martes, 26 de junio de 2007

COMUNICACIÓN ¿ALTERNATIVA?

Desde los años 60 y 70, lo alternativo en comunicación se ha entendido como “lo otro” a la comunicación dominante. Es aquella producción que surge de una gran cantidad de grupos sociales excluidos de los espacios de decisión y debate público en la sociedad, así como de los flujos de información que circulan masivamente. Las diferencias sociales, la exclusión, la concentración del poder en manos de unos pocos, se reflejan también en el ámbito de la comunicación. Estas desigualdades, y el contexto latinoamericano de ese momento, dieron lugar al nacimiento de múltiples experiencias de comunicación barrial, popular, participativa, local y contestataria.
Según Mar de Foncuberta y Gómez Mompart, la denominada “comunicación alternativa ” “ha nacido a partir de sectores de oposición de izquierdas, por lo general organizados, que han necesitado buscar una alternativa a fin de encontrar un modelo de comunicación, o simplemente una práctica que sirviera a sus intereses ideológicos”[1].
Pero, hoy, a comienzos del siglo XXI, si bien se conservan enormes brechas sociales, y prevalecen la inequidad y la exclusión, los retos para la comunicación son diferentes. La globalización, las tecnologías de la información, el surgimiento de otras culturas juveniles, la ruptura de las fronteras, de los estados-nación, el surgimiento del ciberespacio, han generado nuevos lenguajes y nuevas formas de apreciación de la realidad que nos llaman también a formas creativas de resistencia y de participación en lo público.
A esa comunicación conocida como alternativa, popular, o de base le ha llegado la hora de replantearse.
No se la puede seguir entendiendo como la comunicación que se hace de manera artesanal, dirigida a un público reducido, marginal, o en contra de los medios masivos. Las nuevas formas de relación demandan propuestas originales, que también puede n ser masivas, autosostenibles, e, incluso, rentables.
El nuevo rumbo le apuesta a la conformación de una ciudadanía fortalecida, que participa de la construcción de la agenda pública, es veedora de la gestión pública. La comunicación se realiza con criterios de equidad e inclusión social.
1. Comunicación sin apellido
La comunicación que se realiza no se debe a la pregunta acerca de contra quién o contra qué se habla y se actúa, sino al tipo de mensaje que se propone, a la forma de expresarlo, y a lo que éste genera.
Es una comunicación que considera al público, no como un receptor pasivo, sino como colectivos que pueden y deben ser también productores de mensajes. Son sujetos con los que se entra en relación, no grupos de gente a los que hay que revelar el camino a seguir, explicar lo que se debe decir, pensar y hacer.

“Comunicar no es tomar la voz para representar ni remplazar a los que no son visibles públicamente. Es abrir espacios para su expresión.”

A tener en cuenta:
- Investigar los hechos, las comunidades y las culturas.
- Confrontar fuentes y opiniones.
- Consultar fuentes provenientes de diversos sectores sin quedarse únicamente con la versión oficial.
- Garantizar espacio para todos los grupos sociales.
- Relacionar lo que ocurre en las localidades con los niveles nacionales e internacionales y no conformarse con la información tradicional de agencias de prensa y comunicaciones oficiales.
- Indagar por lo que pasa en zonas semejantes en el mundo, sin restringirse a los países o regiones privilegiados por las transnacionales de la información.
- Destacar las acciones de la comunidad más que las de personas aisladas.
- Resaltar los liderazgos naturales, que no necesariamente coinciden con altos cargos y nombramientos.
- Hacer seguimiento a las informaciones y casos que se presenten.
- Encontrar la relación entre lo local y lo global, entre lo extraordinario y lo ordinario, entre los hechos puntuales y los procesos.
Una propuesta de comunicación muestra la realidad desde diversas ópticas y puntos de vista para que la gente tenga la mayor cantidad de elementos de juicio para formarse una opinión. Ahora, la posición ideológica o política del medio se hace explícita en las secciones editoriales, de modo que quien recibe los mensajes conoce con claridad la opinión de quienes los elaboran. No tiene sentido repetir la historia de medios en los que se presenta una sola versión, la línea correcta, la que sí es.
La comunicación es participación y no consumo, se refiere a sujetos sociales y no a consumidores o usuarios. En vez de estar al servicio de una ideología o de un interés económico particular, está al servicio del interés general y alimenta la esfera pública, al fomentar la circulación y confrontación de intereses privados que se hacen públicos, es decir, de todos, ¿Cuál es su objetivo? Generar un ambiente democrático en donde los diferentes grupos sociales estén representados simbólicamente y donde sus propuestas sean escuchadas. La comunicación es un elemento esencial para el desarrollo de las comunidades y para los cambios sociales.
¿Cómo puede haber sistema democrático sin expresión de las minorías? Es importante que estos grupos se hagan visibles, expongan sus puntos de vista y los argumenten. También que se legitimen sus formas expresivas y de comunicación, reflejo de sus culturas. La comunicación debe aportar en la construcción de agenda pública incluyente. No es sólo cuestión de medios, es cuestión de procesos comunicativos, que generen diálogos sociales.
Hacer comunicación es una opción de quienes van a producir los mensajes, más que una definición por población o número de ejemplares de una publicación. Es la apuesta por la expresión múltiple, diversa y creativa de las comunidades. Es promover la controversia de visiones en el escenario público. Es aportar a que la toma de decisiones que atañen a lo público sea transparente. Es ejercer control al poder tanto a nivel local y regional, como nacional. Es evidenciar los riesgos, consecuencias y oportunidades para el país de lo que sucede en el mundo. Es trascender el día a día, para dar cuenta de procesos, no sólo de hechos. Es construir democracia.
2. Esas formas de comunicación que andan sueltas por ahí[2]
Las comunidades se comunican permanentemente. El combo de la esquina, el grafiti, la plaza de mercado, el parche, la reunión, el bar, la tienda, el bus, son lugares en los que se comparte el tema del día, se narran cuentos, se difunde el chisme... se teje la historia de la comunidad.
Existen tantas formas de comunicación como comunidades hay: desde los espacios de encuentro de la vida cotidiana hasta las narraciones populares, la música, el teatro y las imágenes. También hacen parte de la comunicación los cuentos, las imitaciones, las exageraciones, los mitos y las leyendas.
Ver estas formas de comunicación nos permite acercarnos a una población y conocerla, como si, al estilo indígena, pusiéramos el oído en el piso para saber lo que está pasando. En ellas se percibe la memoria colectiva, se expresa la creatividad, la rebeldía, los anhelos y los sentidos de la identidad popular. Quien está interesado en comunicar ideas, en hacer propuestas y generar movilización en una comunidad específica, debe fijarse en todas esas formas de comunicaciónque andan sueltas por ahí.
3. Medios de comunicación comunitaria
Los medios de comunicación comunitaria son espacios para promover interlocución, tanto al interior de la comunidad, como hacia fuera de ella. Estos permiten poner en relación a toda la localidad y tienen la ventaja de tener, en muchos casos, mayor credibilidad y legitimidad por sus contenidos y su lenguaje, cercanos a la gente. Aún cuando hay diversas modalidades de propiedad, participación, programación y funcionamiento, todos ellos tienen algo en común: la función social.
La función social de los medios comunitarios parte “del fomento a la participación de las comunidades en las que se inscribe, de abrir canales para la expresión y circulación de la palabra excluida, de contribuir a la solución de los problemas más sentidos del municipio, de generar procesos de fortalecimiento de las identidades locales, sin perder la capacidad de dialogar con la diferencia”.[3]
Un tercer aspecto que define que un medio sea comunitario es que, de una u otra manera, se garantice que el interés común sea el protagonista, y que se puedan generar consensos productivos. Al hacerse escenario común, en el que confluyen distintos actores y puntos de vista, los medios de comunicación comunitarios tienen la posibilidad de ejercer el papel de tramitadores de conflictos sociales.
La mayoría de estos medios de comunicación están ubicados en zonas de conflicto armado, en las que el papel de los medios ciudadanos se hace a la vez más significativo y más difícil de realizar. El conflicto enmudece y el silencio es la muerte de la democracia. Por eso, ellos son la posibilidad de darle un respiro al miedo y el aislamiento. Al mismo tiempo, el hecho de estar al frente de un medio que llega a muchos, los convierte en blanco de las presiones por parte de los actores armados y de los grupos de poder.
Otra característica importante de los medios comunitarios es la participación. Esta no tiene un límite o un formato establecido; se da de diferentes maneras. Hay experiencias en las que la comunidad organizada participa en todo el proceso: es propietaria de los equipos, adjudicataria de la licencia, administra, define la programación y la produce. En otros casos, la participación es directa y la comunidad produce algunos programas. Algunas organizaciones hacen parte de la junta de programación de un medio de comunicación. Las llamadas telefónicas de la audiencia para hablar o concursar en programas específicos son otro ejemplo de participación. Como se puede ver, en la variedad está la riqueza.
La sostenibilidad social es la razón de ser y el respaldo de los medios comunitarios. Paradójicamente, algunos medios no lo han entendido así, y tienen mínima relación con las organizaciones de base. Pero, ¿cómo conseguirla? Entre otras, con la participación de la comunidad, y la elaboración de un proyecto comunicativo que responda a las necesidades de todos y todas. Hay sostenibilidad social cuando la comunidad ha asumido el medio de comunicación como suyo.
Los medios comunitarios deberían abrirse un espacio de reconocimiento social y político por parte de los diferentes grupos, fuerzas e instituciones que actúan en la comunidad. Que la gente los reconozca como una institución que favorece y construye la democracia. A pesar de las presiones que reciben por el hecho de vivir en medio de actores armados, hay experiencias importantes de manejo ponderado de la política, acceso a diferentes líneas políticas, y formas creativas para ejercer el periodismo en forma democrática y así adquirir credibilidad.
Por las características mismas de estos medios, la sostenibilidad cultural debe ser una condición intrínseca: conocer la comunidad, reflejar su expresión, sus formas de vida, así como sus manifestaciones artísticas. En ellas debería darse a conocer las creaciones e intérpretes locales, teniendo en cuenta la diferencia de edades y de estilos. La programación debe responder, tanto en contenido como en forma, a la manera de vivir y relacionarse la comunidad.
4. Cómo puede una organización utilizar los medios ciudadanos y comunitarios?
Siendo los medios ciudadanos y comunitarios una herramienta para el desarrollo local, son una gran oportunidad para que las organizaciones pongan a circular los temas que consideran de relevancia para la comunidad y sus maneras de comprenderlos. En gran parte, la cobertura o no que hacen los medios de eventos y temas que manejan los sectores sociales populares depende de qué tanto las organizaciones se comunican c on ellos y establecen una relación adecuada.
Relación de las organizaciones con los medios ciudadanos y comunitarios
Son muchas las posibilidades que tiene una organización social en su relación con los medios de comunicación comunitaria, pues las organizaciones manejan un contenido importante para su programación. La relación de las organizaciones con los medios comunitarios debe ser cercana, para facilitar la creación de tejido social en la localidad.
Aquí mencionamos algunas posibilidades de participación de las organizaciones en los medios:
1) Ser fuente de información: Tanto para radio, como prensa y televisión comunitarias, las organizaciones sociales son fuente importante de información. Las emisoras comunitarias suelen presentar programas noticiosos varias veces en el día, y los canales de televisión suelen tener un informativo diario. Cuando se va a realizar un evento, cuando sucede un hecho que trascienda a lo público, y cuando suceden en otras partes del país actividades o sucesos de relevancia, entre otras, son situaciones en las que las organizaciones deberían acudir a los medios comunitarios con un comunicado de prensa. Sólo cuando esto se ha hecho se puede de veras esperar que sea difundido, y hacer control social al medio en caso contrario.
Otros espacios informativos se dedican a programas que tratan temas en profundidad. En ellos se puede proponer desarrollar los temas que trabaja la organización, especialmente cuando alguna coyuntura les da actualidad. Para esto se debe ofrecer a la emisora un material completo, con datos significativos, referencias de otras partes del mundo, puntos de vista y posibles personajes a ser entrevistados, locales y de otras regiones también.
2) Tener un espacio en el medio: Cuando se tiene un espacio permanente en un medio de comunicación se genera la posibilidad de cautivar un público, al que se puede formar e informar. Tanto en medios impresos, como en televisión y radio, suele ser posible alquilar un espacio permanente. Esto le deja rentabilidad social a la organización, y rentabilidad económica al medio. Producir un espacio se puede dar de muchas maneras. Un ejemplo es cuando un/a líder de una organización social es autor/a de una columna editorial en un medio impreso. Otro ejemplo es cuando la organización gestiona, como una forma de alquiler, el espacio para producir un programa de radio o de televisión, o una página en un periódico o revista.
En cualquier tipo de espacio al que se acceda, es la organización la que hace la producción del mensaje, es decir, pasa a ser directamente generadora de opinión pública. Adquiere mayor credibilidad cuando pone un tema en la esfera pública y lo analiza, no sólo desde su punto de vista, sino con invitados que puedan tener maneras distintas de entenderlo. Si la organización es capaz de generar debate, y participar en él sin privilegios, entonces sus opiniones y propuestas se hacen legítimas. Una opinión pública fuerte se forma a partir de la controversia, no de la influencia.
a) Tener una página en un periódico o revista comunitarios:
Para redactar un artículo vale la pena recordar que los medios escritos tienen una página dedicada exclusivamente a la parte editorial, en la que se escribe la opinión del autor en forma clara y abierta. Cuando se trata de un artículo inserto en la parte periodística, el periódico aclarará –seguramente- que es un espacio pago por una institución. Para su redacción, es bueno conservar la línea periodística, y dejar la opinión para el lugar que corresponde.
Hay tantas maneras de escribir un artículo, como géneros periodísticos hay. Para esta situación, los géneros más apropiados son: entrevista, reportaje, crónica y encuesta de opinión, en la que se contraste diferentes maneras de pensar un tema.
Entrevista: Este es un género bastante conocido por todos. Se aborda a una persona experta en un tema con preguntas que lo lleven a explicarlo. Como hemos insistido, la credibilidad de una organización surge de conocer los argumentos con que genera controversia. Una excelente propuesta sería en un mismo artículo entrevistar a alguien que represente las ideas de la organización, y a alguien que represente las ideas contrarias, y presentarlos en igualdad de condiciones.
Reportaje: El reportaje entra en profundidad en un asunto a partir de la investigación periodística. Habla con sus personajes y recoge información de aspectos variados. Tiene la intención de dar a conocer un tema, casi hasta la saciedad. Explora, indaga, y lo presenta en lenguaje periodístico, es decir, separándose del tema, como un observador.
Crónica: La crónica es el género de los sentidos. Es una narración descriptiva de una historia: describe con detalle los lugares donde ocurre, a los personajes que la componen, teniendo en cuenta los olores, colores, sensaciones, sonidos, texturas y sabores que allí aparecen. La crónica es un excelente género para presentar historias de vida.
Encuesta de opinión: Puesto que el interés de las organizaciones con frecuencia es el de generar opinión pública frente a aspectos poco trabajados por los medios de comunicación convencionales, la encuesta de opinión es un género que abre buenas posibilidades. Puede hacerse encuestas masivas, aplicadas a un número representativo de la población, sistematizarlas y presentarlas. O puede, también, hacerse encuestas a un número muy reducido de personajes representativos de la sociedad, y divulgar sus opiniones, de manera que el lector se haga su propia idea frente al asunto.
b) Producir un programa de radio:
Antes de comenzar el proceso de producción de un pro grama de radio, es necesario hacer un trabajo de campo para conocer el perfil de la audiencia que se quiere tener, conocerla y relacionarse con ella. Esto le permite diseñar un programa y una estrategia que significativa, tanto para la organización, como para la población.
Antes de elegir la emisora en la que se quiere tener un programa de radio, se mira el público al que se quiere dirigir, y se evalúa la emisora que mayor audiencia tenga entre ese público. También se estudia la hora y el día más apropiados para la emisión, y se negocia con el medio.
La radio contempla una amplia variedad de géneros y estilos de programas. Se puede escoger realizar un informativo, un magazín, un programa de entrevistas, una radionovela, un programa de reportajes, de crónicas, un conversatorio, concursos, o una variedad de estos en un programa dividido por secciones.
Así como los concursos, las radionovelas son bastante atractivas para la audiencia. Varios locutores pueden dramatizar un problema social mediante una puesta en escena, con personajes y situaciones comunes a los que están tras del radio. Para hacer radio no se necesita tener una habilidad especial. Es un mito creer que el micrófono es de quien habla mucho, o se expresa muy bien. Precisamente, la radio, como todo medio comunitario, es un canal para la expresión de las personas, no de los locutores. Es una ganancia para la sociedad cada vez que una persona toma una iniciativa de comunicar, especialmente cuando se refiere a temas que contribuyen a la construcción de un mejor país.
Cuando una persona entra al mundo de la radio, generalmente pierde pronto el miedo al micrófono. Puede tomar talleres, capacitarse, y cada vez su experiencia será mejor. La radio debería realizar procesos de capacitación a los grupos interesados para que las producciones sean de calidad.
“La información de su organización es interesante e importante. Busque modelos de programas que le agraden, y huya de los ladrillos. Sea creativo, ameno, y agradable a la audiencia.”

