollo de condiciones favorables para la viabilidad de cualquier proyecto comunitario. Por ello, con frecuencia es objeto de la acción del profesional cuando este percibe que los resultados de su trabajo comunitario no dependen sólo de elementos endógenos de los escenarios donde realiza su labor. Tratará entonces de influir sobre ese entorno, en particular sobre aquellos sujetos con capacidad decisoria en asuntos que afecten directamente a la comunidad.
3- El grupo de investigación y la comunidad como sujetos y objetos de la investigación.
La necesidad de lograr una transformación de la realidad comunitaria implica, como se ha venido exponiendo, la insoslayable participación de las masas de la población como actores protagónicos conscientes de dichos cambios, sin embargo existe una monopolización del conocimiento experto en manos de profesionales, que con lenguaje especializado y con terminología técnica discursan sobre los complejos problemas de la realidad, dejando excluidos de estos saberes a quienes los necesitan con mayor urgencia como instrumentos para la modificación práctica de sus vidas.28[28] La exclusividad del acceso al conocimiento científico impide a los afectados por una problemática social dada, el participar en el examen crítico de sus situaciones, lo cual no sólo le permitiría llegar a comprender sus causas, sino también a rescatar y/o redimensionar críticamente las habilidades prácticas de la gente, sentimientos, tradiciones antiguas, sabiduría individual y colectiva que existe de forma sumergida en el modo de vida, contribuyendo a la posibilidad de tratarlas instrumental y operativamente en la modificación interesada de dicha problemática. En este sentido es que podemos plantear la necesidad de descolonizar las ciencias sociales.
Se hace imprescindible la revalidación del rol del investigador y profesional comunitario así como el papel que desempeña la comunidad como objeto de investigación en los procesos de producción de conocimiento científico y su salida a la práctica social. Una comprensión dialéctica del sujeto y el objeto de investigación comunitaria implicaría tener presente siempre los rejuegos de lo psicológico y lo social, lo individual y lo colectivo, lo intra y lo íntersubjetivo. Lo social tiene una configuración histórica en la integración del sujeto real, que se expresa en su personalidad, pero además tiene una configuración actual permanente que se manifiesta día a día en la relación sujeto-sociedad.
El sujeto (colectivo o individual) reafirma cotidianamente en su sistema concreto de relaciones los rasgos, características, particularidades de sus formaciones psicológicas, de ahí que actualice o reconstruya permanentemente su subjetividad, sus pautas actitudinales, comportamentales en la misma medida en que sea más o menos participativo en el sistema de relaciones sociales concretas en las que está insertado. Esta relación entre lo histórico y lo actual no implica la subsunción de uno en el otro.
La categoría sujeto pasa a ocupar un lugar central como momento de integración entre lo psicológico y lo social del individuo o grupo en su existencia real, de ahí que asumamos que tanto el investigador (individual o grupo de investigación) como el (la, los) investigado (a, s) en el caso de los estudios comunitarios, son sujetos en el proceso de indagación científica, cuya finalidad es la transformación social, rescatándose del anonimato y la manipulación objetal a estos agentes sociales del cambio. Queremos dejar explicitada esta idea aunque parezca una verdad de perogrullo. Al recontextualizarse y validarse desde el paradigma cualitativista, que no sin puja se ha venido enfrentando a los achaques y manías cuanti-positivistas, los estudios de la intra y la intersubjetividad, propician una percepción de los procesos reales que discurren en la vida comunitaria -institucional, grupal, individual- desde miradas que tienen un fundamento diferente a la del investigador, así por ejemplo la problemática de la gobernabilidad y el liderazgo comunitario debe ser vista también a través de los ojos de los electores, la problemática de la escuela, desde la óptica del alumno o del estudiante, la salud o la enfermedad desde los ojos de los pacientes, los cuales aportarían la interpretación y los significados que tienen para ellos las situaciones concretas del sistema dinámico de relaciones de su cotidianidad.
Con ello se va conformando una concepción de la investigación en "primera persona", tal y como afirma Esther Díaz (2000, pag.206), en la cual se toma a las personas que se investigan como "nosotros", pues el 'investigador es parte del investigado por estar unidos por "la ética de la solidaridad" y los considera como sujetos/objetos "no separados de las estructuras sociales de las que son efectos y creadores" 29[29]
Cualquier visión del hombre en el proceso de investigación implica comprenderlo integrado a diferentes sistemas de relaciones e instituciones de una sociedad concreta, donde lo social se pudiera explicar en lo individual, grupal e institucional, lugar común, además, de las claves para comprender e interpretar tanto lo histórico como lo actual en la determinación del sujeto que se transforma en objeto de estudio en las investigaciones comunitarias concretas.
Existe todo un conjunto de saberes y conocimientos que sólo son viables en su aprehensión mediante un compartir íntersubjetivo, en una comunicación interactiva en la comunidad, el grupo de investigación y entre ambos, resultantes de la autorreflexión y el esfuerzo colectivo. Los resultados en el orden explicativo y comprensivo, desde esta visión, apuntan hacia la práctica transformadora de naturaleza desalienadora. Partiendo de dicha concepción holística, las ciencias sociales que participan como disciplinas en las investigaciones comunitarias, deben favorecer el desarrollo de una comunicación sujeto-objeto/sujeto no coercitiva, no dictatorial y abogar por un conocimiento que reivindique la autorreflexión como proceso tendiente a la liberación del sujeto de poderes establecidos.
Nuestras investigaciones son el camino en dirección opuesta al modelo positivista, donde fue sustituido el sujeto por el objeto, las integraciones por las descripciones de elementos aislados y su significación estadística.
El sujeto es pues, desde nuestra mirada una expresión viva de su sistema actual de relaciones y de la historia de dichas relaciones por consiguiente tenemos que trascender las descripciones de elementos aislados y comprender cada aspecto concreto del individuo o grupo en el complejo sistema de relaciones y valores donde estos existen, los patrones de dichas relaciones, sus contradicciones, su movimiento histórico y además, tal y como la afirma D. Bertraux (p. 18) "...descubrir las formas de discurso a través de los cuales los elementos del conocimiento acerca de los procesos socio-históricos encontrarán su forma dentro de las culturas vivientes y, de este modo, llegando a la vida pública se convierten al final en conocimiento común".30[30]
Esta posición teórica que se orienta a la comprensión integral de la vida social está fundamentando, explícitamente, estudios interdisciplinarios cada vez más profundos de la comunidad y sus instituciones, lo cual demanda un espacio metodológico común como vía de control y enriquecimiento de la elaboración teórica de la que puedan nutrirse las ciencias sociales y humanas que participan en dichos estudios.
Además, al ser la investigación interdisciplinaria un módulo de cooperación de especialistas que abordan un objeto común, demanda también un trabajo en grupo que presupone el interjuego de roles de sujetos/objetos en el proceso de construcción del conocimiento.
En tal sistema de trabajo científico se establecen relaciones potenciadoras de nuevos saberes, de un aprendizaje personal y grupal, y transformaciones en el orden subjetivo, conductual y comportamental de los sujetos intervinientes, así como de las circunstancias en las que desarrolla el grupo de investigación su tarea.
Estas circunstancias además de continente, son contenido de la autorreflexión crítica y colectiva cuya finalidad es perfeccionar el sistema de trabajo grupal a través del enriquecimiento de los momentos teóricos y empíricos del conocimiento y de la metodología de investigación asumida por el grupo. Aquí el sujeto de investigación, al transformar su actividad profesional y el sistema de relaciones objetivas y subjetivas generadas por ella se asume como objeto de conocimiento. De ello está dependiente el autodesarrollo del grupo interdisciplinario.
En esta dimensión la producción de conocimiento reviste la forma de autoconocimiento, cuyo contenido es la sistematización teórica y metodológica del proceso real de investigación interdisciplinar, lo que deberá traducirse en el crecimiento teórico transdisciplinar y en el perfeccionamiento de la metodología del conocimiento de nuestro objeto concreto. La metodología, como extensión del sujeto colectivo de investigación deviene en una estrategia concreta que optimiza el aprendizaje individual y grupal así como los recursos en la producción científica, permitiendo mejorar las relaciones y vínculos entre los profesionales y entre las disciplinas, las formas de comprensión y las situaciones, por medio de acciones participativas de los investigadores.