Toda voz es susceptible de mejorar. Sólo algunas recomendaciones: evite hablar muy rápido, ponga énfasis en vocalizar y utilice un vocabulario informal, cálido, que le llegue a la gente.


¿Qué se necesita para hacer un programa de radio?
Para tener un programa de radio se debe contar, entre otros aspectos, con:
a. Una persona responsable del espacio:
- A quien le guste hacer radio.
- Con habilidad para dar y tomar la palabra, así como para preguntar.
- Con capacidad de escucha
En su preparación del programa, esta persona:
o Presenta a la organización propuestas de temas para el programa, y opciones para desarrollarlas
o Define las propuestas, así como los voceros para cada tema, en consenso con los miembros de la Organización.
o Convoca a los personajes invitados.
o Elabora el guión del programa.
o Investiga previamente hasta tener dominio del tema, y de las diferentes maneras de entenderlo.

“Lo importante para hablar en radio es tener claridad sobre lo que se dice.No es fundamental tener buena voz.”

b. Una dinámica importante al interior de la organización, en la que sus miembros se apropian del espacio radial: están atentos a conseguir información, a crear, a participar, a relacionar, a utilizarlo como su lugar de privilegio para comunicarse con la comunidad.
c. Presupuesto para financiar el espacio radial.

Algunos pasos para diseñar un programa radial
1. Defina si se hace en vivo o pregrabado.
2. En caso de tener varias secciones el Programa, identifique muy bien cuáles son. Algunas posibilidades son: Entrevista (sea con invitado al estudio, o entrevista telefónica); encuestas pregrabadas; llamadas de los oyentes en vivo; sección de cartas; campañas; música; radionovela; crónica; reportaje; noticias; chats; información de Internet, entre muchas posibilidades.
3. Elabore el “cabezote” (grabación de identificación del programa, que se pasa siempre al comenzar).
4. En caso de tener secciones, grabe también un cabezote de presentación de éstas.
5. Elabore el guión. En radio se habla en forma espontánea. Únicamente se lee cuando es preciso dar un texto en forma literal. Sin embargo, se elabora la planeación del programa y las palabras clave que indican la información o ideas que se van a presentar en cada momento del programa. El guión es un cronograma de cómo se desarrolla el programa. Este incluye:
o § Introducción del programa. Únicamente las palabras clave. Incluir nombres, apellidos y cargos de los invitados.
o § Horas exactas para cada sección o momento.
o § Definición en qué momento va cada parte del programa.
o § Tiempo de duración para las entrevistas, sean en vivo, o pregrabadas
6. Seleccione la música que identifica el programa, así como la música de fondo. También la música que se utilizará en los intermedios. Esta sirve para relajar al oyente, y animar el programa.

c) Producir un programa de televisión:
Alquilar o ganarse un espacio en un canal de televisión comunitaria puede hacerse para una emisión especial, o puede ser un espacio fijo, de periodicidad definida, lo que significa que cultiva una audiencia, que va a estar allí pendiente del programa.
Para producir un programa de televisión también es necesario realizar un trabajo previo de reconocimiento de su público, para diseñarlo a partir de allí.
En la parte técnica es preciso alquilar cámara y camarógrafo, en algunos casos luces, y tener transporte para poder desplazarse.
Existen varios formatos para un programa de televisión:
Algunas posibilidades apropiadas para el programa de una organización son:
o Entrevista: Se lleva a una o varias personas invitadas, con un conductor de programa que se encarga de hacer las preguntas, hilarlas y sacar conclusiones. Puede ser en vivo o pregrabado. Las entrevistas suelen hacerse en interiores, pero también es posible hacerlas en exteriores, cuidando muy bien sonido.
o Reportaje: Se hace a partir de un/a invitado/a al que se entrevista, ya sea en directo o en una grabación. Mientras la persona habla, se presentan imágenes que ilustran lo que dice. El contenido se presenta a partir de la entrevista, y de textos pregrabados.
o Crónica: Narración e n imágenes y texto que describe una historia. La cámara acompaña a el o los personajes, lo sigue, ilustrando sus acciones, sus gestos, y su relación con el entorno. Se acompaña de un texto grabado, y, en algunas partes, de la propia descripción que hace el personaje. En este género se puede realizar un programa completo, o una parte de él. Muchos temas se pueden trabajar al estilo crónica. Algunos ejemplos son: el tema de género, a través de la historia de una mujer; el tema de jóvenes, acompañando a alguno en sus actividades; el tema campesino, en un recorrido con uno de ellos, en fin.
o Debate: Es el género de opinión. Se invita a varios personajes, con un conductor de programa que plantea un tema y modera la intervención de ellos planteando sus opiniones al respecto. Puede ser en vivo o grabado previamente.
o Documental: Es la investigación y narración acerca de asuntos e historias que afectan la vida de las personas, para profundizar en su comprensión. En el documental nada es ficticio. Todo su contenido es compilado a partir de testimonios que se expresan ante la cámara, y se ilustran con imágenes. Conlleva la búsqueda por conocer a fondo una situación, los personajes, lugares y factores que en ella han influido, planteando nuevos elementos para su comprensión.
o Magazín: Se trata de un programa fresco, compuesto por una secuencia de secciones variadas, entre las que se pueden combinar secciones informativas, educativas y de entretenimiento.

Proceso de elaboración de un programa de televisión:
Básicamente, los pasos a seguir en la realización de un programa son:
Preproducción:
o § Investigación.
o § Preparación del tema.
o § Elaboración del guión técnico, que indica lo que es necesario preparar para recopilar el material del programa. Allí se establece qué grabaciones se van a hacer; los planos que se van a utilizar, el tiempo de cada grabación, entre otros aspectos.
o § Elaboración del guión literario. Este es el plan del programa, tal como va a salir. Contiene los textos que se van a grabar, y una guía sobre lo que se va a decir y a hacer en cada parte de la grabación.
Producción:
o § Grabación. Se puede hacer en orden diferente al que será emitido, de acuerdo con las facilidades de grabación. Es fundamental llevar una guía (script) de tiempo, donde se indique el orden de lo que se ha grabado, para facilitar luego la búsqueda de las imágenes. Los elementos técnicos más claves de la grabación son la luz y el sonido.
Postproducción:
o § Grabación de audios, a partir de la lectura de textos, cuando el programa no es totalmente en vivo.
o § Generador de caracteres. Se elaboran las frases que van escritas en la pantalla. Por ejemplo, el nombre de las personas que participan, para ponerlos en la pantalla en el momento en que hablan. En generador de caracteres se escribe también todos los datos del programa, que pasan al final, indicando también las personas que han participado en su realización.
o § Edición. Es el ordenamiento de las imágenes, audios y generador de caracteres en un casete máster, de acuerdo con lo previsto en el guión literar io. De la edición sale el producto final.

3) Distribuir artículos, casetes y videos: Otra manera de estar presente en los medios es a través de la producción de materiales. Se envía artículos a periódicos o revistas; se graba programas para radio en casetes y se distribuyen a las emisoras. Se elaboran videos y se hacen llegar a los canales de televisión. Después de entrar en contacto directo con quienes reciben la producción, si éstos lo aprueban, le buscan un espacio para su transmisión.
4) Pautar: En caso de tener un evento que anunciar, la publicidad en los medios comunitarios tiene gran efecto, difícilmente despreciable. Al hacer el presupuesto de un evento, es un rubro a considerar, cuya relación costo-beneficio es siempre favorable. Por otra parte, una Institución que paute de vez en cuando en el medio, establece una relación de mutuo beneficio, que abre puertas a la hora de informar. El costo de la pauta es accesible.
a) Pautar en la radio: Entre los medios comunitarios, la radio suele tener buena audiencia, entre otras razones, porque se puede escuchar en cualquier momento del día, en forma simultánea a la realización de otras actividades. Esto significa, a su vez, que algunos oyentes tienen sólo concentración parcial en lo que escuchan. Sin embargo, el formato publicitario de la radio es bastante llamativo, atrae la atención fácilmente, y se presenta en forma repetitiva, lo que va creando memorización del mensaje. Es necesario revisar el tipo de público al que se quiere llegar, para escoger el programa en el que se ubica la pauta.
b) Pautar en un medio impreso: Los medios impresos tienen un público muy definido. Esto es una ventaja para pautar allí, cuando es ese el público al que se quiere llegar. El hecho de estar impreso representa que las personas van a llegar al mensaje, lo van a tener allí a la mano, lo podrán consultar en cualquier momento, incluso, cuando tienen mayor disponibilidad para la concentración.
Los medios impresos son una excelente vía para transmitir mensajes que profundizan un tema: una carta abierta, por ejemplo.
c) Pautar en televisión: Una pauta en televisión encuentra a su público altamente concentrado, lo que es una ventaja a la hora de pautar. Es preciso conocer qué características tiene ese público, y evaluar si responde al interés de la organización. La producción de un comercial de televisión es dispendiosa en algunos casos. El mensaje televisivo tiene alto impacto debido a esa combinación de sonido e imagen.
5) Ser miembro de la Junta de Programación: Cada emisora y canal de televisión comunitaria tiene una Junta de Programación. De acuerdo con normas del Ministerio de Comunicaciones, estos deben dar participación abierta a organizaciones sociales en la Junta de Programación, con el ánimo de generar procesos democráticos en los medios de comunicación. Espacios como estos es importante utilizarlos. Siendo miembro de la Junta de Programación de una emisora o de un canal comunitarios, la organización tiene poder para interceder porque los medios realicen un ejercicio periodístico que responda a las necesidades de los sectores sociales, y de la comunidad en general.
6) Crear un medio:
También es una posibilidad para una organización, o una unión de ellas, crear un medio nuevo, sea un periódico comunitario, una emisora comunitaria, o un canal comunitario de televisión.
Mientras mayor número de medios comunitarios con calidad haya, más puertas se abren a la democratización de la comunicación, y más posibilidades para la comunidad de expresarse, de estar bien informada, de construir en colectivo. Cuando se tiene interés en la creación de un medio comunitario nuevo, es el Ministerio de Comunicaciones el encargado de dar las pautas para ello, su reglamentación, sus posibilidades, así como de adjudicar licencia.
Puesto que el fin de las emisoras comunitarias es generar un ambiente en el que los diferentes grupos sociales estén representados simbólicamente, y en el que sus propuestas sean escuchadas, es muy positivo que éstas proliferen y, por lo tanto, que las organizaciones sociales creen experiencias nuevas.
Como todo comunicador, cuando la organización pasa a producir comunicación debe tener presente el proceso de retroalimentación: permitirle a la audiencia que se comunique con el medio, que opine, que hable, que critique y proponga. Esto se puede hacer dándole relevancia a las cartas que se reciben y a las llamadas que se atienden; también, permitiéndole a la comunidad proponer sus propios programas y participar en ellos, o publicar columnas de opinión o reportajes de su interés; abriendo espacios en los que la audiencia escoja el tema del que se quiere hablar, o la contraposición que desean realizar.

Las Primeras Voces de La Radio
Comunitaria en Bogotá.

Un noticiero comunitario que se distribuía en casetes grabados para ser emitido a través de los altoparlantes de las juntas de acción comunal en la localidad de Usme y que se escuchaba los domingos en la mañana, fue el comienzo hace más de 10 años de la radio comunitaria en Bogotá.
Escuchar la voz del vecino, del líder comunal, de la madre comunitaria, y ver cómo eran escuchados, motivó el sueño de una emisora en el dial. Este sueño se fue multiplicando en otras localidades. En algunos barrios, como San Cristóbal, los casetes se escuchaban en los buses y colectivos. En Patio Bonito, por ejemplo, se utilizaba una bicicleta con una corneta a bordo, y mientras recorrían la comunidad, le informaban qué estaba pasando en el sector. En otros barrios, como Ciudad Bolívar, Rafael Uribe, Suba, Santa Fe, y Tunjuelito también los comunicadores populares se valieron de altoparlantes para llegarle a la gente.

[1] De Foncuberta, Mar y Gómez Mompart, J.L. Alternativas en comunicación. Crítica de experiencias y teorías. Editorial Mitre. Barcelona, 1983.
[2] Nombre tomado de Raúl Leis y Luis Felipe Ulloa

[3] Diagnóstico del Servicio Colombiano de Radiodifusión Sonora en Colombia. Investigación realizada por Gabriel Gómez, Juan Carlos Quintero, Acción Cultural Popular. Ministerio de comunicaciones, Bogotá – Colombia 2002.

jueves, 14 de junio de 2007

¿POLÍTICA DE COMUNICACIÓN O COMUNICACIÓN ALTERNATIVA?

Oswaldo Capriles

1. Comunicación alternativa, comunicación horizontal, uso alternativo de los medios, comunicación participante:
¿Cuál es el paradigma?