Traemos a colación, como referente importante en la dirección en que hemos venido exponiendo esta idea de Z. Rodríguez Ujidos en Filosofía, Ciencia y Valor "...los contenidos del conocimiento científico están cargados no sólo de elementos objetivos sino a su vez de momentos subjetivos, en virtud de que en el avance de las ciencias se descubren las vías de la humanización del mundo en correspondencia con los intereses sociales". 31[31]
El grupo de investigación es sujeto colectivo de conocimiento y simultáneamente objeto por su propia naturaleza grupal, dentro de la propuesta teórico metodológica que venimos argumentando desde estas páginas.
4 Lo grupal en la intervención comunitaria.
La vida del hombre transcurre en grupos, desde la familia que constituye el grupo primario de génesis de la personalidad hasta los grupos secundarios donde esta se transforma. Los grupos son por excelencia el lugar de encuentro entre la estructura social y la individual, no en el sentido de formaciones puras aisladas de ambos contextos (el social y el individual), sino en el sentido de que tanto lo social como lo individual se da en lo grupal, son parte de lo grupal y a la vez son fundante de ello.
Cada uno de estos niveles tiene sus particularidades, opera a partir de ciertas leyes que son características de cada nivel correspondiente. Aquí lo que interesa ahora resaltar es que el espacio grupal es un lugar de génesis y transformación de la personalidad.
Los grupos son conjuntos de personas que se comparten un espacio y un tiempo, interactúan entre sí en función de un objetivo o tarea, que tienen normas, metas, proyectos, intereses en común, con un interjuego de roles que se asignan y se asumen, que dependen de la carga sociocultural, de la tarea y de las mutuas representaciones internas. Ellos tienen una historia y un proceso de desarrollo.
Un grupo es muchos grupos, es un juego de espejos porque cada miembro tiene una autoimagen y una imagen del otro. Es en ese interjuego donde se vincula lo intersubjetivo y lo intrasubjetivo; donde lo intrasubjetivo deviene de los intersubjetivo.
El vínculo interpersonal que se establece en el espacio grupal, para facilitar su análisis lo podemos entender como un proceso en el cual, dichos individuos interactúan en busca de gratificaciones o evitando privaciones, a partir de ciertas motivaciones que, aunque procedan del individuo tienen una multivariada influencia. Dicho proceso se dice, está en equilibrio cuando existe un balance dinámico-funcional entre sus partes interdependientes. Todo vínculo, por supuesto, es dinámico y no estático, pero a pesar de ese estado de constante movimiento él puede mantener el balance funcional.
En el funcionamiento de relación vincular normalmente ocurren cambios que son consecuencia de diversos factores. Cuando estos cambios son menores son absorbidos mediante ajustes del propio proceso y así se restablece el equilibrio. Cuando son de dimensiones mayores pueden provocar el desequilibrio de interacción, el cual persistirá hasta tanto se logre alcanzar un nuevo estado de equilibrio.
Existen cambios funcionales y disfuncionales. Los primeros son aquellos favorables al vínculo, los segundos, por el contrario, le generan efectos nocivos.
La integración de los elementos señalados anteriormente tienen como eje central la interacción social la cual se realiza a través de los roles sociales. Comprender la naturaleza de esa integración y el papel que en ella juegan cada uno de los elementos, presupone un adecuado conocimiento de la relación entre la estructura social, grupal e individual.
En toda relación donde las partes asumen lo que viene asignado en el contenido de rol que se está jugando, al menos formalmente está garantizada la acción concertada. Lo que garantiza esta "concertarían" es la vinculación en situaciones estandarizadas, es el conocimiento que tienen los individuos acerca de la correspondencia entre roles y sus contenidos.
Esto provoca lo que se denomina identidad de rol, o sea, cuando las actitudes y conductas son "compatibles" con el rol asignado. En este caso se produce cierta coincidencia entre el rol esperado, el rol percibido y el ejercido. En la medida que disminuye la diferencia entre estos aspectos del rol, aumenta la probabilidad de que no se produzcan disfunciones grupales.