1. No hay duda de que el tema de "otra comunicación" es una constante de nuestro tiempo, tanto en los países altamente industrializados -en los que, con frecuencia, la cuestión adquiere ribetes más psicológico-existenciales, desde la dinámica de grupos hasta la metafísica Bermaniana- como en los países dependientes, en los que la creciente conciencia de la sujeción global de un modo de vida impuesto y reafirmado constantemente por las potencias de la difusión masiva -empresa privada nacional-transnacional- ha sido claramente el problema en una dimensión más crítica, más "macro" y por ello política. La polémica contra el modo dominante de transmisión-recepción de signos -difusión masiva, que no "comunicación"- de masas- nace con el cuestionamiento de las teorías de la modernización, también -y no por casualidad- "difusionistas" primero en el contexto una recusación pragmático por s incapacidad pa5ra ofrecer otra cosa que una legitimación a la incesante incorporación de tecnologías y técnicas de extensión, entrenamiento y formación en el cuadro más serio de una comprensión de la infuncionalidad misma del modelo de desarrollo en términos de ofrecer una mayor suma felicidad a los pueblos; finalmente, en la conciencia de la estructura del poder que se reproduce en y por la comunicación, convirtiendo todo en espectáculo "comunicativo" soslayando lo realmente político, fuera del campo de la intervención social real y politizando en cambio, de mala y triste manera, todo lo social, haciendo consenso si no del conflicto, por lo menos acerca del conflicto, y por ello estableciendo en rutina la resolución simbólica de las contradicciones sociales.
Pero los malentendidos aparecen desde el comienzo: primero, la confusión, deliberada, insistente, didáctica, entre comunicación alternativa -en tanto que paradigma de una "nueva" u "otra" comunicación- y uso alternativo de medios masivos de difusión; o bien identificación de la nueva utopía con el uso de artefactos electrónicos de reproducción de signos e imágenes o de instrucción programada. Luego, la propia izquierda contestataria se ocupó de enseñorear con frecuencia a los medios propios de la cogitación -cine de denuncia, agitación o protesta, prensa revolucionaria, radio clandestina, etc- como la alternativa: medios pobres, estética de la violencia, carácter portátil, espontáneo, búsqueda de participación del espectador, cuestionamiento de las mediaciones, rescate de una cultura popular y desesperada pesquisa en pro de un "lenguaje" propio para la revolución. Por cierto, ricas experiencias y aún más rico material de estudio. En el campo educativo es donde primero revienta la angustia: las experiencias más avanzadas terminaron por revelar al aparato educativo su propia condición -análoga a la de los medios de difusión en otro registro de especifidad- de aparato manipulador y ello como condición de eficacia para su función reproductora de las clases y sus revelaciones. El volcamiento de lo educativo hacia lo comunicacional revela desde luego esa angustiosa aproximación des- de la década de los cincuenta. (1) Por su lado, la contestación a la "massmediatización" adquiere su mayor intensidad, esta vez de índole más radical, con las rebeliones estudiantiles y culturales de fines de los sesenta. (2)
2. La "otra" comunicación, la de verdad, el paradigma intuído, se comienza a definir en bajo relieve por contraposición al modelo autoritario manipulador de la massmediatización publicitaria y también de la propaganda "política", y frente a las estructuras piramidales de agrupación y control burocráticos de los medios y procesos, fuesen éstos de propiedad privada o de manejo público exclusivista. El modelo nace como una ética de la interrelación, como la prefiguración de una democracia primigenia, necesaria y anterior a aquella que se manifestaría por la toma de decisiones por todos y la asignación para todos de los bienes y beneficios sociales: SERIA LA CONDITIO SINE QUA NON de todas las democracias posibles: el diálogo permanente, la participación a la vez espontánea y pertinente, nunca arbitraria ni condicionada, generadora de decisiones colectivos y de socialización de la producción y sus frutos.
Los trabajos y las experiencias en el campo educativo y de extensión, especialmente rural, basados en la tesis del flujo en dos etapas propia del difusionismo -la comunicación interpersonal que "amplifica y difunde" la acción de los medios- fundaron un primer tipo de pretendida comunicación "horizontal" que a veces se designaba como "usa alternativo" de medios o "comunicación alternativo". Los elementos de oposición al sistema difusivo dominante eran en estos casos: un uso educativo predominante; la búsqueda de una adaptación de la extensión a las necesidades reales de las comunidades; la búsqueda de un lenguaje sencillo y eficaz; el intento de fundar una relación de feed-back que permitiría ir reorientando el programa y acercándose al público. La participación limitada no dejaba, sin embargo, de plantear problemas y polémicas a lo largo de tales experiencias, impulsando a veces avances en lo relativo al control mismo del programa, de los medios usados y en cuanto a la toma de decisiones al interior de los propios procesos. (3) En los países socialistas se siguieron con más éxito en cuanto a efectividad experiencias combinadas de medio-comunicación interpersonal- investigación-estudio, combinación presidida y contextualizada por una concepción política de estímulo a la incorporación de sectores y grupos sociales específicos. Grandes movilizaciones nacionales caracterizan muchas de estas experiencias, de las cuales sería ejemplo la campaña alfabetizadora de Cuba durante el año 1961. No puede negarse que, al menos en los usos educativos de procesos y medios de comunicación, el campo socialista ha obtenido sustanciales éxitos y un fuerte nivel de participación -aún sin otorgar a esa palabra todo su potencial dialógico y espontáneo- muy lejos de las en general pobres realizaciones logrados en países capitalistas, aún los más "avanzados". De igual manera, los medios institucionalizados de carácter masivo intentando superar por la vía de los contenidos "culturizantes", informativos y educativos, su manifiesta incapacidad estructural para generar participación popular derivado de su carácter masivo, sirviendo más bien, en dichos países, como una "segunda línea" de ataque reforzador para el aparato educativo.
La tendencia crítica que comienza a propugnar las políticas de comunicación, desde las reuniones de Paris y Bogotá en los primeros años de la década del 70 hasta su culminación oficial en la Conferencia de Ministros de San José de Costa Rica, ofrece al tema que nos ocupa un valioso intento de conceptualización, aún dentro de un contexto burocrático-planificador; la díada dialéctica acceso-participación, que va a servir para conectar el camino de las políticas con la vía alterna de los ensayos en marcha -algunos oficiales,'otros oficiosos, la mayoría contestatarios- dirigidos a la búsqueda de mecanismos y métodos concretos de "otra" comunicación.
3. Pero esa otra comunicación se disgrega, subdivide o confunde en multitud de apelativos que semantizan diversas experiencias o proyectos, muchas veces repitiendo la mismo, otras con leves matices diferenciales, las más de las veces con una grave tendencia a la confusión de medios, objetivos y procesos. Convendría ofrecer pues una definición provisional y genérica de alternativa comunicacional que sirva de paradigma aún tentativo para la discusión desde nuestro punto de vista.
Algunos caracteres pueden asignarse genéricamente a esa "paradigma".
a) Se trata de establecer una interrelación dialógica, lo que implica un modelo cuya morfología relacional es la igualdad de intervención de los participantes, la posibilidad permanente y factual de reversibilidad de los polos emisión-recepción, (posibilidad que para ser real debe fundarse en ciertas reglas del intercambio, no del todo fáciles a establecer para los grupos más allá de ciertas magnitudes, o para la revisión de todas las relaciones no reductibles al modelo y por tanto, algún tipo de enfrentamiento con los modos de difusión dominantes, o con los modos de comunicación patológica o anómala que tienden a plantear seudo-diálogos o falsa participación. No se olvide que es un modelo ético.
b) Para que ese otro modelo se legitime plenamente, es necesario que se comunique sobre todo. Al menos sobre todo lo que reviste interés social o comunitario. De allí le pretensión exhaustiva y globalizante del modelo a que se hizo alusión en el párrafo anterior. Solo sería simulación si el modelo no estuviera al servicio de la discusión y manejo o (toma de decisiones) de los asuntos comunitarios y sociales. Y precisamente, muchas experiencias autotituladas alternativas son solo eso; simulación participación (dinámica de grupos) o, peor aún, simulación de la relación massmediática (experiencias afincadas exclusivamente sobre el uso de técnico "ligeras" en micro medios sociales). En todo aso, se trata de la dimensión social dada por lo comunicado. Se trata del sentido de la producción, circulación y recreación del sentido, y ese sentido que tiene tal producción, tal circulación y tal recreación es el sentído político de la existencia social, en su más puro sentido, valgan las aparentes redundancias.
c) Pero un modelo de comunicación alternativo (o verdadero) si recoge en su formulación el aquí y el ahora de la existencia social, debe afrontar la existencia de las grandes redes institucionalizados de difusión o de intercomunicación, con su componente técnico predominante, con su carácter burocrático, sus problemas de organización, su impacto social eventual, y su morfología relacional predominantemente unidireccional, no dialógica, en principio intransitiva y antidemocrática. Desde luego que, entonces, el primer reflejo es constituir esa "otra" comunicación al margen de los procesos dominantes, al margen de lo oficial, incluso del Estado (y a veces especialmente al margen -lo más clandestino posible-del Estado, soriesgo de perder la vida). En todo caso, el movimiento primigenio se dirige a establecer un aquí y un ahora diferente, lateral, un antisistema o un conjunto de unidades distintas y opuestas a las redes predominantes. Esta oposición y esta marginalidad se manifiesta por la búsqueda de contenidos diferentes, de una captación de la misma masa, pero en su función no masiva, sino grupal y activa, y también de una oposición política -en general radical al sistema económico-político que obliga a un intento constante de concientización o desfetichización por la vía de la acción participativa.
d) Más allá del establecimiento marginal, a veces subrepticio, de alternativas comunicacionales -intento permanentemente repetido en diversísimos niveles y ámbitos sociales en América latino desde los años 40 (nos referimos a alternativas conscientes) la confluencia del movimiento propugnador del establecimiento de políticas, al insertarse en la revisión teórica de estos esfuerzos, obligó a mirar a los aparatos dominantes de la difusión como posibles objetivos de la acción "alternativo" a partir de una política que asegurase la participación de los ciudadanos en el manejo de los mismos. Así, no se trata ya de buscar alternativas en un solo cambio de uso-finalidad de los medios, ni de rodear a éstos de un sistema de apoyo foral o interpersonal, sino de replantear el uso social general del aparato hasta ahora manipulador. Así se trataría de establecer el equilibrio acceso-participación que asegure igualdad pero intervención de todos en las decisiones acerca de la existencia mismo, utilización, organización y programación de los medios que se consideren necesarios o útiles dentro de una política definida colectivamente, planificada para no agotarse en si mismo sino en el servicio social y programado, evaluada y preprogramada o incluso reformulada en cualquier momento por la participación de la base. Esta última dimensión, la más ambiciosa de una "alternativa", no ha sido experimentada en su radicalidad en ninguna parte: queda como hipótesis abierta, de difíciles presupuestos sociales y políticos, por no hablar de los culturales, y de dificilísima ejecución en escalas realmente correspondientes al nivel de los Estados Nacionales y sus políticas tradicionales de tipo centralizado y burocrático. Desde luego, obliga a redefinir la conceptualización, de política y de planificación para acoger el enfoque de Wasteston y otros sobre planificación "desde abajo" y "de afuera hacia dentro". De esta manera, el choque producido por las tesis "pro-políticas de comunicación" sobre la conceptualización de las experiencias alternativas, solo es comparable al trauma sufrido por el concepto de política y por el de planificación al intentar recibir el caudal de proposiciones de una comunicación "participativa" en todas sus instancias.
4. Por ahora, para no ahondar demasiado, señalemos que:
a) Una comunicación "alternativa" definida provisoriamente como la que hemos descrito arriba, es necesariamente participativa, ya que este es el carácter que la define más hondamente, pero lo participativo no agota por si solo la definición.
b) No toda "Alternativa" comunicacional, ni mucho menos técnica, ni un simple uso alternativo de medios, masivos o no, constituye ni en todo ni en parte una comunicación alternativa acorde al modelo participativo.
c) Experimentos "rnicro" o unidades de comunicación alternativa sin pretensión globalizante al nivel macropolítico no constituyen verdaderos proyectos políticos de comunicación alternativo y hasta pueden convertirse en coartadas del sistema aunque su morfología relacional sea participatoria, independientemente del valor propiamente experimental de tales prácticas.
d) Los términos "comunicación horizontal" inducen a confusión, pues señalan solamente una parte de lo que debe ser un conjunto de procesos, desconociendo la actual existencia de redes, medios y procesos dominantes, masivos, unidireccionales, y la necesidad de ubicarse y definirse frente a ellos y no como complemento de los mismos. Por otra parte, mientras no se logre la absoluta descentralización de las tareas sociales la desaparición de la división social del trabajo y, por tanto, del Estado, es inútil hablar de "comunicación horizontal" salvo en pequeña escala, a nivel de simulacro o de experimento: se trataría de un paradigma, pero final, redención total, comunismo, etapa superior y definitivo, en fin, punto de llegada. La participación propuesta por un modelo bajo forma de utopía posible –y difícil- es una comunicación alternativa que baya dirigiendo las otras formas de seudacomunicación en el contexto de un proceso de liberación colectiva; por tanto, que absorba y redefina las formas verticalistas, transversales, oblicuas, paradójicas, etc, para restablecer el derecho de todos.
e) La "aldea global" Macluhaniana se coloca al extremo opuesto del modelo participativo, pues define la nueva comunidad en función de acercar lo lejano alejando lo próximo, cortando los lazos con las intermediaciones para abrazar una totalidad abstracta, mundial, superficial, vicaria, boba, de pura información y cero acción. Por ella, inútil insistir en las potencialidades de la técnica aunque tampoco se puede rehuirlo, si se puede retomarla como problema y no como solución, pensarla como objeto a neutralizar en tanto que generador de división social del trabajo y reproductor de las relaciones sociales y por tanto necesariamente sujeta al control político participativo de la comunidad.

2. Experiencias alternativas" en Venezuela

Como en todos los países de América Latina, en Venezuela se inician experimentos de pretensión alternativa en diversos momentos y ambientes, según coyunturas históricas diferentes:
a) La implantación de "alternativas" educativas a través del uso de medios masivos según el modelo difusionista, con el refuerzo-estímulo-ampliación de grupos ad-hoc no tuvo gran desarrollo en el país, ni en el momento de máximo prestigio del modelo ni en épocas posteriores, salvo algunos esfuerzos, como los de "Fe y Alegría" en Caracas y Maracaibo, y las experiencias de Radio Nacional-FUDECO en Barquisimeto relativas a radio-foros agrarios, ambos intentos realizados en los últimos años.
b) De todos formas, un movimiento relativamente permanente de apoyo a experiencias variadas se instala en ciertos grupos católicos, entre los que se destacan algunos grupos establecidos alrededor de ciertas parroquias urbanos de Caracas, en los años sesenta, grupos de investigadores como el Pellín, ya mencionado, y la iniciativa paralela de Cuadernos de Educación, perteneciente al mismo núcleo humano, también unido al grupo redactor de la revista SIC, excelente órgano periodístico contestatario católico. La revista boletín Comunicación, editada por el Centro Pellín ha servido de órgano de diseminación de tales experiencias y de su análisis, paralelamente a la labor análoga de los mencionados Cuadernos en el plano educativo. El Centro alienta y ayuda numerosos grupos de barrios y comunidades, suministrando programas audiovisuales (editados con sonido) facilidades (cassettes y dispositivos) y equipos prestados. En la actualidad, tales actividades revisten un cariz militante de crítica política en la mayoría de sus manifestaciones concretas.
c) Experiencias especialmente interesantes fueron las que comenzaron a producirse a fines de la década de los sesenta y sobre todo a partir de 1970, en parte al interior de un renacer de la lucha cultural popular, en parte como un relevo legal a la pérdida insurrección guerrillera de los sesenta, al calor de una lucha generacional de los más jóvenes que veían en los mayores de 18 guerrilleros fracasados, estudiantes librescos y burgueses de corazón en sus comportamientos últimos. los más jóvenes probaban la marihuana, la libertad sexual, y la preocupación política después de haber transcurrido vidas seguras y consumidoras, de haber ensayado la violencia en agresivas "patatas" callejeras y de comenzar a confraternizar con el hampa común en cuchitriles innombrables. Algunos habían sido militantes o más bien, hermanos o amigos de militantes de la izquierda "alzada" que comenzó sus avatares con la guerrilla urbana de las U.T.C. (unidades tácticas de combate) en 1961 –primera experiencia de lucha urbana subversiva en Suramérica- y que luego se transformó en guerrilla de montaña y en "foquismo". La nueva "revolución" desconocía y cuestionaba tales antecedentes, se definía generacionalmente en un país en el que la gran mayoría de la población tiene menos de 16 años, se proclamaba "Poder joven" se postulaba como vivencia y cultural. En la órbita de hippies , cercanos a los provos holandeses, su misión principal consistía en épater le bourgeois con incesantes pintas eróticas, surrealistas, arbitrarias en las paredes de las urbanizaciones de la mediana y alta burguesía de Caracas, o en los muros de la Universidad, escenario de una "renovación" furibunda y anárquica que cuestionaba métodos, profesores y autoridades. El partido comunista venezolano, derrotado por los armas, en un intento de vuelta a la legalidad, amenaza con dividirse y esa división tiene mucho que ver con el enfrentamiento generacional que mucho antes había sacado a las juventudes de "cabezas calientes" de Acción Democrática y del partido socialcristiano COPEI para acercarlos a la insurrección armada (MIR, izquierda cristiana etc); esta vez parecería que el Poder joven había penetrado a las organizaciones revolucionarias, y en efecto así sucedía por un ambiente generalizado de revisión. En tal contexto se generan, entre otras, dos experiencias que vale la pena reseñar brevemente: la revista Reventón y la experiencia del cine de cortometraje alternativo representado por el grupo Cine Urgente, Elegimos esas experiencias entre otras por su carácter paradigmático, sin que ello implique juicios de valor adicionales a dicho criterio.
El caso "Reventón" es significativo sobre todo por su estilo y contenidos, más que por una verdadera caracterización alternativa, aunque su público, mayoritariamente joven, significó un cambio cualitativo en las publicaciones periódicos del país. La revista, impulsada por un grupo joven en el que destacan entre otros, Carlos Ramírez Faría, Pablo Antillano, y Raúl Fuentes, rompe todos los esquemas: lenguaje absolutamente descarnado, incluso soez, temas prohibidos, denuncias violentas, burla abierta a la autoridad, a los grandes notables de las finanzas y del gobierno, en fin, ruptura con interdictos y tabúes, hasta que ciertas denuncias involucradas de integrantes de las Fuerzas Armadas colman la medida y envían a prisión y al exterior del país a los responsables. Pero el estilo gráfico, la burla sin límites la agresividad de le¡ publicación -cuya duración apenas rebasó el año- marcaron la pauta para que en tono menor otras publicaciones siguieron similar orientación y para marcar de paso a todo el periodismo crítico ulterior. Debe decirse que es allí donde aflora un hecho capital en la comunicación interpersonal en Venezuela: la ruptura progresiva, pero radical de las jóvenes generaciones con el lenguaje paterno y la utilización de una lengua gruesa, un habla "liberada" incluso grosera y obscena, que se va aceptando, primero entre compañeros de ambos sexos y luego entre todos los jóvenes, hasta que finalmente contamina otros estratos e invade el habla corriente del país, desapareciendo casi el "doble lenguaje" convencional hombres-mujeres-formal-informal público- privado. El cine de ficción en Venezuela recoge la novedad en los años setenta y la extiende a la actuación -naturalizado al máximo- y a los temas y personajes, contaminando seguidamente a las telenovelas, que si bien no asumen el lenguaje escatológico, si recogen las nuevas modalidades hasta donde pueden. En este sentido Reventón representa más un síntoma del proceso que una causa autónomo del mismo. La relación de Reventón con el Poder Joven no se explicitó abiertamente, pero la similitud es evidente: El Poder Joven golpeaba verbalmente desde la sombra de una anónima pertenencia a un movimiento que no tenía jefes por definición y que, cuando tenía, los identificaba con nombres de frutas o legumbres, como alguna vez pretendió hacer Simón Rodríguez -el afiebrado maestro del libertador abandonado las sierras.
Igual sucede, desde un punto de vista más pretencioso, con la experiencia de Cine Urgente, emparentado igualmente con esa necesidad de cuestionar jefes, autores y productores. Cine Urgente, emparentada igualmente con esa necesidad de cuestionar jefes, autores y productores. Cine urgente nace al calor de ese transito de cierta militancia del P.C; pasando por el II Manifiesto italiano y por la decepción, por el poder joven y por los primeros relentes feministas "científicos", que luego se institucionaliza en el Movimiento al socialismos MAS, actual "tercera fuerza" en la política de partidos, aunque a respetable distancia de las dos grandes organizaciones del status.
Cine Urgente aparece en 1968 con altibajos subsiste hasta 1973, con un proyecto concreto de cine de movilización política mediante la participación directa del público que a la vez es objeto y tema -con sus problemas específicos- del trabajo cinematográfico. El equipo estaba formado por Jacobo Borges, Josefina Jordán, Franca Dando, Pedro Martínez, Luis Luksic, Emilio Ramos y otros. Se trabajaba sobre el establecimiento de contactos en los barrios de "ranchos" de las montañas y cerros que rodean a Caracas, Petare y Guarenas. (Zona metropolitana del gran Caracas) y se filmaban los problemas más álgidos, con frecuencia un solo asunto, se estimulaba la participación de los involucrados en una acción a la vez crítica y de acción directo y concreto para atacar el problema; los resultados filmados se proyectaban ante protagonistas y vecinos y servían a la vez para una nueva dimensión de la discusión y para ampliar el número de los interesados; sucesivamente al proceso se repetía en tanto fuese necesario para una incorporación a las luchas concretas mientras perdurase el problema, manteniendo luego la relación y llegando en una etapa avanzada o dejar en manos del protagonista colectivo-público de si mismo la continuación de las experiencias. Tal era el proyecto, que en su primera etapa logró realmente esa circularidad aceleradora de participación, en la que en el cine se hacía un pretexto para una movilización primero concreta y luego más consciente y general. Protagonista-público, a la primera atracción narcisista sucedía una dominancia de la discusión y un agudizamiento de las posiciones; finalmente el proceso se subsumía en una protesta organizada, o en una lucha como la que acompañó a los habitantes de ciertos barrios de Guarenas en su enfrentamiento a la empresa de energía eléctrica concesionario de la municipalidad: allí, por ejemplo, el cine sirvió para penetrar en la sola del cabildo, a donde no dejaban entrar a los pobladores, y hasta para develar, o sorprender conversaciones y declaraciones de personalidades involucrados. De esta manera, la denuncia y la agitación se ensamblaban en un libelo acusador con la ventaja del proceso participativo, repetitivo, casi sin fin, del montaje continuo. Desde luego, lo que describimos no se realizó siempre de manera perfecta y controlado, ya que las vicisitudes del equipo y la azarosa vida misma de los ranchos no facilitaban la continuidad del proceso ni la persistencia del proyecto mismo; pero como visión teórico-práctica de una comunicación alternativa y en tanto que experiencia pionera probablemente en toda América latina, el ejemplo de Cine Urgente es altamente significativo. Con María de la Cruz, un film de denuncia sobre la condición de la mujer en los ranchos de Jordán-Donda, concluye el ciclo vital de esa experiencia en 1973. Ulteriores intentos, realizados con Video portátil en años recientes no han logrado insertarse de igual manera en la problemática social ni generar una dinámica propia para contribuir a enfrentarla, quizás porque tales intentos provenían de grupos de menor beligerancia, en coyunturas menos apropiados y sin proyecto político (4).
d) Otras experiencias recientes son interesantes, en especial la proliferación de órganos periódicos impresos de barrios o zonas urbanas, dedicados a problemas específicos y a la defensa de los intereses de sus habitantes; algunas de estas publicaciones tienen características de impresión, tiraje y distribución que las convierten en verdaderos periódicos. La proliferación por otra parte de Juntas de vecinos o Comités de barrio, especialmente en ciertas urbanizaciones de clase media y media-alta pero también abundantes -y cada vez más en barrios populares, ha generado la aparición de fenómenos de comunicación grupal altamente interesantes, así como iniciativas de reacción contra excesos de actividades comerciales, defensa del medio ambiente, análisis crítico de la programación de televisión infantil, combate por canchas deportivas, etc, en algunas de las cuales han aparecido formas de cohesión y de diseminación originales.
En los años 70, la vía sembrada por Antonio Pascuali desde 1963 deriva hacia una nueva temática en la que el propio Pasquali, junto a investigadores de la región como Luis Ramiro Beltrán, Romero Sanjinés, Carlos Ortega y otros, tuvieron bueno parte de la responsabilidad de su elaboración y diseminación, bajo el patrocinio de la UNESCO. Las Políticas de comunicación se convierten de pronto en un gigantesco campo de batalla entre los adalides de la empresa privada, empañados en temer la estatización de los medios, y los zarandeados investigadores y planificadores, sacudidos entre embates de los medios y marchas y contramarchas de los gobiernos. La primera batalla en forma –y pareciera que también la última- de esa guerra ideológica fue la famosa Conferencia de Costa Rica, en la que Venezuela hacía un bonito papel de líder para las graderías, mientras claudicaban sus gobernantes en todo tipo de concesiones a la empresa privada de la difusión masiva en la política interna (5). El desarrollo del tema de los políticas de comunicación no se queda en Venezuela en mera composición teórica, sino que va a manifestarse en diversos documentos y propuestas a lo largo de más de doce años de luchas, desde los ante- proyectos de Ley de Cine de los primeros Tres encuentros nacionales, hasta el famoso Proyecto RATELVE elaborado en 1975 por el Comité Ad-hoc de la Comisión preparatoria del CONAC, y culminando en los últimos años con la revisión de la propia relación investigación toma de decisiones que va a generar toda una serie de radicales revisiones autocríticas de la labor y función de la investigación, las que luego de marcar el tono general de las conclusiones del III.
Encuentro de Investigadores de la Comunicación celebrado en Caracas, en Noviembre de 1976, se reflejarán con igual intensidad en las deliberaciones de la Reunión de Expertos en Panamá de diciembre 1978.
La aguda conciencia -o más bien malestar- de los investigadores que trabajaban en esa vertiente de la planificación de la comunicación social se concretaba en la dificultad de ofrecer un modelo que fuese capaz de superar la actual organización difusiva comercial predominante de los medios y procesos de comunicación masiva y el tremendo poder allí acumulado sin rendirse a un estatismo no solo difícil de defender incluso peligroso en una formación social que no ha podido darse bases para una reordenación de sus estructuras económicas y políticas, y en la que el Estado es una excrecencia especializada de la distribución del ingreso nacional hacia las clases dominantes. Allí entran a jugar los conceptos dialécticamente enlazados de acceso participación así como la concepto globalizante de un derecho de la comunicación -que desde Costa Rica va desarrollando progresivamente, aportes como los de Harms, Cocca Richstadt, etc., y más allá del aspecto morfológico de la relación comunicativa, también se plantea el aspecto propiamente político de la toma de decisiones, asunto que se ataca con la propuesta de los tan debatidos "Consejos Nacionales de Comunicación". De esa manera empiezan a tenderse puentes inevitables entre el modelo desdibujado de las experiencias "alternativas" y el modelo repujado y nuevo de la política comunicacional. Pero puentes temblorosos, equívocos y sumamente resbaladizos para ambos bandos a la expectativa en las riberas respectivas. Pues las cosas comienzan a suceder como si en efecto, las "políticas" no sen sino una interminable discusión, una moratoria infinita a la transformación real, una burla o triquiñuela del poder; y es que, manipulando investigadores ansiosos, jugando al tercermundismo, engatusando a la UNESCO, los gobiernos latinoamericanos se daban zarpazos de cachorros con los dueños de los medios y con las transnacionales de la información, para mejor establecer obligaciones y compromisos respectivos a espaldas de dossiers, pruebas, alegatos, diagnósticos aterradores e investigaciones de toda índole que ponían en el banquillo de los crímenes sociales los empresarios de los medios, de la publicidad y de la información, solo atentos a servir a sus congéneres de la gran empresa anunciante transnacional.
El desconcierto en las filas de la investigación hace en ese momento volver los ojos a una lucha organizacional al margen del poder público, y por allí se dibujan nuevamente puntos de contacto con las experiencias de comunicación paralela, horizontal o alternativa que seguía pacientemente reproduciéndose. Los propugnadores de políticas comienzan a reiniciar el viejo llamado a la unidad de los gremios, de los interesados e involucrados en el problema, de los usuarios, de los científicos sociales y de todas las criaturas de buena voluntad. Por su parte, en el campo de los experimentadores sociales la gran fiebre de fines de los sesenta ha pasado sin mayores consecuencias: aunque se continúa trabajando y como hemos dicho "reproduciéndose", los promotores de la comunicación alternativa se cuecen en su propia salsa sin lograr dar el gran salto, sin obtener la irrupción de "la gran tarde" en el ominoso horizonte del control de las conciencias.

3. ¿ Contracción o síntesis?.

Y es en esa coyuntura que comienzan a plantearse problemas como los que hemos venido anunciando en títulos y subtítulos de este trabajo; problemas que por cierto van a reaparecer con la eclosión del tema del Nueva Orden Internacional de la Información a partir de ese año de 1976 en que, conjuntamente con la Conferencia de Costa Rica, se celebraba el Simposio de Túnez, de los No Alineados y se comenzaba a plantear la necesidad de un flujo equilibrado de la comunicación internacional. Los problemas en cuestión se refieren a la dificultad de encajes de los proyectos autogestionarios, descentralizantes, de pequeña escala y de contestación política que caracterizan al modelo general de la comunicación alternativa (admitiendo las ambigüedades y confusiones que hemos antes señalado) con los macroproyectos, planificados, en general centralizadores y de gestión mediada, compatibilizados con Estados de democracia formal y reformismo paternalista, que caracterizan a las propuestas de políticas de comunicación. El punto nodal, la cuestión del acceso y la participación como relación dialéctica, si bien constituye la inserción del sistema massmediático en una posibilidad de reacomodo alternativo, no restablece la calma en los puristas de la comunicación participativa de pequeñas comunidades o grupos: ¿cómo enfrentar la autogestión, la verdadera participación, en el seno de aparatos institucionales, gigantescos, imbricados en estructuras económicas y conectados o la sociedad entera por insospechados * incontrolables vasos comunicantes, por inconfesables cordones umbilicales? Complementariamente -y conflictivamente también- los funcionarios, los planificadores y los investigadores adictos a la programación -en cualquiera de sus modalidades rígidas o flexibles- se aterran ante las perspectivas de esos procesos que como ruedas locas desafían la planificación, los objetivos y las metas. (6)
Las proposiciones teóricos para asegurar la participación a todos los niveles tanto en las tomos de decisiones previas, como en la función y operación de medios y procesos como finalmente es programación –en el caso de medios masivos-- tropiezan con la gran duda de todos los proyectos no probados; Y es que las políticas de comunicación no han sido rodados realmente en ninguna parte; al menos, esas políticas posibles nacidas del proyecto democrático participativo que se viene gestando desde Costa Rica.
Más allá de su carácter táctico y sus beneficios de apoyatura, la viabilidad del tamdem investigación-toma de decisiones se revela como muy endeble: los gobiernos utilizan la investigación de acuerdo a coyunturas de sus propias relaciones tácticas con los sectores sociales dominantes, a los cuales, en última instancia, deben obediencia y con los cuales solo se mantienen divergencias de oportunidad o de interés en la medida en que el estamento partidista-burocrático ha adquirido autonomía relativa como para incorporarse o pretender hacerlo en un reparto de parcelas de poder propio en la propia estructura económica o en la gestión financiera de los asuntos generales asignado al Estado, o en la búsqueda de un espacio político de mediación que asegure la oportunidad de ese estamento, en tanto necesario instrumento para la reproducción ampliada de la totalidad. Esa constatación y la que paralelamente reconoce una limitación de escala y una crisis de crecimiento de los ensayos alternativos, amén de percibir la estrecha relación del auge de tales experiencias con coyunturas de crisis social específicas, llevan a replantear al tomo central bajo otra perspectiva: ambas experiencias deben fundirse en una praxis más ambiciosa, que aglutine el esfuerzo teórico de las políticas y aún del NOII con el efecto demostración no solo de las experiencias limitados hasta ahora emprendidas, sino de una labor de movilización que constituya fuera del Estado las protoinstituciones que a la vez que figuren la futura política, trabajen en la presión, la organización y aún el boycot y la acción directo para instaurar tendencias irresistibles, dentro del marco de una movilización más general, pero con el mismo carácter permanente y paciente que ha tenido la práctica de investigadores y
experimentadores en el seno de las dos tendencias que hemos reseñado.
La cuestión queda abierta y de esta manera el paradigma participativo: programas descentralizados / reversibilidad de los polos emisor-receptor / movilización popular / interacción de los participantes / aprendizaje político / producción colectivo / control socializado por organizaciones autogestoras / independencia relativa de la técnica / queda en espera de su realización macrosocial.