Se supone, concordando con T. Parsons (1966) que cuando una pluralidad de actores tiene conformidad con lo asignado con la posición particular que ocupa esa pauta o criterio de orientación de valor está institucionalizado.
Para que una pauta de orientación de valor se pueda institucionalizar es necesario primero internalizarla, lo que significa aprehenderla, incorporarla, hacerla suya. En la institucionalización de esas asignaciones, puede estar centrada la interacción de las disposiciones de necesidad de los individuos con las pautas de idealidad que influyen en la acción, proceso que depende de la forma de los vínculos en que estuvieron insertos los actores.
Cuando esto ocurre las pautas institucionalizadas pueden expresar el cumplimiento de las disposiciones de necesidad de los actores (motivaciones) y por tanto, constituir una condición para ser óptimas las reacciones de los otros actores que interactúan.
La institucionalización entendida como conformidad con lo asignado, en el ámbito de grupos se expresa en un ECRO (esquema conceptual referencial operativo, creado por Pichón Riviere), entendido este como un marco referencial común con el que el grupo puede trabajar y construir creativamente en una tarea completa. De manera que estudiando el conjunto de conocimientos y aptitudes conque opera un grupo se puede conocer cómo se da la interrelación entre las pautes de idealidad, las disposiciones de necesidad y el vínculo intersubjetivo que allí tiene lugar.
Independientemente de los temores y prejuicios respecto a los grupos 32[32] ellos constituyen el espacio ideal para la potenciación comunitaria, pues constituyen un lugar de sostén y seguridad y transformación de los individuos. Ese adecuado equilibrio se logra centrando la tarea. Ella es el líder del grupo porque pauta el liderazgo y condiciona el clima dinámico del grupo.

jqalonso@hotmail.com Dr. Joaquín Alonso Freyre
rrpcu@latinmaiul.com Dr. Ramón Rivero Pino
cmriera@latinamail. com M Sc Celia Marta Riera Vázquez

Dr. Joaquín Alonso Freyre - Dr. Ramón Rivero Pino - M Se. Celia M. Riera Vázquez Facultad de Ciencias Sociales - Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas, Cuba
1[1] E. Ander Egg (s/a): "Conceptos de comunidad y desarrollo de la comunidad" en Selección de lecturas sobre trabajo social comunitario. Curso de Formación de Trabajadores Sociales. Centro gráfico de Villa Clara, pp. 10-14.
2[2] R. Rezsohazy (1988): El desarrollo comunitario. Nircea, Madrid.
3[3] Por ejemplo, Teresa Zamanillo y Lourdes Gaitán (1997): Para comprender el trabajo social. Verbo Divino. Navarra
4t"] "Proyecto de programa de trabajo comunitario integrado" en Selección de lecturas sobre trabajo social comunitario. Curso de Formación de Trabajadores Sociales. Centro gráfico de Villa Clara, pp. 5-9.
5[5] Héctor Arias Herrera (1995): La comunidad y su estudio. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, pp.6-11
6[6] Carlos Villabella Armengol (1998): El municipio cubano actual. Su modelo estatal. Tesis doctoral, Universidad de Camagüey; Mirtha del Río Hernández (2002): La participación popular en el proceso de toma de decisiones públicas en el ámbito local comunitario. Su régimen jurídico. Tesis Doctoral. UCLV.
Santa Clara.
7(71 C Villabella: op. cit. Pág. 120.
8[81 Al respecto puede consultarse de C. Villabella: op. cit, anexo 12.
9[9] Celia Marta Riera Vázquez (1997): La problemática epistemológica de las investigaciones sobre comunidad. Tesis de Maestría. UCLV. Santa Clara.
10[10] C. Marx y F. Engels (1975): Ideología Alemana. Moscú, Editorial Progreso. Moscú.
11[11] Ibídem. p 37.
12]12] V. I. Lenin (1975): "Una gran iniciativa" en Obras Escogidas, Tomo III. Editorial Progreso. Moscú,
p. 228.