4. Política nacional o proyecto nacional de comunicación

Sin embargo, el doble "fracaso relativo" de las dos tendencias pone de relieve que su principal rasgo en común es el de no tomar en cuento a la otra: en realidad, no hay -o no debería haber- verdadera "comunicación alternativa" sin un proyecto alternativo de organización social, lo que implica a la vez un proyecto político y una estrategia para lograr dicho proyecto (atención: no queremos decir manejos maquiavélicos, sino una verdadera estrategia social que excluya el engaño y la manipulación, por más "bien intencionados" que éstos sean). Ello quiere decir que toda proposición globalista que propugna una comunicación alternativa, está obligada a considerar el tema de la política, y particularmente, el de una "política" en especial; la política de comunicación (que puede ser dominada perfectamente política cultural, o política ideológica). Así, un proyecto de comunicación alternativa presupone un proyecto político, si no se quiere que la interacción comunicativo que se propone sea un mero juego quasiautónomo, onanista, en el que la deliberación incesante tuviese poco que ver con la verdadera toma de decisiones, estableciendo un autismo que cree dirigir y determinar cuando es dirigido y manipulado.
De igual manera, el movimiento propugnador de políticas de comunicación debe saber que el diseño globalista no sirve a ningún fin que no esté precedido de algún tipo de experimentación social, de intervención política de los sujetos sociales, de algún tipo de implantación, si no al margen, por lo menos en filigrama oportuna con la lucha oficial u oficiosa que el debate político de alto nivel busca establecer.
Una política de comunicación, para los que luchan por un cambio social profundo, no puede sino estar inscrita en un proyecto que la trasciende, y que es, por lo menos, un proyecto nacional de comunicación. Decimos "por lo menos", porque es también, e indefectiblemente, un proyecto político de reorganización social, de definición de la intervención de los sujetos sociales, de fijación de nuevas reglas que deben servir a la tomo de decisiones; proyecto que debe aparecer deslindado en sus líneas esenciales para que no pueda ser objeto de manipulación ni de recuperación tal manera, la política nacional de comunicación aparece como un componente estratégico de un proyecto político global (no partidista) que en el concreto se caracteriza por el objetivo de la democratización real, y comprende un proyecto comunicacional-cultural participativo y un proyecto de toma de decisiones democráticas. Ese nuevo proyecto nacional de comunicación, es pues, parte un cambio decisional y de un cambio definitivo de las relaciones sociales solo como tal puede ser cabalmente comprendido. Entonces, las políticas que se propugnan en el terreno de la comunicación, son aquellas que contribuyan a establecer una verdadera democracia de palabra, un proyecto nacional futuro, más perfecto que la política misma en tanto estrategia, pueda lograrlo. A partir de la realización ese modelo nacional es que deberán redefinirse las nuevas políticas futuras destinada perfeccionar la interacción de los sujetos sociales en los procesos de producción, circulación y reproducción del sentido, en función de sus reales intereses y, por tanto, son ineludibles incidencia la toma de las decisiones fundamentales, de la sociedad.
Pero para imponer tales "políticas", o para hacerlas factibles a través de una toma de decisiones de índole general, las practicas de la "comunicación alternativa" en su infinita variedad- en sus errores, oposiciones , encandilamiento tácticos y otras manifestaciones aberradas- vienen a constituirse en un material vivencial fundamental, insustituible, que debe seguir trabajando en procesos cada vez más autocríticos de experimentación, y que deberá dar testimonio fehaciente de la posibilidad real de formas y modos comunicativos ineludibles en una nueva sociedad, en cualquier proyecto político renovador, en cualquier iniciativa social experimentadora. De tal manera, las prácticas alternativas, participatorias, paralelos, etc. -poco importa el nombre deberán inscribirse en la necesaria incisividad social que las haga claramente diferenciados de todo intento recuperador por lo pequeño, por lo lúdico o por lo "auténtico"; pues tales categorías definen en .general la falta de inserción de ciertos experimentos en un proyecto político globo¡ que implica como su componente esencial una nueva definición de las formas de comunicación social, en suma, una nueva convivencia

5. Notas

[1].Véanse especialmente los números 14, 15 y 23 de la revista Cuadernos de Educación Publicación mensual de Laboratorio Educativo, institución en la que se agrupan muchos de las mismas personas que integran otros centros católicos de izquierda, como el Centro de Comunicación Jesús Moría Pellín, que elabora un boletín -citado en este trabajo - con características monográficas de diseminación parecidas; y como el Centro Gumilla que genera una de las mejores revistas de critica radical sobre sociedad, economía y cultura, la revista SIC. Ugalda, Rey, Martinez Terrero, Aguirre y otros, profesores de la Universidad Católica, jesuitas, con algunos de los animadores de estas experiencias entrelazados; a uno de ellos, especialmente Aguirre, se debe la colaboración que sigue a ésta.
[2].Tu revolución cultural, las tendencias neohedonistas, roussonionas, y ecológicas, de algunos grupos americanos, la contestación radical del mayo francés, con repercusiones teóricos ulteriores en el temo que nos ocupa de la importancia de los tesis de Baudrillard, y en general la efervescencia estudiantil y juvenil se inclinarán más, desde los años finales de la década de los 50, hacia la demolición del modo de vida, comprendido como totalidad burguesa y por tanto, uno de sus blancos preferidos vino a ser la televisión, como paradigma de la massmediatización.
[3].lbid. nota (1). Desde luego, trabajos como los de Díaz Bordenave son importantes para el análisis crítico de esas experiencias, especialmente en el campo de la extensión y comunicación rural y agrícola. Muchos trabajos han analizado, por otro porte, la importante experiencia de las escuelas radiofónicas y de los radioforos en América latina, especialmente en Colombia, en donde las radio-escuelas pasaban de 16.000 en 1965, sirviendo a un número aproximado de 130.000 estudiantes en su casi totalidad habitantes de zonas rurales. El número 23 citado de C. de Educación incluye una largo lista de trabajos: Schmelke, Roads, Piper, Martin, Hayens. Los publicaciones de ALER suministran también algunos datos de importancia.
[4].En el número 14 de la revista Cine al Día de Caracas, al analizarse con carácter retrospectivo y a la vez actual -año 1971 -el movimiento cinematográfica documental de denuncio y agitación, se incluían declaraciones autodefinitorias de los diversos grupos: allí puede encontrarse un pequeño manifiesto elaborado por Jacobo Borges. Es bueno señalar que Borges y los otros integrantes de cine urgente habían participado en una interesantísimo experiencia multimedia de pretensión "participativo"; el espectáculo imagen de Caracas, combinación de recinto arquitectural ad-hoc, cine gigante en que la mismo secuencia se repartía en pantallas múltiples que rodeaban a los espectadores, movimientos de actores y figurantes que saltaban desde los techos. circo, sonidos, música, proyecciones complementarios en diapositivas continuas, etc. Esta experiencia babilónico, o mas bien babelónica, tenía pies de barro; la municipalidad que la patrocinaba le retiro el apoyo, fue cerrado y disperso. Quedaron las enseñanzas, y el análisis de la experiencia. Cine Urgente surge poco después de ese fracaso.
[5]. Véanse el Informe Final de la Conferencia editado por UNESCO, y para la critica Actas de¡ tercer Encuentro de Investigadores-de la Comunicación, ININCO, Caracas 1977 Capriles Oswaldo: El Estado y los Medios de Comunicación en Venezuela, SUMA, Caracas, 1976, en la parte final titulada "Epílogo provisional"; igualmente trabajo del autor en la recopilación de Ruiz Eldrege editado por ILET-Nueva Visión de los trabajos del Seminario de Amsterdam sobre el Nuevo Orden Internacional de la información, (realizado en 1977) y titulado El Desafío de la comunicación Internacional (México, 1979).
[6] El acceso se define, desde Costa Rica, como Ia posibilidad para todos los miembros de una comunidad, de tener acceso constante igualitario a todos los mensajes generados por todos los medios y canales de comunicación existentes en un momento dado en esa comunidad; Desde luego, se trato de la virtualidad y no del acceso simultáneo a todo mensaje o medio, lo que seria imposible: se trate de un derecho bajo forma de posibilidad permanente. La participación se puede definir en esa misma perspectiva como la posibilidad permanente asegurado a todos los miembros de una comunidad de tornar porte activa en las decisiones concernientes a medios y procesos de comunicación, a programación, y a participar en la producción de los mensajes. La dialéctica entre ambos polos surge de la imposibilidad de estor "en acceso" (público) mientras se "participa" (producción) y viceversa.

viernes, 11 de mayo de 2007

DIAGNOSTICO DE LA COMUNICACIÓN

- Diagnóstico y poder. Diagnóstico y participación.
Exposición para el concurso para el cargo de profesora adjunta del Taller de Planificación de Procesos Comunicacionales. Fac. de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata
Lic. Daniela Bruno
1. Introducción.
2. Una aproximación inicial al concepto de diagnóstico
3. Perspectiva epistemológica
4. La situación de comunicación.
5. La vida cotidiana: lugar de comunicación
6. Diagnóstico de la comunicación:
6.1. El diagnóstico de situaciones.
6.1.1. Actores
6.2. Diagnóstico y poder. Diagnóstico y participación.
6.3. Distintos tipos de diagnóstico según el nivel de participación de los actores.
6.4. Tipos de diagnóstico según el tipo de relaciones de comunicación privilegiadas en el análisis.
7. Esquema general del diagnóstico de comunicación.

1. Introducción.

El propósito de esta exposición es introducirlos al concepto de diagnóstico y más precisamente al concepto de diagnóstico de comunicación, para posteriormente, reflexionar en torno a la relación que mantiene el diagnóstico de comunicación con el poder y con la participación social. Finalmente, la exposición se centrará en el desarrollo de los distintos tipos de diagnóstico según el nivel de participación de los actores y según el aspecto de análisis privilegiado.

2.- Una aproximación inicial al concepto de diagnóstico:

¿Cuál es la característica distintiva de la tarea que llevaremos adelante en esta primera etapa del trabajo de campo y que denominamos “diagnóstico”?
Que el diagnóstico, es una estrategia de producción de conocimiento acerca de determinada realidad con la particularidad de estar orientada por la voluntad conciente de modificar esa realidad. Esta es una elección no sólo metodológica sino además epistemológica y política, pues entonces creemos en la posibilidad de aportar estos elementos para que la sociedad se apropie de ellos y los procesos sociales y comunitarios queden menos librados a la improvisación y dejen de ser simples ensayos.
Todo proceso deliberado de cambio se inicia con el reconocimiento de la situación actual de una organización, grupo o comunidad. Este reconocimiento es aquello que denominamos diagnóstico y es el paso previo a la proyección de alternativas y cursos de acción que permitan modificar esa realidad en un sentido deseado. Si bien es cierto que, a efectos didácticos, nosotros hemos dividido al proceso de planificación en dos grandes etapas denominadas diagnóstico, la primera, y planificación, la segunda, ambos son junto con la gestión o puesta en marcha de las acciones, partes inseparables de un único proceso. Su diferenciación se establece más por necesidades metodológicas y analíticas que por el hecho de que pueda fragmentarse el proceso social que se pretende reconocer y modificar.
El diagnóstico y la planificación no son ajenos a la dinámica de la institución o del grupo humano y esta dinámica es continua. Cada punto de llegada es, al mismo tiempo, un punto de partida hacia un nuevo objetivo. En ese sentido la evaluación de los resultados de este proceso de cambio se convierte, simultáneamente, en origen de un nuevo diagnóstico.


¿Por qué el diagnóstico es el punto de partida de todo proceso de planificación?

Hemos dicho que para modificar determinada realidad a través de un proceso de planificación primero debemos conocerla profundamente, además de contar con el impulso y el respaldo de la voluntad del cambio social y la creencia en la utilidad de la intervención social. Esto es fundamental para intentar comprender la lógica de esta herramienta teórica y metodológica.
Cuando nos damos a la tarea de intervenir en una organización para modificar su situación podemos hacerlo partiendo de dos perspectivas de planificación distintas. Desde un enfoque, que denominamos planificación estratégica, se toma como punto de partida de la tarea del planificador los objetivos predeterminados por los propios integrantes de la institución, para proyectar alternativas de cambio en función de esos objetivos.
Para entender esta perspectiva es oportuno tener en cuenta uno de los principios básicos de quienes adhieren a ella, formulado por Carlos Mathus: “Planifica quien gobierna” (1). Esto implica que el diagnóstico y la planificación son orientados por los objetivos que se ha propuesto quien detenta el poder.
En ese marco, el análisis de los distintos actores y sus percepciones de la situación no sólo resulta pertinente sino indispensable, aunque con una salvedad: tanto los actores como sus percepciones son reconocidos e interpretados en términos de aliados o enemigos para el cumplimiento de aquello que realmente interesa, que no es otra cosa que los propósitos dispuestos por quien gobierna. En ese sentido, los actores se convierten en medios para el cumplimiento de determinado fin.
Sin embargo, este no es el único camino posible. Nuestro equipo, adopta respecto de la planificación, una perspectiva que se conoce con el nombre de planificación diagnóstica, que utiliza el diagnóstico social como punto de partida del proceso y, en muchos casos, involucra a los propios actores en la construcción de los objetivos de cambio que habrán de proyectarse.
Este enfoque convierte a la planificación en una herramienta de redistribución de poder, ya que aquí el principio no es planificar para quien gobierna sino para que cada vez más personas participen del gobierno. Es en ese sentido que decimos que el diagnóstico se constituye en un proceso educativo para los actores de la organización, ya que permite el reconocimiento de su situación actual y aspira a que se apropien de la planificación como una herramienta para modificar la realidad en el sentido por ellos deseado.
Nuestra propuesta consiste entonces en iniciar el proceso reconociendo la realidad y los dinamismos que en ella se generan, para recién allí fijar nuestros objetivos de cambio.
El diagnóstico es en primer lugar un ejercicio de diferenciación de los elementos de una determinada situación. Permite ubicar los principales problemas, desentrañar sus causas de fondo y ofrecer vías de acción para irlos resolviendo.
Si con Daniel Prieto Castillo entendemos el diagnóstico como “una lectura esencial de determinada realidad social, una lectura de sus conexiones esenciales, desde una perspectiva histórica” (2), podemos decir que la planificación diagnóstica es la proyección de un proceso de cambio, tomando en cuenta la trama fundamental del diagnóstico, sus fuerzas (potencialidades) y sus debilidades (problemas), a partir del cual se construyen objetivos de planificación.
Algunas de las características distintivas de este tipo particular de investigación que es el diagnóstico pueden sintetizarse de la siguiente manera:

q Es un proceso de conocimiento sistemático.

q Busca comprender lo que sucede en un ámbito de trabajo determinado a partir de hechos o aspectos relevantes y/o problemáticos - síntomas - .

q Esos síntomas positivos o negativos cuyo origen se busca y analiza, son escogidos y reconocidos por el analista pues le resultan significativos a la luz de unos objetivos pero también en relación con su marco teórico.

q Su finalidad es lograr la superación de los aspectos problemáticos y potenciar sus aspectos positivos.

Aunque posteriormente nos dedicaremos a las particularidades que adquiere el diagnóstico de comunicación, específicamente, podríamos adelantar que el diagnóstico de comunicación es una herramienta para evaluar las prácticas sociales, orientada a tener un conocimiento sistemático sobre las mismas, para reconocer las fortalezas y debilidades que luego serán retomadas en la planificación, entendida ésta como estrategias destinadas a generar modificaciones en la comunicación que ayuden a producir cambios positivos en el grupo, la comunidad o la institución.
El diagnóstico de la comunicación es una forma de evaluación que implica “leer situaciones sociales desde lo comunicacional, leer entonces situaciones de comunicación”.[1]
Esto supone que existe una mirada específica desde la comunicación que permite una lectura también específica de las prácticas sociales. El médico clínico puede diagnosticar el estado general de un paciente, pero necesita de los especialistas para trabajar sobre un órgano o un sistema determinado. El tratamiento que el clínico determina incide en el estado de salud general de la persona, pero también en su sistema linfático o nervioso. De manera inversa, una intervención sobre el sistema digestivo es específica, necesita de un diagnóstico propio y de acciones dirigidas a esa parte del cuerpo, pero incide sobre el estado de salud general.
De manera similar, hoy en día no es posible explicar las prácticas sociales sin hacer una lectura específica de lo comunicacional allí y toda acción que se emprenda desde lo comunicacional termina afectando a la totalidad de las prácticas sociales.

3.- Perspectiva epistemológica:

Hemos dicho que el diagnóstico es, por empezar, una estrategia de producción de conocimiento. En este sentido, sería adecuado establecer algunas precisiones respecto de nuestra perspectiva epistemológica.

Como Uds. saben, la epistemología es el estudio crítico y filosófico de las ciencias y de los principios en los que esta debe basarse. Por lo tanto, al explicitar nuestra perspectiva epistemológica estamos revelando cuáles son nuestros supuestos acerca de la tarea de conocer. Comencemos a explorar esta perspectiva epistemológica.

A los efectos de un trabajo de diagnóstico y planificación, las nociones teóricas nos permiten Conceptualizar la práctica ligada a los requerimientos del trabajo que se realiza. Es decir, nos permiten interpretar las problemáticas que surgen en el ámbito de trabajo.

Dado que se trata de una investigación para la acción, para el cambio, la teoría nos permite hacer inteligibles las prácticas que analizamos, nos permite interpretarlas para luego orientar las acciones. Pero a la vez, al confrontar esas conceptualizaciones previas con nuestra intervención actual, estamos generando nuevas conceptualizaciones.

Esta forma de entender la teoría y la práctica difiere de aquella que supone la teoría como un modelo o un sistema de interpretaciones que anteceden a la práctica y que iluminan desde lo alto a la realidad. Por el contrario, entendemos la teoría como la sistematización de nuestros propios aprendizajes y como la organización de las conclusiones de otros aplicadas a nuestras necesidades y preguntas.

Esto implica una perspectiva epistemológica pues comprende modos de conocer, modos de Conceptualizar, métodos de estudio, de investigación y de enseñanza para abordar el objeto. También supone una forma particular de concebir la relación entre el planificador y su objeto de estudio. Para referirnos a este último punto tomaremos algunas ideas de la hermenéutica filosófica de Hans-Georg Gadamer. Estas nos permitirán introducir elementos para desarrollar una idea de racionalidad más amplia que la de la estrecha objetividad científica.

El pensamiento hermenéutico de Gadamer entiende que siempre, indefectiblemente, la pertenencia del hombre a un mundo precede a toda objetivación posible. Toda comprensión tiene un carácter condicionado y “prejuicioso”. En tanto y en cuanto somos seres finitos, debemos tener en cuenta siempre los condicionamientos históricos de cada una de nuestras ideas. Existe un vínculo ineludible que nos liga con el pasado, con la tradición, con la historia y con el lenguaje.

Entonces, “todo conocimiento es la recreación de una tradición a través de las interpretaciones que desde nuestra situación histórica particular hacemos de ella” [2]. Examinemos más en detalle esta frase. En primer lugar, establece que todo conocimiento es una recreación. Suponemos que no se trata de una recreación como distracción, divertimento o entretenimiento. Se trata de una re-creación, es decir, volver a crear. Pero si el conocimiento es volver a crear la tradición ¿No se trata entonces de un mero repetir? ¿Existe algúna posibilidad de innovación? Nuestro punto de vista es que no se trata de una repetición pero tampoco es una creación total. Siempre existe una cuota de creatividad en el acto de conocer pero es una creatividad condicionada por la historia y el lenguaje del intérprete, sea este el planificador o el encargado de un área en una organización que nos ha convocado como profesionales. La innovación está puesta por la situación particular e irrepetible del intérprete y la limitación estará dada por la comunidad de sentido a la que pertenece ese intérprete.

A esto debemos sumar el hecho de que el investigador está atravesado por una determinada voluntad de saber de la época. Según la época histórica, se ve de distintas maneras y se dicen diferentes cosas acerca del mundo que nos rodea. Por ejemplo, “para nosotros el sol es una estrella, pero para los incas era un dios. Nosotros nos referimos al sol como un elemento natural mientras que los incas le rezaban”[3]

Estas diferentes formas de ver y nombrar al mundo, son las que va constituyendo paulatinamente los saberes de una determinada época histórica. Pero estos saberes, son incapaces por sí solos de ser reconocidos como legítimos si no están avalados por algún dispositivo de poder. A su vez, quien tiene el poder precisa de los saberes reconocidos en determinada época histórica para legitimar y conservar su poderío. Tal como plantea Esther Díaz, poder y saber interactúan y ninguno puede sostenerse sin el otro. A lo largo de toda la historia de nuestra sociedad, nacen, permanecen y se descomponen una serie de saberes asociados a poderes que además están asociados a las prácticas sociales del momento.

Teniendo en cuenta lo dicho en los párrafos anteriores, podríamos entonces decir que el diagnóstico entendido como estrategia de producción de conocimiento es, al igual que todo conocimiento, la recreación de una tradición a través de las interpretaciones que desde nuestra situación histórica particular hacemos de ella. Cuando formulamos un diagnóstico estamos siendo interpelados por la situación particular que estamos conociendo pero también estamos interpretando esa situación particular desde una comunidad de sentido determinada. Asimismo, nuestros saberes se han constituido en el marco de una voluntad de saber que es epocal, y que se perpetua gracias a una serie de dispositivos de poder que legitiman, controlan y regulan la producción de conocimiento.

Por todo esto, es que nuestro equipo le otorga un especial interés a la explicitación del marco teórico en cualquier informe de diagnóstico. La importancia de su formulación radica, en nuestra opinión, en que esto permite iluminar algunas de las condiciones bajo las cuales se comprende, es decir, permite desocultar lo más que se pueda esos condicionantes. La razón, dirá Nietzshe, interpreta. Pues bien, nuestra propuesta consiste en dar cuenta, en el marco teórico, de qué forma nos vinculamos con el objeto, reconociendo que cuando tomamos contacto con éste nosotros ya estamos inmersos en un mundo con sentido, y que es desde esa pertenencia a un mundo con sentido desde la cual lo comprendemos.

No sólo las ciencias sociales están determinadas por este círculo entre el intérprete del objeto y el objeto que pasa a ser parte del mundo del intérprete, sino que todo el conocimiento pasa a moverse dentro de esta circularidad, puesto que siempre hablamos desde algún lugar. La diferencia con otro tipo de perspectivas epistemológicas reside en que nuestro objetivo no consiste en eliminar nuestros presupuestos, ya que entendemos que esta tarea es en cierta medida imposible. Por el contrario, queremos explicitar nuestras categorías de interpretación, las cuales concebimos no como elementos que hay que superar para llegar a la verdad, sino como un condicionamiento que es parte de la verdad misma.

4.- La situación de comunicación:

El concepto de situación de comunicación también pertenece a Daniel Prieto Castillo y lo utilizamos porque nos permite dar el paso previo antes de hablar de manera directa sobre el diagnóstico desde la comunicación.
La situación de comunicación es aquella que expresa y pone de manifiesto, como síntoma o manifestación, una compleja trama de relaciones.
“Estamos insertos, desde que nacemos, en situaciones de comunicación. La sociedad nos habla a través de múltiples discursos y nos va exigiendo que aprendamos a expresarnos de determinada manera y a referirnos a ciertos temas por encima de otros. Una situación de comunicación no se resuelve a través de algo tan pobre como aquello de un emisor que emite y un receptor que recibe. Estamos siempre inmersos en un todo significativo que se manifiesta por medio de distintos discursos, los cuales pueden contradecirse, sin dejar de pertenecer por ello al todo. Una relación de comunicación comprende las relaciones intrapersonales (yo conmigo mismo), grupales, sociales en general; las circunstancias económicas, políticas, culturales, el desarrollo de ciertas tecnologías, de ciertas formas de enfrentar y resolver los problemas de la naturaleza de la sociedad”.[4]
En otras palabras. Leemos situaciones sociales desde lo comunicacional. A través de saberes y herramientas que nos entrega la comunicación (teorías, métodos, discursos, estéticas, medios, sistemas, tecnologías, etc.) hacemos una mirada particular y específica sobre los procesos sociales. Leemos situaciones de comunicación en la trama de relaciones que los actores construyen en el espacio social.
El concepto nos sirve tanto para analizar la sociedad en general, como para hacerlo en instituciones, organizaciones, comunidades o grupos de diversa índole. Tal como lo indica el mismo autor “podemos hablar de situación de comunicación de un país, de una institución, de un proyecto, de una comunidad, de una familia incluso”. En cada uno de estos ámbitos se dan discursos predominantes, temas a los que prestar atención, recursos expresivos, estéticas. Todos estos elementos constituyen “síntomas” que pueden ser leídos comunicacionalmente.
La situación de comunicación no es en sí misma, no se agota sobre sí misma. Una situación de comunicación es en un contexto y en un proceso. Es la institución y su sistema de relaciones, sus conflictos. Es también su historia, expresada en la memoria institucional. Es además su identidad, manifiesta en su filosofía y en las manifestaciones de la misma.
La situación de comunicación es también su comunicabilidad, es decir, la forma de utilizar los medios y de acercarse a sus interlocutores. Es su imagen y la forma como la construye.
Todos estos aspectos hacen a la situación de comunicación que constituye el objeto de estudio cuando realizamos un diagnóstico desde la comunicación.

5. La vida cotidiana: lugar de comunicación.

La situación de comunicación se entiende y se desarrolla en el espacio de la vida cotidiana, entendida esta como el lugar donde las personas y grupos sociales se constituyen como sujetos de las prácticas sociales. En ese sentido la vida cotidiana es el espacio donde se tejen las relaciones comunicativas.
Para Daniel Prieto C. la vida cotidiana se define como “las concepciones, evaluaciones y percepciones de la realidad que en sus diarias prácticas comparten los integrantes de un grupo social”.[5]



¿Qué son las concepciones?

“La manera de entender algo, de juzgarlo”, señala el mismo autor. Pero advierte que “en esto no intervienen sólo conceptos, sino también y muy a menudo fuertemente, estereotipos. Las concepciones resultan de una mezcla de conceptos y estereotipos, donde los límites entre lo que pueda ser demostrado, validado con alguna solidez y lo que proviene de la experiencia de las creencias, están poco marcados. Un estereotipo es una versión emotiva de algo, versión que puede ser más o menos rígida. Las prácticas cotidianas se orientan, y a veces determinan, por esas concepciones”.

¿Qué se entiende por evaluaciones?

Se entiende “el atributo que se le da al algún objeto, ser o situación. En general se evalúa positiva (calificación) o negativamente (descalificación). La vida cotidiana consiste en una infinita trama de aceptaciones y rechazos que tienen que ver directamente con la forma de evaluar”.

Siguiendo al mismo autor podemos subrayar lo siguiente:

- a evaluar se aprende a lo largo de las relaciones familiares, interpersonales y dentro de otros grupos
- concepciones y evaluaciones determinan la forma de percibir (siempre que se ve algo, simultáneamente se lo está interpretando y valorando).

Finalmente, la percepción “es un problema cultural y no una simple captación del entorno”, porque “percibimos a través de nuestros juicios”.
Desde esta mirada las diarias prácticas “incluyen las relaciones más comunes de la vida cotidiana: el trabajo y el esparcimiento, sobre todo. Pero también la forma de cumplir las propias actividades, las relaciones grupales, los contactos cotidianos”.[6]
La vida cotidiana está conformada por las relaciones tejidas entre las personas a través de percepciones, concepciones y evaluaciones. Así entendida la vida cotidiana es siempre una experiencia colectiva, grupal. Sólo en las relaciones sociales existe lo que aquí estamos entendiendo por vida cotidiana.
Sin embargo, las percepciones, concepciones y evaluaciones, son siempre vividas por alguien en particular y constituyen una forma de reafirmación de cada una de las personas en relación con su contexto. Es “la manera en que cada quién se sabe alguien entre los demás”, sostiene D. Prieto Castillo. Este saber es producto de un reconocimiento, es compartir experiencias, es la manera que cada cual se sienta integrado y reafirmado. Es también la forma de percibir los rechazos.
Cada individuo es y se reconoce en el marco de una cultura, es decir, en un contexto donde se verifica determinada forma de analizar y codificar lo que se percibe de las situaciones circundantes.
El lenguaje se constituye en el soporte de la cultura, en tanto y en cuanto, el lenguaje es un vínculo para expresarse y ser ante los demás. Percibir es percibir lo familiar, lo cercano. Desarrollamos de esta manera una serie de costumbres perceptuales que se convierten en un proceso de aprendizaje y que nos permiten vencer la complejidad del contexto, sentirnos más seguros, disipar las incertidumbres.
Sin embargo, al decir esto hay que asumir la mirada compleja de esta perspectiva, totalmente alejada de la idea simplista del lenguaje como “espejo” de la realidad, sino más bien proyectarnos hacia lo que Denise Najmanovich llama “una concepción en red multidimensional de los fenómenos lingüísticos”.[7]
En todo caso nos estamos refiriendo siempre a un entramado de relaciones que se expresa en el lenguaje y que se manifiesta en una cultura de la complejidad, donde no existen los mecanismos exactos que funcionan como un reloj sino que entran a tallar una enorme diversidad de factores que terminan incidiendo en ese entramado y, en este caso, en la constitución misma de la situación comunicacional.
Esto lleva también a la constitución de un objeto complejo, que no es simplemente un observador, sino que es la resultante de la relación del propio sujeto con el mundo, con su historia, con las prácticas sociales de las que es partícipe.
Al mismo tiempo decimos que “existe un aprendizaje perceptual que se prolonga a lo largo de toda la vida, pero que alcanza una cierta consistencia (...) pasada la adolescencia. Dicho aprendizaje va conformando una acumulación de percepciones que constituye nuestra manera de enfrentarnos a los demás e incluso a nosotros mismos. Ese proceso acumulativo conforma en gran medida la biografía del individuo”.[8]
Sucede, en consecuencia, que si la percepción es algo que se va desarrollando a modo de proceso de aprendizaje, la experiencia previa condiciona las experiencias posteriores, sin que ello signifique necesariamente que el mismo individuo haya vivido personalmente todas esas experiencias. Hay un aprendizaje cultural que se apoya en experiencias sustitutas que se verifican en los grupos, los medios masivos de comunicación, en las redes de relaciones.
Así entendida la vida cotidiana es el lugar de las interacciones: el sujeto en su historia, en su contexto, en un tiempo y en permanente relación. Las experiencias que se viven en los grupos constituyen, sin embargo, la matriz social del individuo donde se construye el repertorio de significados que condicionan las formas y los modos de enfrentarse a situaciones diferentes de las habituales.
En ese mismo marco “las cosas no ‘son’ sino que ‘devienen’ en las interacciones. Las propiedades no están en las cosas sino entre las cosas, en el intercambio”.[9] Podemos decir que la belleza o el peso o las dimensiones de un objeto no son en sí mismos, no son categorías que puedan aislarse de la relación con las personas. Son bellos, pesados, grandes o chicos con relación a alguien y al contexto en el que se los mira. De la misma manera el sujeto no es aquel biológicamente reconocido, sino aquel constituido en la vida cotidiana, en el complejo sistema de relaciones que la misma genera.
Este es el sujeto complejo que, en el marco de la vida cotidiana, se representa a la manera de actores sociales en una realidad, también compleja y multideterminada, que reconocemos y diagnosticamos y sobre la que pretendemos planificar para el cambio.
Lo que comúnmente llamamos realidad está dada por un conjunto de hechos más las percepciones de ellos, por los sujetos, más su interpretación y valoración. Este explica y le da sentido a la idea “ponerse de acuerdo”, entendido como un método para la producción colectiva de un conocimiento que sea transformador de la realidad. Porque la cuestión central consiste en transformar no sólo los hechos sociales de manera aislada, sino las valoraciones y las percepciones que los sujetos participantes tienen de esos mismos hechos. Dicho de otra manera: cuando actuamos sobre las prácticas sociales, cuando modificamos las relaciones que existen allí y las prácticas comunicativas que le dan lugar, estamos cambiando también la percepción que cada sujeto, individual o colectivo tiene de la misma. [10]
La vida cotidiana es lugar de comunicación y a la vez el escenario donde se constituyen los actores-sujetos de las prácticas sociales. Allí, en tanto y en cuanto sistema y trama de relaciones comunicacionales, se constituye el campo de acción del planificador de la comunicación.