13[13] Todas estas estructuras se encuentran interrelacionadas y, a la vez, poseen relativa independencia.
14[14] Tomado de E. Hanh (1985): Realidad social y conocimiento sociológico, Sociología, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, pp 255-256
15[15] Ver E. Hank (1985): Op cit. p. 261 y ss.
16[16] En la literatura sociológica contemporánea el concepto de grupo se aplica como designación genérica de gran número de asociaciones sociales mas o menos fijas e institucionalizadas, así como ciertas agrupaciones sociales temporales mas o menos duraderas, las cuales no se caracterizan como, ciertamente, por un sistema reglamentado, fijo, de relaciones internas, pero que pueden desempeñar un papel de extrema importancia en la conversión y configuración de relaciones sociales como fuerza social y muchas veces constituyen la base social e inmediata para una acción históricamente significativa del individuo. Ver E. Hanh. Op. Cit., p 261 y ss.
17[17] Ver trabajos de C. Marx, F. Engels (1975) y V. I. Lenin (1975) tales como "El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte", "Las Guerras Campesinas en Alemania", "Una gran iniciativa", etc. en las ediciones de sus Obras Escogidas. Editorial Progreso, Moscú.
18[18] En los sistemas de dominación al servicio de oligarquías nacionales e imperialistas, ello no es casual, sino coherente con la lógica de tal dominación y estimulado por ella desde la política y desde la academia a sueldo que le sirve.
19[19] En el camino hacia la teorización el material empírico debe ser simplificado lo cual tiene como resultado la selección de variables, que por alguna razón se consideran esenciales así como las relaciones claves entre ellas en tanto que cuanto mayor sea el número de variables tanto más esquemáticas y por tanto menos exactos tendrán que ser los supuestos sobre sus relaciones. Orientar la investigación en dirección a la develación de los aspectos esenciales (abstracción) ocultos tras los hechos constatados, permitirá comprender la real complejidad de la realidad concreta, el conjunto de relaciones en sus especificidades a partir de lo esencial determinante.
20[20] Ver V L Lenin (1973): »Una gran iniciativa", op. cit. p 217-239.
21[21] Eduardo Piazza (1996): Una polémica sobre la ilustración. Un viaje al nowhere. Ponencia presentada al V Simposio de Pensamiento Filosófico Latinoamericano, UCLV, Santa Clara.
22[22] E. V. Ilienkov (1977); Lógica dialéctica. Moscú. Editorial Progreso; p. 365.
23[23] Celia M. Riera: Op cit, p. 23.
24[24] Carlos Marx (1973): "Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política" en C. Marx y F.
Engels: Obras escogidas. Editorial progreso. Moscú, p. 183.
25[25] C. Marx y F. Engels (1975): op. cit. p. 35.
26[26] C. Marx y F. Engels (1973): "Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política" op. cit.
p. 182.
27[27] Limia David, Miguel (1990): Las contradicciones esenciales del desarrollo de la sociedad cubana contemporánea. Informe final de investigación. Instituto de Filosofía. La Habana.
28[28] P. Park(1992); "¿Que es la investigación acción participativa?. Perspectiva teórica y metodológica" en La investigación acción participativa. Inicio y desarrollos. Ed Popular O.E.I. Quinto Centenario. España, p. 148.
29[29] Esther Díaz (2000): La epistemología en los tiempos del fin de las epistemologías. Tesis Doctoral en Ciencias. UH, La Habana, p. 206.
30[30] D. Bertraux "Desde el abordaje de la historia de vida hacia la transformación de la práctica sociológica", en Metodología de la Investigación cualitativa, documento de trabajo 5,1.I. C. E., Fac. de Filosofía y Letras, UBA, Argentina; p. 18.
31[31] Z. Rodríguez Ujidos (1988): "Filosofía, Ciencia y Valor" en Obras Tomo II. Editorial Ciencias Sociales. La Habana p.41.
32[32] Temor ai caos \& rebelión, la fuerza de los grupos. Temor a la descentración en relación consigo mismo, rechazo a aceptar lo que no se quiere. Temor por el desconocimiento de lo que es el grupo, su dinámica.

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