6.- Diagnóstico de la comunicación:

Hablamos antes del diagnóstico de la comunicación como una herramienta que nos permite reconocer y comprender, de manera sistemática, las prácticas sociales y sus procesos internos y que, así entendido, constituye el primer paso de la planificación de procesos comunicacionales.
Nos referimos también a la vida cotidiana y la forma como los actores sociales, individuales o colectivos, se constituyen en ese contexto.
La planificación de la comunicación supone el diagnóstico hecho en la misma perspectiva. Y el diagnóstico comunicacional parte del reconocimiento de que toda persona, por el sólo hecho de vivir en sociedad, posee concepciones, evaluaciones y percepciones que ha ido acumulando a través de su historia personal.
Podemos decir que “... los actores saben bastante más de lo que han dicho respecto de su accionar, excepto que nosotros no le hemos preguntado qué es lo que en realidad saben. Una de nuestras dificultades es el no haber preguntado a los actores qué es lo que conocen, de lo que ocurre, cómo dan cuenta de lo que les pasa a ellos y a la sociedad, y por lo tanto, haber tendido a sustituir modelos de actor y modelos de acción por los actores y por la acción concreta”.[11]
Por eso mismo diagnosticar la comunicación es analizar de manera sistemática el sentido que esos actores producen en una determinada situación social, a partir de sus contextos y de sus propias historias personales que cobran sentido en el marco de una cultura.
Lo individual, lo grupal y lo masivo se entrecruzan aquí para tejerse en una trama de sentidos. La comunicación debe entender precisamente como esa compleja trama de sentidos que incluye lo personal y lo colectivo, lo masivo y, en definitiva, la cultura como expresión de los múltiples sentidos y del sentido común.
Por ese motivo no bastan los análisis parciales. Todos los aspectos deben ser contemplados, porque todos están en relación y marcan el conjunto de las relaciones humanas.
En esta línea, diagnosticar la comunicación es también “pensar la cultura y la comunicación masivas como espacios claves para la producción de sentidos predominantes del orden social en tanto emisores y receptores, productores y consumidores negociarán allí sentidos, aunque la negociación se realice en términos desiguales ya que, mientras unos actúan en situaciones de poder, otros lo hacen desde posiciones subalternas”.[12]
Siguiendo la propuesta de M. Mata, tomando en cuenta la perspectiva epistemológica elegida y una concepción relacional de la misma comunicación, diagnosticar desde la comunicación supone detener nuestra mirada en los aspectos constitutivos de dicha relación que se conforma en determinadas situaciones:
· Los sujetos que entran en relación.
Nos referimos a sus características, a sus modos de constituirse en términos de la relación que entablan (fines o motivaciones que pueden ser explícitos o no); las situaciones que los han constituido como términos de esa relación, etc.
· La naturaleza de la relación.
Naturaleza del vínculo que se establece. Asimetrías del mismo. Modos en que se construye la legitimidad de los roles que representan, etc.
· Modalidades de producción de sentido.
Los productos y objetos culturales que se ponen en juego. Los momentos y espacios de emisión y recepción. Las mediaciones tecnológicas y sociales que intervienen en ambos casos, etc.
· La significación de las prácticas comunicativas.
Los resultados de la acción comunicativa. Rasgos culturales, conductuales, ideas predominantes, acuerdos o conflictos, sentido que adquieren para los sujetos que intervienen en ellas.
Lo que antes se presenta no es un itinerario ni un listado obligatorio, sencillamente porque cada situación exigirá nuevas miradas y renovadas formas de acercamiento. Cada persona o cada grupo encontrará nuevos aspectos para tomar en cuenta.
Sin embargo, es bueno tomar en cuenta lo que no queremos hacer cuando decimos diagnóstico de la comunicación: mirar las prácticas comunicativas tratando de señalar y determinar emisores, receptores, canales y códigos utilizados. Esto sería traicionar lo que nos estamos proponiendo. Sería utilizar un modelo informacional de la comunicación que estamos considerando superado, no como práctica, sino como categoría interpretativa.
¿Cuál es el sentido particular que adquiere un proceso de diagnóstico y planificación desde una perspectiva comunicacional?
Diagnosticar la comunicación es analizar de manera sistemática el sentido que los actores producen en una determinada situación social, a partir de sus contextos y de sus propias historias personales que cobran sentido en el marco de una cultura.
Esto se sustenta en el entendimiento de que la comunicación es un proceso de construcción y de apropiación de sentidos de la vida cotidiana, que abarca tanto las relaciones personales como aquellas que están mediatizadas. Esta mirada relacional de la comunicación la comprende como un proceso de significación y producción de sentido en el que el intercambio informacional es sólo un aspecto más de cuantos están involucrados en el proceso.
De esta manera, las prácticas comunicativas son comprendidas como espacios de interacción en los que se verifican procesos de producción de sentido. En el caso del proceso de diagnóstico y planificación que desarrollaremos en la organización que seleccionemos, nuestra tarea consistirá inicialmente en realizar una lectura de los sentidos que las personas que forman parte de ella le dan a las acciones que emprenden.
Cada problemática que se aborda tiene sus propias particularidades, que exigirán nuevas miradas y renovadas formas de acercamiento a lo comunicacional. Por lo tanto lo que presentamos anteriormente no es una receta ni un listado obligatorio. Cada persona o cada grupo encontrará nuevos aspectos para tomar en cuenta en función de los elementos que se presenten en cada organización.

6.1 El diagnóstico de situaciones:

Para proceder al diagnóstico de la comunicación centramos nuestra mirada en situaciones de comunicación.
Toda situación implica un recorte de una realidad más amplia. Al mismo tiempo, en toda situación reconocemos características que aluden a procesos de transformación de la sociedad que, a la vez que trascienden a esa situación, la condicionan. Es decir: la situación se inserta en un contexto social más amplio que la condiciona. En el contexto situacional podemos reconocer elementos que, en mayor o menor medida, condicionan y determinan las restricciones, capacidades y posibilidades de los actores para producir eventos o acciones que se proponen en la situación.
En una situación siempre podemos identificar actores. Cada actor explica, reconoce y comprende a su modo la situación. Toda explicación tiene un autor que es a la vez un actor que debemos identificar a la hora del análisis. El hecho de que cada actor tenga una comprensión distinta de la situación se debe, entre otros determinantes, a su historia, sus motivaciones, sus propósitos y su posición relativa dentro de la situación. Existen muchas explicaciones de una misma situación. Generalmente, encontramos explicaciones no sólo distintas sino además contrapuestas de una misma situación. Es decir, encontramos explicaciones en conflicto, que pueden ser consideradas válidas en sí mismas a pesar de presentarse como contrapuestas y sin que por ello pueda afirmarse que todo es absolutamente relativo.
Existen datos de la realidad, acontecimientos, que no admiten discusión. Sin embargo lo que a nosotros nos preocupa especialmente es la interpretación que cada actor le da a ese dato.
Quizás se pueda comprender mejor con un ejemplo. Supongamos que se desata una tormenta. Frente al mismo hecho algunos pueden interpretar que se trata de un simple fenómeno climático, otros como el producto de la ira de Dios y terceros como una situación que favorecerá las futuras cosechas.
En síntesis: una explicación no es independiente de quien explica, para qué explica, desde qué posición explica y frente a quiénes explica. Una situación es un recorte de un escenario social más amplio. En toda situación podemos identificar características que son el resultado de la interacción de los actores que la integran y que experimentan en forma permanente conflictos y alianzas.
Al introducirnos en la vida de una organización, un grupo o una comunidad, observaremos que cada actor identifica distintos problemas y potencialidades. Cuando aludimos a ellos podemos estar haciendo mención a algo que ocurre en este momento o bien a situaciones que estamos proyectando; pueden ser referidos a causas que exceden a la organización, pueden ser simples o complejos, más o menos precisos y claros, mas o menos sujetos a modificaciones (cambiantes).
El valor que se le asigna a un problema o potencialidad depende de la importancia que tiene en el proyecto de acción de cada actor. Para precisar un problema o una potencialidad es necesario identificar los elementos principales que lo constituyen. En primer lugar, debemos caracterizar del modo más preciso posible los resultados visibles o manifestaciones que permiten reconocer la existencia de ese problema o potencialidad y que lo distinguen de otros.
Luego debemos identificar las variables explicativas que generan ese problema o potencialidad. Por supuesto entre estas variables explicativas del problema o la potencialidad se dan relaciones de intercambio sistémico que hacen que la relación causal no sea lineal.
Ese conjunto sistémico de variables o nudos explicativos del problema constituyen un espacio y dentro de ese espacio (al que llamaremos espacio del problema) podemos identificar la capacidad de actuación de los actores involucrados en la situación para modificarla.
La descripción de una situación de comunicación de una organización equivale a una mirada objetiva y analítica con la cual se pretende reconocer los síntomas o manifestaciones de su compleja trama de relaciones.
A las observaciones realizadas en el pre-diagnóstico y a la información que se pueda recolectar en entrevistas, conversaciones y nuevas observaciones de la organización debemos darle un cariz comunicacional. Para ello, esa información debe ser analizada en términos de relaciones y procesos de producción y recepción que los actores realizan, dentro de un contexto y un proceso histórico determinado.
Al respecto, Daniel Prieto Castillo señala que “estamos insertos desde que nacemos, en situaciones de comunicación. La sociedad nos habla a través de múltiples discursos y nos va exigiendo que aprendamos a expresarnos de determinada manera y a referirnos a ciertos temas por encima de otros. Una situación de comunicación no se resuelve a través de algo tan pobre como aquello de un emisor que emite y un receptor que recibe. Estamos siempre inmersos en un todo significativo que se manifiesta por medio de distintos discursos, los cuales pueden contradecirse, sin dejar de pertenecer por ello al todo. Una relación de comunicación comprende las relaciones intrapersonales (yo conmigo mismo), grupales, sociales en general; las circunstancias económicas, políticas, culturales, el desarrollo de ciertas tecnologías, de ciertas formas de enfrentar y resolver los problemas de la naturaleza de la sociedad” (6).
Pensando en nuestro trabajo en la organización, algunos de los elementos que se pueden analizar para reconocer la situación de comunicación son:

Ø relaciones entre diferentes actores individuales y colectivos;
Ø espacios físicos: lugares de interacción de los actores en su actividad institucional, apropiación de estos espacios, etc.;
Ø espacios comunicacionales: reuniones, momentos de intercambio, momentos de toma de decisiones, momentos de elaboración de mensajes mediáticos, formas de intercambio con interlocutores;
Ø imagen institucional: percepciones que tienen de la institución los actores y los interlocutores, imagen proyectada por materiales mediáticos o no mediáticos, imagen proyectada por documentos institucionales, etc.;
Ø historias: recuperación de la memoria institucional, de los fundadores, de la evolución de la institución desde su creación hasta hoy, historias de vida de sus protagonistas;
Ø valores y sentidos: fuentes de coordinación institucional a nivel de los principios e ideas que guían su acción, fundamentos de su existencia;
Ø producciones mediáticas: mensajes y productos surgidos de la acción institucional; descripción de los formatos y procesos de elaboración de los productos mediáticos, etc.

6.1.1.- Actores:

Un elemento importante en la descripción de la situación de comunicación de la organización en la que trabajemos es la caracterización de los actores, individuales y colectivos, que identifiquemos en la propia organización y en su contexto. Una posibilidad es establecer esa caracterización a partir de los roles y funciones que cumplen en la situación que se describe.
La función aparece asociada a la producción o el tipo de tareas que desempeña una determinada persona o grupo dentro de una organización. Por ejemplo, está el que administra, el que se encarga de las tareas de prensa y difusión, el que establece relación con los clientes, etc.
El rol, en cambio, es un modelo de conducta que cada persona o grupo puede asumir según cuáles sean sus expectativas, en función de su lectura de la situación o como respuesta a actitudes y posiciones adoptadas por los otros miembros del grupo.

Podemos identificar dos tipos de roles:

- los intelectuales/racionales, que se refieren a aquellos actores que se caracterizan por ser quienes dentro del grupo proponen ideas, buscan información y la difunden, los que cuestionan la situación, los que elaboran y orientan , los que sintetizan, los críticos, los que motorizan;
- los afectivos/emocionales, que caracterizan a los actores que estimulan y concilian, los que negocian, también los que agreden y obstruyen.

En este punto es importante tener en cuenta que aunque algunas personas tienen tendencia a cumplir determinado tipo de rol dentro de un grupo, los roles son cambiantes y un mismo actor puede asumir varios de acuerdo con las circunstancias que atraviese el grupo.
Otros aspectos que también pueden ser tenidos en cuenta a la hora de caracterizar a los actores de una organización tienen que ver con la personalidad, su formación académica o nivel de educación formal, su historia en la institución, sus percepciones sobre determinadas cuestiones, su ubicación en el organigrama, su autoridad, su poder, su liderazgo. El reconocimiento de todas estas cuestiones facilita el análisis y la comprensión de ciertos sentidos instituidos en la organización y fundamenta el hecho de que un actor cumpla determinado rol en ella.

6.2.- Diagnóstico y poder. Diagnóstico y participación:

Al inicio de esta exposición nos referimos a las diferencias entre la planificación estratégica y la planificación diagnóstica en torno al poder. Desde la perspectiva estratégica, la planificación es una herramienta que otorga mayor eficiencia y eficacia a la acción del o de los que gobiernan. En ningún momento esta perspectiva cuestiona la titularidad del gobierno. En ese sentido, es que nuestro equipo entiende que esta perspectiva, si bien introduce racionalidad a la acción en función de un cambio, ese cambio puede referirse a una mayor eficacia, una mayor producción, una mayor integración de los actores sociales involucrados, pero no un cambio significativo en las relaciones de poder, no un proceso efectivo de re-distribución del poder.
La perspectiva diagnóstica, a diferencia de la estratégica, entiende que la planificación debe iniciarse reconociendo la realidad y los dinamismos que en ella se generan, para recién allí fijar sus objetivos de cambio. Pero además y sobretodo, entiende que esa instancia de reconocimiento no sólo es condición para la formulación de la situación deseada y de los modos de conquistarla, sino además la valiosa oportunidad de que los miembros del grupo, la organización o la comunidad participen de un proceso que los enriquezca como personas y miembros de la organización y amplíe sus márgenes de acción, de mediación de los acontecimientos históricos con su voluntad.
Para quienes participan de la elaboración del diagnóstico de comunicación, éste se constituye en una preciosa oportunidad de renombrar la realidad, es decir, de construir un discurso alternativo al que se supone naturalmente dado y que, por esta misma razón, resulta hegemónico. Y esto es válido para el ámbito de lo micro organizacional como de lo macro social.
Para profundizar sobre este aspecto, si me permiten quisiera compartir con Uds. las palabras que Michel Foucault pronunció en el College de France el 2 de septiembre de 1970, y que luego dieron origen a un libro muy pequeño pero interesantísimo y bello llamado “El orden del discurso”. Foucault dijo en esa oportunidad:
“En el discurso que hoy debo pronunciar, y en todos aquellos que, quizás durante años, habré de pronunciar aquí, hubiera preferido poder deslizarme subrepticiamente. Más que tomar la palabra, hubiera preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo posible inicio. Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su desaparición posible.”[13]
Para Michel Foucault cada vez que pronunciamos un discurso estamos violentando de manera tajante y decisiva su azaroso devenir y estamos ejerciendo una violencia simbólica sobre el mundo. Para Foucault, toda vez que las gentes hablen, deseo, institución y poder conviven en ese acto. ¿Qué quiere decir esto?
Como bien lo ha desarrollado el psicoanálisis, el discurso es lo que manifiesta o encubre el deseo. Sobre este punto no nos extenderemos pues Uds. lo han trabajado oportunamente en otras asignaturas. Pero el discurso, dirá Foucault, es además el objeto del deseo. El discurso no es sencillamente el campo de batalla en el cual se despliegan las luchas o los sistemas de dominación. El discurso es aquello por lo qué y por medio de lo cuál se lucha. En realidad, el discurso es aquello de lo que queremos adueñarnos.
Entonces, siguiendo a Foucault, nos preguntamos con él: “Pero por qué es tan peligroso el hecho de que las gentes hablen y sus discursos proliferen indefinidamente ¿En dónde está tanto peligro?”[14]
Para Foucault es evidente que “en toda sociedad, el discurso, es a la vez controlado, seleccionado y redistribuido por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad”.
Dos elementos importantes: el discurso prolifera aleatoriamente y el discurso posee una materialidad.
En todo grupo, organización o comunidad que se someta a un proceso de diagnóstico, se observarán ciertos imaginarios instituidos. Es importante que entendamos que estos sentidos instituidos se constituyeron como tales gracias a ciertas condiciones de posibilidad - es decir que no son verdades naturalmente dadas - y garantizan su supervivencia mediante procedimientos de exclusión discursiva.
Existe una relación de determinación e influencia recíproca entre nuestro pensamiento, nuestro lenguaje y nuestro mundo. El diagnóstico como estrategia de producción colectiva de conocimiento, confronta los juicios personales con los juicios de otros miembros del grupo o del equipo planificador. Quien intenta conocer, cuando encuentra algo que no es incluible en los conceptos que ya tiene respecto de lo que ve, se encuentra con la obligación de volver sobre sí mismo. Esta vuelta reflexiva sobre sí mismo y sobre la situación, provoca la revisión de los conceptos para adecuarlos a la comprensión de una nueva realidad, una nueva realidad que se construye a partir de los elementos novedosos que introducen otras miradas, otras personas.
Es decir que, por imperio del carácter dialéctico de la experiencia, se produce como consecuencia la transformación no sólo del objeto que es la realidad, sino del sujeto de conocimiento también pues este se modifica y enriquece su propio ser.
Entonces, cuando caracterizamos al diagnóstico como un proceso educativo y de re-distribución del poder, estamos hablando de que a mayor capacidad de diálogo, discusión y consenso dentro de un grupo, mayor capacidad de sus miembros de enriquecerse como personas, enriquecer sus miradas y amplian sus márgenes de acción.
El diagnóstico ofrece nuevos datos sobre la realidad misma pero además incluye en la formulación de la situación deseada y de las estrategias para alcanzarla, las miradas, las opiniones y, por lo tanto, la apreciación que tienen de la realidad una multiplicidad de actores.
De esta manera el discurso mismo se democratiza y por esta vía el diagnóstico contribuye a profundizar los niveles de participación.
A mayor nivel de participación mayor democratización del poder.

6.3.- Distintos tipos de diagnóstico según el nivel de participación de los actores.

¿Qué tipos de diagnósticos tenemos en función del grado de participación de los miembros de la comunidad u organización?
Daniel Prieto Castillo dice en su libro “Diagnóstico de comunicación” que “todo ser humano tiene conocimientos válidos para enfrentar la situación que le toca vivir. En ese sentido, nadie es totalmente ignorante, hay una sabiduría de la vida cotidiana, producto de acumulación de experiencias de la confrontación con las condiciones de existencia, sabiduría algunas veces más válida que las propuestas teóricas. Pero ello no es suficiente para enfrentar todo. En este sentido, la gente sabe y no sabe, está preparada para algunas situaciones y carece de la información y experiencias necesarias para enfrentar otras”.[15]
Cuando un grupo de especialistas, convocados por una organización para realizar un diagnóstico y planificación comunicacional, no toman en cuenta el aspecto mencionado en el párrafo anterior, las personas de la organización o de la comunidad se presentan únicamente como objetos de análisis. Todo se hace desde fuera de ella, alguien recoge datos que le pertenecen, los evalúa y saca conclusiones sin su participación. Los propios interesados sólo son integrados para dar información, y muchas veces ni siquiera saben para qué se les pide tal o cual dato, ya sea porque nadie se los explica o porque directamente se les miente. Este es un diagnóstico pasivo.
El caso exactamente opuesto es aquel en que la gente participa ampliamente del diagnóstico y de la planificación.
A mayor participación de los actores mayor eficacia en el resultado del diagnóstico y la planificación. Por eso lo ideal es que el diagnóstico sea una tarea lo más participativa posible en la que el investigador y los integrantes de la organización compartan responsabilidades en la determinación de los problemas y potencialidades comunicacionales que caracterizan a la misma. Sin embargo, esto no es siempre posible. No siempre están dadas las condiciones materiales y políticas para su cumplimiento ideal aunque, como es obvio, siempre debe tenderse a ello.
Respecto de la participación tomaremos algunas ideas de “Turbulencia y planificación social” de Mario Robirosa y otros[16]. En ese trabajo los autores comentan que en numerosos proyectos sociales es postulada hoy la participación de la población como una característica dominante aunque sólo sea en forma declamativa. “Participar significa tomar parte de algo con otros, significa repartir o entrar activamente en la distribución. Por la complejidad de la participación, ella debe ser analizada con relación a la cantidad de actores que participan, niveles, campos posibles y grados de la misma.” [17]

En otras palabras debemos preguntarnos:
¿Cuál es la participación adecuada, la ideal y la viable?
No es lo mismo participar en la definición de objetivos, en la determinación de un problema, en la ejecución de las actividades que otros decidieron o en la etapa final de la evaluación cuando ya todo está hecho.
Una definición de participación integra los siguientes aspectos:

formar parte, en el sentido de pertenecer, ser integrante,

tener parte, en el desempeño de acciones adaptativas,

tomar parte, entendido como influir a partir de la acción.

Los autores agregan mayor complejidad a la discusión en torno a la participación incorporando una diferenciación entre acción individual y colectiva. En la segunda, la presencia simultánea de personas implica comportamientos que se influyen mutuamente. En este caso, la participación debe tener un componente de organización y se orienta por decisiones colectivas. La acción colectiva supone dos elementos:

a) un conjunto de reglas que determina la participación en el proceso de decisión y
b) una regla de agregación de las decisiones individuales que concurren a la formación de la voluntad colectiva.

Finalmente existen tres niveles de participación:

a) información: debe ser la necesaria en calidad y cantidad y la población tiene que estar en condiciones de evaluar la información que maneja.
b) opinión: corresponde a un nivel más complejo de participación en la cual los participantes pueden emitir opiniones sobre asuntos; supone un nivel de participación más amplio que la informativa. El destino de la opinión podrá ser la modificación de decisiones o de acciones. En este último caso la opinión alimentará la certeza de los riesgos a que están expuestos aquellos que deben decidir. La opinión tiene relación con la información en la medida en que esta última sea adecuada y oportuna.
c) toma de decisiones: los participantes pueden decidir sobre sus propios asuntos, lo que supone una adecuada y oportuna información, el reconocimiento de acuerdos, diferencias, mecanismos adecuados de discusión y de toma de decisiones.

En un proceso de diagnóstico y planificación ampliamente participativo los actores que integran la organización:

a) reconocen sus problemas y aquellos temas sobre los que consideran que deben intervenir;
b) disponen de la información necesaria sobre estos aspectos;
c) se plantean alternativas de interpretación, decisión o acción que luego son intercambiadas y confrontadas para la toma de una decisión;
d) toman la decisión e inician la planificación de la ejecución;
e) ejecutan el proyecto; y
f) finalmente lo evalúan.

Una participación de estas características garantiza un consenso general respectos de las conclusiones del diagnóstico y las acciones que se proponen ejecutar. Los diagnósticos y las propuestas de acción se enriquecen notablemente estableciendo una correspondencia con necesidades reales. Además se constituye en un proceso de aprendizaje para todos los miembros, también para el planificador ya que todos ampliamos conocimientos y perfeccionamos competencias.
Finalmente también se constituye en un buen camino para superar de alguna manera la falta de comunicación entre los miembros de una comunidad o una organización.
Ahora bien, ¿quién determina la cantidad de actores que participan, los niveles, campos posibles y grados de la participación?
Ciertamente es un proceso complejo que no determina únicamente el planificador. Este no está sólo determinado por la voluntad política de los miembros de la organización con poder de decisión. Está asociado a las características de la organización, a la cantidad de actores involucrados. También está asociado a las actitudes valores y creencias de las personas, a las relaciones de poder y autoridad de la organización, a las formas de organización y coordinación de las tareas que tiene la organización. Todo esto influye en el grado de participación posible.
Nuestra opinión es que el planificador debe propiciar un proceso lo más participativo posible teniendo en cuenta la utilidad, viabilidad y factibilidad de dicha participación.

Algunos de los aspectos que mencionamos en el párrafo anterior son los que determinan si la organización es democrática o autoritaria. En la experiencia es difícil encontrarse con organizaciones absolutamente autoritarias o absolutamente democráticas. A efectos de nuestra perspectiva debemos tener en cuenta que además de causas económicas, de recursos tecnológicos, de diferencia de fuerzas, la dominación se funda también en la concentración de la información. Los que dominan no sólo toman decisiones sino que además saben más que aquellos a los que dominan. Desde este punto de vista, depende de en manos de quién esté la información cómo esto incidirá en las relaciones de poder.
Un diagnóstico ampliamente participativo, al redistribuir la información disponible, se constituye en un proceso de democratización y desarrollo de la organización.

6.4.- Tipos de diagnóstico según el tipo de relaciones de comunicación privilegiadas en el análisis.

Un diagnóstico también varía en función de los aspectos que privilegia en el análisis. Esto más allá del grado de participación de los miembros de la comunidad o de la organización.

a) Diagnósticos que privilegian las relaciones de comunicación interna.
b) Diagnósticos que privilegian las relaciones de comunicación externa: interinstitucional, de medios, de destinatarios o interlocutores de la organización.

a. De comunicación interna:

Este diagnóstico privilegia en el análisis las relaciones de comunicación interna que establece la organización. Un planificador abocado a este tipo de diagnóstico deberá trabajar algunos de estos temas:

1. Identificación de actores más vinculados a la comunicación dentro de la institución. Por ejemplo en una institución educativa a los investigadores a los extensionistas, a los educadores, las personas de atender a los destinatarios, entre otros.
2. Análisis de la percepción de su tarea, de su imagen de la institución, de la percepción de los otros miembros de la institución y de los interlocutores.
3. Identificación y análisis de las relaciones entre los distintos grupos que conforman la institución.
4. Análisis y evaluación de las situaciones de comunicación: espacios, momentos comunicacionales.
5. Análisis de los mensajes que produce la institución en su contenido y forma.
6. Evaluación de los flujos y recursos comunicacionales de la institución: el tratamiento diferenciado de la información según los destinatarios.

Para ello el planificador deberá leer documentos, observar, realizar cuestionarios, hacer entrevistas individuales y grupales, talleres de reflexión. También puede efectuar el seguimiento y la observación de un grupo de la institución a lo largo de toda una jornada de trabajo., análisis discursivo de mensajes, analizar redes, analizar el organigrama y sociograma, etc.

b. De comunicación externa:

Son los diagnósticos que privilegian en el análisis las relaciones de comunicación con el afuera comprenden los aspectos citados en el punto anterior aunque referidos a otras instituciones cuando se trata de diagnósticos interinstitucionales.

Los diagnósticos de comunicación externa se pueden subdividir, a su vez, en diagnósticos de medios y de interlocutores:

a) De medios:

La centralidad de la massmediación y la importancia que esto tiene para todo tipo de organizaciones sean estatales, privadas o privadas con fines públicos es un dato con el convivimos en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, son pocos aquellos casos en los que la organización ha diseñado una estrategia para lograr una permanencia en los medios de comunicación o para colocar en la agenda pública sus problemáticas de interés aunque todas lo reconocen como una necesidad. Aquí el planificador debe incorporar conocimientos sobre los lenguajes, los contenidos, los temas que se privilegian y el protagonismo actual de la massmediación en la configuración de la percepción que los sujetos tienen de su contexto.
Pero de esto ya hemos hablado anteriormente. Ahora veamos que otras tareas específicas realiza el planificador en un diagnóstico de estas características.

1. En primer lugar identifica aquellos medios significativos para los interlocutores de la organización.
2. Releva la cobertura de los medios de la zona y frecuencia de uso por la gente.

3. Efectúa un análisis general de las secciones y de la programación, especialmente de aquellos que hacen referencia al tema de interés de la organización.

Para llevar adelante estos objetivos el planificador deberá realizar investigación documental , visitar medios de comunicación, hacer entrevistas, encuestar a los receptores o audiencias, análizar discursivamente la programación, utilizar recursos para análisis semióticos, etc.

b) De interlocutores:

Otro diagnóstico de comunicación externa es el de interlocutores o destinatarios también conocido como diagnóstico comunitario.
Este tipo de diagnóstico ha sido sometido a crítica incluso por aquellos que se abocaron a este tipo de análisis. En general el objetivo de este tipo era conocer y respetar la percepción y la cultura de la gente o de la población objetivo de la institución para luego, a partir de estas conclusiones, definir una estrategia de comunicación institucional.
Durante muchísimo tiempo fue tal la importancia que se le otorgó al conocimiento de la gente y su cultura que se desatendieron aspectos vinculados a la selección de los medios y los lenguajes o al diseño de estrategias. Todo parecía resolverse si el grupo opinaba, sacaba conclusiones y tomaba conciencia de alguna problemática.
Hoy el diagnóstico comunitario no ha perdido validez pero se entiende que se debe conocer y respetar la cultura y percepción de la gente siempre en vistas a los propósitos comunicacionales de la institución o comunidad que nos convoca.
Para ello es necesario que el planificador:

1. Caracterice las situaciones de comunicación.
2. Delimite el problema o el tema que la organización quiere comunicar.
3. Identifique los actores sociales que están vinculados con ese tema o problema.
4. Conozca la percepción que estos tienen del tema o problema en la actualidad y a futuro. Qué saben qué no saben. Cómo lo perciben.
5. Identifique cuales son las propuestas de los actores en relación con esa problemática.
6. Cómo creen que se les comunica en la actualidad, cómo lo comunicarán ellos, como lo solucionarían, etc.
7. Finalmente investigar cuáles son las expectativas de los interlocutores en cuanto a los medios, formatos y lenguajes utilizados o posibles.

Como se puede ver aquí hemos tenido en cuenta lo que desea comunicar la institución, la caracterización de los actores y sus percepciones. Sin embargo, hacia el final aparecen también elementos vinculados al trabajo con medios, formatos y lenguajes.

7.- Esquema general del diagnóstico de comunicación:

DIAGNOSTICO

Marco Teórico de Comunicación

Marco Metodológico

Pre-Diagnóstico
Obj. Específicos
Obj. Específicos
Obj. Específicos




Objetivo General










Realidad Comunicacional





Problemas y Potencialidades




Causas Profundas
Causas Superficiales





Tendencias
Líneas de Acción








PLANIFICACIÓN


[1] PRIETO CASTILLO, Daniel; La comunicación en la educación, Ediciones CICCUS-La Crujía, Buenos Aires, 1999, pág. 81
[2] Rubén Pardo; “El giro hermeneútico en las ciencias sociales” en “La ciencia y el imaginario social” Esther Díaz (compiladora) Ed. Biblos, Buenos Aires, 1996.
[3] Diaz, Esther; “Un nuevo Kantismo.Foucault” en La ciencia y el imaginario social, Bs.As., Biblos, 1996.
[4] Idem pág. 81
[5] PRIETO CASTILO, Daniel; Diagnóstico de la comunicación, CIESPAL, Quito, 1990, pág. 311
[6] Idem
[7] Ver NAJMANOVICH, Denise, El lenguaje de los vínculos. De la independencia absoluta a la autonomía relativa., en DABAS, Elina y NAJMANOVICH, Denise (compiladoras), Redes. El lenguaje de los vínculos, Paidós, Buenos Aires, 1995, págs. 33 a 76
[8] OLAECHEA, Jorge; El libro en el ecosistema de la comunicación cultural, Fund. G. Sánchez Ruiperrez & Edic. Pirámide, Madrid, 1986, pág. 16
[9] NAJMANOVICH, Denise; ob. cit. pág. 65
[10] ver OROZCO GÓMEZ, Guillermo; Al rescate de los medios, Univ. Iberoamericana, México, 1994, págs. 98 y ss.
[11] GARCIA GARZA, José Luis; Los comunicólogos: de intermediarios a mediadores, en OROZCO GOMEZ, Guillermo (coordinador), La comunicación desde las prácticas sociales. Reflexiones en torno a su investigación. Univ. Iberoamericana, México, 1990, pág. 62
[12] MATA, María Cristina; Nociones para pensar la comunicación y la cultura masiva, CCE La Crujía, Buenos Aires, 1994, pág. 18
[13] FOUCAULT, Michel; El orden del discurso, Cuadernos Marginales Nro. 36, Buenos Aires, Tusquets Editores, 1992, pág. 9
[14] ibidem pág 11.
[15] PRIETO CASTILLO, Daniel; Diagnóstico de la comunicación, CIESPAL, Quito, 1990, pág. 54
[16] ROBIROSA, Mario y otros; Turbulencia y planificación social. Lineamientos metodológicos de gestión de proyectos sociales desde el Estado. UNICEF-Siglo XXI de España Editores, Buenos Aires, 1990
[17] idem, pág. 18